💔 Cuando el Vestidor Se Pudre: El Hombre Tóxico que Hundió a José de Jesús Corona 😤⚽

⚠️ El Último Error: El Personaje Que Destrozó al Ídolo del Arco… y Nadie Lo Quiso Detener 😱🏟️

 

Durante años, José de Jesús Corona fue un símbolo del fútbol mexicano.

Cruz Azul: a diez años del violento episodio que marcó la carrera de José de Jesús Corona - Infobae

El portero imbatible, el líder en el vestidor, el arquero que se convirtió en sinónimo de Cruz Azul, incluso cuando todo se desmoronaba alrededor.

Pero lo que nadie imaginaba era que su mayor enemigo no vestía camiseta rival… sino que estaba dentro de su propio entorno.

No fue un gol el que lo derribó.

Fue un rostro conocido, un personaje “infumable” que, con el tiempo, se convirtió en la sombra que lo empujó al abismo profesional.

Todo comenzó con rumores vagos, gestos tensos en las conferencias, silencios en el túnel.

Y luego llegaron los momentos más explícitos: decisiones técnicas incomprensibles, bancas injustificadas y un ambiente enrarecido en el vestidor.

Lo que antes era liderazgo, ahora se interpretaba como “problema”.

Y no por los fans.

Por alguien con poder, pero sin respeto.

El infumable que destruyo la carrera de José de Jesús Corona

Un personaje tóxico que desde su llegada comenzó a debilitar las bases que sostenían la carrera de Corona.

Ese “infumable”, como lo describen quienes vivieron la situación desde dentro, no solo era un nombre molesto.

Era una presencia nociva que desestabilizaba con pequeñas acciones, comentarios en voz baja, decisiones disfrazadas de estrategia.

Su influencia se sentía en el cuerpo técnico, en la directiva e incluso en algunos compañeros que, por miedo o conveniencia, optaron por el silencio.

Fuentes cercanas al club aseguran que este individuo tenía una fijación personal con Corona.

No se trataba de competencia deportiva.

Era envidia pura.

Envidia por el cariño del público, por el respeto ganado con sudor y años, por el liderazgo natural que ejercía en cada entrenamiento.

José de Jesús Corona y su deplorable actitud que le hizo perder la cabeza una vez más

Y como no podía superarlo en cancha, decidió borrarlo de ella.

Las primeras señales fueron sutiles: exclusión de alineaciones importantes, campañas internas para desacreditar su imagen de líder, y comentarios filtrados a medios sobre su “decaída”.

Pero Corona seguía entrenando con intensidad.

No había bajado el nivel.

No estaba lesionado.

No tenía escándalos activos.

Entonces, ¿por qué lo alejaban poco a poco del rol protagónico?

El golpe final llegó en la temporada 2023-2024.

A pesar de sus actuaciones sólidas, fue marginado sin explicaciones convincentes.

Y mientras algunos lo veían como una renovación natural, otros sabían que detrás había una mano negra, alimentada por ego, celos y ambición.

El mismo “infumable” que muchos jugadores evitaban confrontar, porque sabían que enfrentarlo significaba firmar su salida del club.

Se hizo justicia": Jesús Corona

José de Jesús Corona, sin hacer escándalos, aceptó el final con dignidad.

Pero su mirada en la última rueda de prensa lo decía todo.

No era resignación.

Era decepción.

“Me hubiera gustado retirarme aquí, en la cancha, como siempre lo soñé… pero hay decisiones que uno no controla”, dijo con voz firme, pero con los ojos a punto de romperse.

Las redes se llenaron de indignación.

Fanáticos, exjugadores y comentaristas coincidieron en algo: lo sacaron por la puerta trasera… y él no lo merecía.

La identidad del “infumable” ha sido un secreto a voces.

Algunos apuntan a un asistente técnico con historial conflictivo en otros clubes.

Otros, a un alto directivo que nunca soportó el liderazgo independiente de Corona.

Lo cierto es que ese personaje sigue moviéndose dentro del ecosistema del fútbol mexicano.

Intocable.

Y peor aún: impune.

Este caso deja una herida abierta no solo para los seguidores de Cruz Azul, sino para todos los que creen en el respeto a las leyendas.

Porque José de Jesús Corona no fue solo un arquero más.

Fue el escudo humano de una afición golpeada durante años.

Y su salida forzada, silenciosa, por culpa de alguien que no hizo ni una décima parte de lo que él logró, es una vergüenza que el club y el fútbol mexicano tendrán que cargar por mucho tiempo.

Hoy, Corona se mantiene alejado de los reflectores, enfocándose en su familia, proyectos personales y quizás, en algún momento, volver como entrenador.

Pero lo que le arrebataron no fue solo la titularidad.

Le robaron la posibilidad de despedirse como merecía: ovacionado, abrazado por sus compañeros y aplaudido por un estadio lleno de gratitud.

Y todo por culpa de un “infumable” que nunca supo lo que es ganarse el respeto… pero sí supo cómo destruirlo.

 

 

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