⚰️ La muerte de Rolando Florián Féliz: Lujos, sangre, conspiraciones y un grito DESDE LA TUMBA que aún aterra

⚰️ La muerte de Rolando Florián Féliz: Lujos, sangre, conspiraciones y un grito DESDE LA TUMBA que aún aterra

Rolando Florián Féliz, el primer "capo" de la República Dominicana

Rolando Florián Féliz no era un simple reo.

Era, para muchos, el verdadero rey de las cárceles en República Dominicana.

A pesar de estar condenado por tráfico de drogas, homicidios y amenazas contra figuras de alto perfil, su vida tras las rejas fue cualquier cosa menos miserable.

Desde Monte Plata hasta Najayo, las prisiones eran suyas.

Aires acondicionados, libros, televisión, comidas especiales, e incluso habitaciones amuebladas como suites.

Dicen que hasta se le veía paseando por las calles cercanas a la penitenciaría de San Cristóbal como si fuera un ciudadano libre.

Su palabra pesaba más que la de cualquier guardia.

Algunos renunciaban al no soportar la presión de convivir con él.

Otros se convertían en sus cómplices.

Rolando Florián Féliz, considerado el primer "capo" de la República  Dominicana

Pero incluso este imperio carcelario tenía grietas.

Florián quería más.

Quería salir.

Tras múltiples intentos, solicitudes y apelaciones, en 2009 parecía estar más cerca que nunca de lograr su libertad condicional.

Una jueza lo favoreció, un procurador apoyó su caso, pero pronto ambos fueron removidos de sus cargos.

La presión del sistema era clara: Florián no debía salir.

Fue entonces cuando, en un giro inesperado, se organizó una reunión irregular dentro del penal.

A esa reunión asistieron dos jóvenes mujeres, una de ellas menor de edad, autorizadas a entrar por un teniente coronel.

Hubo comida, alcohol y, según testigos, un ambiente que rompía todas las normas carcelarias.

Pero lo más grave ocurrió cuando Florián decidió llevar a las mujeres a su celda con fines íntimos.

Patrones del narcotráfico de 1990 a 2020 en RD: Florián Féliz, Quirino,  Figueroa Agosto y César «El Abusador» – El Nuevo Diario (República  Dominicana)

Funcionarios comenzaron a exigir que las chicas salieran.

Él se negó.

La tensión creció hasta que el teniente coronel José Pulinario Rodríguez fue a su celda a mediar.

Tras su segunda visita, Florián salió armado con un cuchillo, y en un acto de locura o desesperación, intentó agredir a Pulinario.

Falló.

Luego atacó al capitán Lino de Oca Jiménez, hiriéndolo gravemente en la boca y en un dedo.

Jiménez, desarmado según normas internas, corrió por un arma que, más tarde se revelaría, pertenecía a Pulinario.

Volvió armado y disparó ocho veces a Florián, principalmente por la espalda.

Milagrosamente, Florián aún consciente, logró arrastrarse hasta su celda.

Llamó a su esposa.

Gritó por ayuda.

First Dominican drug kingpin was shot dead in prison

Fue trasladado primero al hospital Juan Pablo Pina y luego al Marcelino Vélez.

Casi trece horas después, murió.

Tenía 43 años y dejaba 15 hijos, la mayoría concebidos durante su encarcelamiento.

Su funeral fue caótico: más de cien personas se agolparon para verlo.

Un vidrio estalló por la presión del público.

Algunos salieron heridos.

Otros temidos personajes, incluso buscados por la ley, asistieron libremente.

La policía estuvo presente, pero no interfirió.

Durante la ceremonia, ocurrió algo inquietante.

Ocho años a capitán PN por muerte Florián Féliz - Diario Libre

Algunos afirmaron haber escuchado su voz entre los gritos, exigiendo justicia desde el más allá.

¿Una grabación? ¿Una alucinación? Nadie lo sabe.

Pero el ambiente se volvió tan tenso que la familia expulsó a la prensa, acusándola de ignorar el caso mientras Florián aún vivía.

Se prometió una investigación.

El capitán Jiménez fue juzgado.

Primero declaró que el arma se disparó sola.

Luego, que alguien más había tirado del gatillo.

Finalmente, se confirmó que él corrió 30 metros para buscar el arma y regresó para disparar a quemarropa.

Fue condenado a 8 años de prisión y a pagar casi $50,000 en compensaciones.

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Pero cumplió su condena en casa, protegido del posible odio de los aliados de Florián dentro del sistema penitenciario.

El caso generó más preguntas que respuestas.

¿Por qué el ataque fue tan brutal? ¿Por qué no se evitó? ¿Y por qué ese supuesto incendio en Najayo la misma noche del incidente? Algunos creen que fue un intento de borrar evidencia.

Otros apuntan a un manuscrito que Florián estaba escribiendo desde la cárcel, un libro donde prometía revelar todo: sus conexiones, sus crímenes, y los nombres de los poderosos que lo

protegían.

Esa obra nunca vio la luz.

Se cree que ese libro, más que su cuchillo o sus amenazas, fue su verdadera sentencia de muerte.

Pero lo que más sorprende es lo que logró Florián dentro de prisión.

Obtuvo 47 certificaciones en temas como derecho, química, física, plomería y más.

Se formaba para defenderse cuando saliera.

Creía que tenía futuro.

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Y quizás por eso incomodaba tanto.

Porque un narco culto, con contactos y un plan, era más peligroso fuera que dentro.

Incluso después de muerto, su nombre seguía generando pánico.

En 2019, su tumba fue profanada.

Algunos dicen que fue por sus pertenencias.

Otros aseguran que fue por sus huesos, buscados para rituales de brujería.

Lo cierto es que Florián Féliz no fue un criminal cualquiera.

EL CONCONCITO: Florian Feliz: Ahora, el terror de Najayo

Fue una figura que, para bien o para mal, marcó una era.

Un símbolo de cómo el poder, cuando se mezcla con impunidad, puede perdurar más allá de la muerte.

Su historia, aún hoy, no ha terminado.

Y quizás nunca lo haga.

Porque mientras haya dudas, mientras haya miedo, mientras haya alguien susurrando su nombre, Rolando Florián Féliz seguirá vivo… en la memoria, en los pasillos de las cárceles, y en las

sombras del poder.

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