🕯️ A meses de la muerte de Rubby Pérez, la lista de fallecidos del merengue nos dejó en shock
Cuando el mundo del merengue recibió la noticia del fallecimiento de Rubby Pérez, muchos no podían creerlo.
Su voz potente, su energía arrolladora en el escenario y su legado musical parecían eternos.
Pero la vida, implacable, nos recordó lo frágil que es todo.
La muerte de Rubby fue solo el inicio de una cadena de despedidas que ha dejado a toda una generación en luto constante.
Rubby Pérez, conocido como “La Voz Más Alta del Merengue”, falleció sorpresivamente en un momento donde su carrera vivía un segundo aire.
Con giras programadas y un nuevo álbum en camino, su repentina partida dejó proyectos inconclusos y una tristeza inmensa entre sus colegas y seguidores.
Pero lo que vino después fue aún más desgarrador.
Apenas semanas después, el merengue perdió a otro de sus pilares: Henry García, el exintegrante de Los Hermanos Rosario, cuyo carisma y talento eran innegables.
Su fallecimiento por complicaciones cardíacas agravó el clima de tristeza.
Le siguió el legendario trompetista José “Pepe” Andújar, colaborador de grandes orquestas y figura respetada en la escena.
Cada noticia parecía una bofetada más al alma del género.
El recuento se volvió todavía más oscuro cuando se confirmó el fallecimiento de la cantante Belkis Concepción, pionera entre las mujeres merengueras, víctima de una larga batalla contra una enfermedad degenerativa.
Su muerte fue especialmente dolorosa, no solo por su enorme talento, sino por el olvido en el que, injustamente, había caído en los últimos años.
La noticia despertó una avalancha de homenajes tardíos, como si el público hubiese entendido demasiado tarde su verdadero valor.
Y como si el destino no hubiera tenido suficiente crueldad, también se apagó la vida de Roberto “El Gordo” Vargas, uno de los más emblemáticos animadores y percusionistas del género.
Su presencia era sinónimo de fiesta y sabor, pero detrás de su sonrisa eterna, llevaba años luchando en silencio con problemas de salud que finalmente lo vencieron.
Estos fallecimientos no solo significan la pérdida de voces y talentos únicos.
También marcan el cierre de una etapa gloriosa del merengue que definió a toda una generación.
Cada uno de estos artistas fue más que una estrella: fueron piezas fundamentales de un movimiento musical que traspasó fronteras y generaciones.
Su partida representa una herida abierta en el corazón de República Dominicana, Puerto Rico y toda América Latina.
Los homenajes han sido múltiples, pero insuficientes para llenar el vacío.
Conciertos tributo, programas especiales, maratones radiales.
todo ha sido un intento de aferrarse al legado de quienes ya no están.
Las redes sociales se han inundado de recuerdos, fotos, videos y mensajes cargados de nostalgia.
Miles de fans, jóvenes y mayores, han revivido los clásicos que definieron épocas enteras, pero con lágrimas en los ojos.
Incluso los nuevos exponentes del merengue, que hasta hace poco eran reacios a mencionar a los viejos ídolos, ahora han rendido honores en tarima y en entrevistas, reconociendo que sin esa generación, el género no existiría.
La figura de Rubby Pérez, en especial, ha sido exaltada al nivel de mito, no solo por su voz, sino por su activismo, humildad y compromiso con la música.
Y así, en solo unos meses, el merengue ha tenido que enterrar a varios de sus hijos más ilustres.
La industria musical se encuentra en un estado de reflexión y miedo: ¿quién será el próximo? ¿Qué estamos haciendo para preservar el legado de estos artistas antes de que se vayan para siempre? ¿Estamos realmente cuidando a nuestras leyendas
Este recuento no es solo una lista de nombres y fechas.
Es un grito de dolor colectivo, una advertencia de que los pilares de la música que amamos no son eternos.
Y que quizás sea momento de rendirles homenaje en vida, de recordarles lo importantes que son antes de que se conviertan en tendencia por su muerte.
Rubby Pérez, Belkis Concepción, Henry García, Pepe Andújar, Roberto Vargas.
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sus voces ya no están aquí, pero su música sigue resonando.
Y mientras los ritmos del merengue sigan sonando en alguna esquina del Caribe, sus almas seguirán bailando con nosotros.
Aunque nos hayan dejado, jamás serán olvidados.