⚰️😱 Silencio, gritos y un adiós imposible: así lloró inconsolable la hija de Ernesto frente al ataúd
La capilla ardiente estaba repleta.
Amigos, familiares, fanáticos y curiosos se mezclaban en un mismo espacio donde el aire pesaba más que nunca.
En el centro, un ataúd rodeado de coronas y fotografías mostraba la imagen sonriente de Ernesto Barajas, como si aún pudiera levantarse y cantar uno de esos corridos que hicieron vibrar a multitudes.
Pero el momento que desgarró por completo la atmósfera fue cuando su hija se acercó al féretro.
Apenas podía caminar; sus rodillas temblaban y sus manos se aferraban al brazo de un familiar que intentaba sostenerla.
Cuando finalmente quedó frente a su padre, las lágrimas comenzaron a correr sin freno.
Nadie tuvo el valor de detenerla.
“Papá, no me dejes… por favor, no me dejes”, murmuró, con la voz quebrada.
Ese susurro fue suficiente para romper a todos los presentes.
Algunos voltearon, incapaces de soportar la escena.
Otros comenzaron a llorar en silencio.
Y es que en esas palabras no solo había dolor, había también rabia, impotencia y un amor desbordado que se estrellaba contra la realidad más cruel: su padre ya no estaba.
La joven acarició el ataúd con manos temblorosas.
Dicen que incluso colocó un dibujo que había hecho de niña, guardado como reliquia durante años.
Una imagen sencilla, pero que para ella significaba todo: ella tomada de la mano de Ernesto en un escenario.
“Siempre me prometiste que ibas a estar para verme crecer.
Y sí estuviste, pero no el tiempo suficiente.
”
El silencio en la sala se volvió insoportable.
Solo se escuchaban los sollozos de la hija y el eco de los murmullos ahogados.
En ese instante, incluso los más duros, incluso aquellos acostumbrados a ver tragedias, bajaron la cabeza.
Porque lo que estaban presenciando no era un espectáculo: era el dolor más puro, el de una hija que perdía a su héroe.
Las imágenes de la escena no tardaron en hacerse virales.
Videos grabados por asistentes mostraban el momento exacto en que la joven, entre lágrimas, intentaba aferrarse al ataúd.
“Quiero irme contigo”, dijo en un instante de desesperación.
Esa frase desató un murmullo generalizado y varias mujeres corrieron a abrazarla, intentando contener la tormenta que parecía consumirla desde dentro.
El dolor de la hija de Ernesto reflejó lo que muchos sienten desde que la noticia de su muerte sacudió al mundo de la música regional.
Porque más allá del artista, estaba el padre, el hombre, el que compartía cumpleaños, consejos y abrazos que ahora se volvieron recuerdos inalcanzables.
Algunos testigos aseguran que, antes de retirarse de la sala, la joven miró al féretro una última vez y dijo con firmeza: “Te prometo que voy a hacerte orgulloso.
Aunque me duela, seguiré adelante.
Porque tú me enseñaste a no rendirme.
” Ese contraste entre el llanto desgarrador y la promesa valiente dejó a todos petrificados.
Los seguidores de Ernesto reaccionaron con una ola de mensajes de solidaridad hacia la familia.
“El dolor de esa niña es el dolor de todos nosotros”, escribió un fan en redes sociales.
Otro comentó: “Se nos fue un grande, pero dejó un legado que vivirá en su hija y en sus canciones.
”
La despedida de la hija de Ernesto no solo fue el momento más emotivo del funeral, sino también un recordatorio brutal de lo que se esconde detrás de cada ídolo caído: una familia rota, una hija que ya no tendrá quien le diga “buenas noches” y un futuro marcado por la ausencia.
En medio del dolor, algunos fanáticos entonaron una de sus canciones más famosas.
La melodía llenó el recinto, y aunque la voz de Ernesto ya no estaba, su espíritu pareció flotar en cada verso.
La hija, abrazada por su madre, cerró los ojos como si quisiera guardar ese instante para siempre.
El funeral terminó con una marcha silenciosa hacia el panteón.
El ataúd descendió lentamente mientras los presentes lanzaban flores blancas.
La hija, llorando sin consuelo, se inclinó hasta casi perder el equilibrio, intentando tocarlo una vez más.
Fue el último adiós.
Un adiós que, aunque doloroso, se convirtió en el momento más humano y desgarrador de toda la ceremonia.
Porque en ese instante, el mito se apagó, el cantante quedó atrás… y lo que quedó frente a todos fue la imagen más cruda: la de una hija llorando a su padre.
Una escena que ningún fan de Ernesto Barajas podrá olvidar jamás.