La hija de Rubby Pérez ROMPE el Silencio y Revela Detalles sobre La Muerte de su Padre
La muerte de Rubby Pérez sacudió profundamente a la República Dominicana y a toda la comunidad de la música latina.
Considerado una de las voces más emblemáticas del merengue, su trágico fallecimiento durante el colapso de la discoteca Jet Set dejó un vacío no solo en los escenarios, sino también en el corazón de miles de seguidores.
En medio del luto, fueron sus hijas quienes alzaron la voz para rendirle homenaje, denunciar las irregularidades del caso y exigir justicia para todas las víctimas.
Sus testimonios, cargados de dolor, amor y determinación, se convirtieron en un símbolo de resistencia y conciencia social.
Durante el emotivo funeral, celebrado en el Teatro Nacional Eduardo Brito, Sulinka Pérez, hija mayor del cantante, subió al escenario con lágrimas en los ojos para interpretar “De Color de Rosa”, la última canción que su padre había cantado la noche del accidente.
Su voz, inicialmente temblorosa, se fue fortaleciendo con cada nota, en un acto de profunda valentía y amor filial.
Cada verso era una despedida, cada estrofa un grito por justicia.
A través de la música, Sulinka transformó su dolor en arte, en memoria viva de quien había sido su padre, su maestro y su compañero de escenario.
Por su parte, Ana Pérez, la hija menor del artista, sorprendió a todos con una declaración contundente durante el velorio: “Esto que pasó no fue un accidente”.
Sus palabras resonaron con fuerza en la sala, generando un silencio tenso y reflexivo.
Solo dos semanas antes, ella había celebrado su fiesta de 15 años, donde bailó con su padre el tradicional vals.
Ese momento, que había sido de alegría, se convirtió repentinamente en el último recuerdo tangible de una relación irremplazable.
La rabia y la impotencia ante una tragedia que pudo haberse evitado se mezclaban con el amor profundo que sentía por su padre.
Sulinka relató detalles estremecedores sobre el colapso del techo, destacando el heroísmo de Rubby al protegerla con su cuerpo.
Mientras los escombros caían, él la empujó hacia una zona segura, quedando atrapado en el intento.
Incluso bajo los restos del edificio, con dificultad para respirar, el cantante siguió cantando, utilizando su voz como señal para los rescatistas.
“Mi papá no solo fue un gran artista, sino un héroe hasta el final”, expresó Sulinka.
Este acto final de amor y sacrificio mostró no solo su compromiso con la música, sino también con su familia.
El dolor por la pérdida se convirtió en un llamado colectivo a la justicia.
Las hijas de Rubby Pérez no se limitaron al duelo privado; decidieron denunciar públicamente la negligencia que provocó la tragedia.
Según investigaciones preliminares, el colapso de la discoteca se debió a graves fallas estructurales y a la corrupción en los permisos de funcionamiento.
Las jóvenes denunciaron a los responsables en ruedas de prensa, señalando con claridad que no descansarían hasta que cada culpable respondiera ante la ley.
Su lucha trascendió lo personal para convertirse en una causa social, representando la voz de cientos de familias afectadas.
Con el paso de los días, Sulinka asumió también la responsabilidad de continuar con el legado artístico de su padre.
Anunció su intención de seguir interpretando las canciones que compartía con él, además de fundar la “Fundación Rubby Pérez”.
Esta organización tiene como objetivo preservar la obra musical del artista y promover medidas de seguridad en espacios públicos para evitar nuevas tragedias.
“Queremos que el nombre de mi padre no solo se recuerde por su música, sino por un cambio positivo en la sociedad”, declaró Ana Beatriz, otra de las hijas, durante la presentación de la fundación.
Un año después del accidente, las hijas de Rubby organizaron un gran concierto homenaje en el Estadio Olímpico de Santo Domingo.
Participaron artistas de renombre de toda Latinoamérica, y el evento fue transmitido a nivel internacional.
Más que una ceremonia de nostalgia, fue una afirmación de vida, de resistencia y de arte.
Sulinka, interpretando los éxitos de su padre, demostró que la música de Rubby Pérez seguía viva, conectando generaciones y uniendo corazones.
A través de su dolor, estas jóvenes transformaron una tragedia en una lucha por la memoria, la justicia y la esperanza.