Sor Lucía advirtió que la humanidad enfrenta un castigo divino inminente debido a la indiferencia ante el mensaje de la Virgen de Fátima y la falta de arrepentimiento.

En un encuentro extraordinario en 1957, el Padre Agustín Fuentes se reunió con Sor Lucía en el convento de Coímbra, Portugal, donde se desvelaron detalles inquietantes sobre las profecías de Fátima que resuenan hasta nuestros días.
Durante esta reunión, Sor Lucía compartió secretos que, según ella, son cruciales para la humanidad, advirtiendo de un inminente castigo divino si no se toman medidas urgentes.
Sor Lucía comenzó su relato expresando la profunda tristeza de la Santísima Virgen: “La Virgen está muy triste porque nadie le ha prestado atención, ni los buenos ni los malos”.
Los buenos, aunque siguen el camino de la bondad, ignoran el mensaje de la Virgen, mientras que los malos, ensimismados en sus pecados, no ven el castigo de Dios que ya está cayendo sobre ellos.
“Dios está a punto de castigar al mundo, y ese castigo será terrible”, advirtió Sor Lucía, enfatizando que el año 1960 se acerca y con él, un evento trágico que podría cambiar el curso de la historia si la humanidad no se arrepiente y reza.
El secreto de Fátima, que permanece oculto hasta el presente, se ha convertido en un tema de angustia y temor. Sor Lucía reveló que solo el Santo Padre y el obispo de Fátima conocen la tercera parte de este mensaje, el cual se ha mantenido en secreto por voluntad divina.
“Diles que muchas naciones desaparecerán de la faz de la tierra y que Rusia será el instrumento de castigo del cielo si no se logra su conversión”, expresó con firmeza.

La preocupación de Sor Lucía se centró en la batalla espiritual que se libra en el mundo.
“El enemigo está tratando de conquistar las almas consagradas a Dios, dejando desprotegidos a los laicos”, advirtió. Esta lucha no es solo física, sino también espiritual, donde las almas están en juego.
“Mis primos Francisco y Jacinta hicieron sacrificios porque veían la tristeza de la Virgen en sus apariciones. Nunca nos sonreía”, recordó, transmitiendo la angustia que sentían al ver el sufrimiento que las ofensas a Dios causaban.
Sor Lucía instó a todos a no esperar un llamado a la penitencia desde Roma o de los obispos. “Cada uno de nosotros debe comenzar a hacer penitencia espiritualmente.
No solo debemos salvar nuestra alma, sino también las almas de aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino”. Este mensaje de urgencia resuena en tiempos donde la fe parece desvanecerse.
La Virgen, según Sor Lucía, ha otorgado dos últimos remedios al mundo: el Santo Rosario y la devoción al Corazón Inmaculado de María.
“Estos son los últimos recursos, significa que no habrá otros”, enfatizó, advirtiendo que si el mundo desprecia estos medios, el cielo no perdonará. “Hemos cometido un pecado contra el Espíritu Santo si rechazamos la salvación que se nos ofrece”.

La oración y el sacrificio son fundamentales para salvar al mundo. Sor Lucía destacó la eficacia del Santo Rosario en estos tiempos difíciles.
“No hay problema que no pueda ser resuelto rezando el rosario, ya sea temporal o espiritual”, afirmó con convicción. A través de esta práctica, se puede alcanzar la salvación y la santificación, y se pueden salvar muchas almas.
La devoción al Corazón Inmaculado de María es vista como la puerta segura para entrar al paraíso. Sor Lucía concluyó su mensaje con palabras que, aunque duras, ofrecen esperanza y misericordia de Dios.
“La Santísima Virgen nos ha dado un camino claro para seguir, y es nuestro deber atender su llamado”.
El testimonio de Sor Lucía no solo es una advertencia, sino también un llamado a la acción. En un mundo que a menudo ignora lo espiritual, su mensaje resuena con una urgencia que no podemos pasar por alto.
La historia de Fátima y las revelaciones de Sor Lucía nos invitan a reflexionar sobre nuestra fe y nuestras acciones en un tiempo donde la oscuridad parece prevalecer. La salvación está al alcance, pero requiere un compromiso sincero con la oración y el arrepentimiento.