🔥 ¡OPERACIÓN SILENCIO! Harfuch Revela Cómo una Célula Élite Desmanteló al Grupo Fugitivo en Reynosa
En un país donde el crimen organizado parece tener ojos y oídos en cada rincón, realizar una operación encubierta sin una sola filtración es prácticamente un milagro.
Y eso fue, precisamente, lo que logró la llamada “Operación Silencio”, un despliegue quirúrgico de inteligencia que terminó con la célula criminal conocida como el Grupo Fugitivo, una de las más violentas que operaban en Reynosa.
El encargado de confirmar lo que muchos sospechaban, pero nadie se atrevía a decir, fue el propio Omar García Harfuch, una de las figuras más respetadas —y temidas— dentro del aparato de seguridad nacional.
Según las declaraciones recién filtradas a los medios, la célula encargada de eliminar al Grupo Fugitivo fue seleccionada entre los elementos más experimentados en combate urbano y guerra psicológica.
No fue una intervención militar tradicional.
No hubo helicópteros, ni convoyes masivos, ni presencia mediática.
Fue un golpe quirúrgico, en la sombra, que se preparó durante más de cinco meses con información altamente clasificada.
“No podíamos permitir que esa célula continuara operando.
Su nivel de infiltración y violencia superaba cualquier precedente”, señaló Harfuch con frialdad.
Los objetivos estaban perfectamente definidos: desarticular el liderazgo, neutralizar la cadena de mando y desaparecer toda capacidad operativa sin dejar rastro.
Y así fue.
En una sola noche, varios de los principales cabecillas del grupo desaparecieron sin dejar huella.
Ni balaceras mediáticas ni enfrentamientos públicos.
Todo fue ejecutado en silencio, con una precisión milimétrica.
En algunos casos, los miembros del grupo ni siquiera sabían que estaban siendo vigilados, hasta que ya era demasiado tarde.
“Fue como borrar un archivo del sistema… sin que nadie escuche el clic del teclado”, dijo uno de los agentes bajo anonimato.
El Grupo Fugitivo, que durante años había sido una pesadilla en Reynosa, acumulaba crímenes impunes, extorsiones brutales y vínculos directos con redes de tráfico internacional.
Su desaparición repentina causó desconcierto, pero nadie imaginó que detrás había una operación del nivel más alto, ejecutada bajo estrictas órdenes de inteligencia.
Harfuch aseguró que no se trató de una simple intervención: fue una acción diseñada para enviar un mensaje.
“Esta vez no vinimos a capturar.
Vinimos a cerrar un ciclo”, sentenció.
Lo más impactante de esta revelación es que ni siquiera las autoridades locales tenían conocimiento completo de la operación.
Solo un puñado de altos mandos sabía lo que estaba ocurriendo, y todo se manejó fuera de radares convencionales.
¿La razón? Evitar filtraciones.
Según informes internos, el Grupo Fugitivo había logrado establecer vínculos con figuras clave dentro de cuerpos policiacos municipales y estatales, lo que dificultaba cualquier intento frontal de desmantelamiento.
Por eso, se optó por actuar desde la sombra, con una célula completamente externa y sin nexos visibles con el aparato oficial.
Las repercusiones políticas y sociales de esta revelación apenas comienzan a vislumbrarse.
Mientras unos aplauden la valentía y eficacia de Harfuch, otros cuestionan los métodos utilizados.
¿Hasta qué punto una operación de este calibre puede pasar por encima de los procesos legales? ¿Quién responde si se cometen abusos o se eliminan piezas clave sin juicio? Las voces críticas aseguran que este tipo de tácticas, aunque efectivas, abren la puerta a un modelo de justicia extrajudicial extremadamente peligroso.
Sin embargo, para muchos habitantes de Reynosa, la desaparición del Grupo Fugitivo es motivo de alivio, aunque nadie se atreva a celebrarlo públicamente.
“Lo que sea que haya pasado… funcionó.
Desde entonces dormimos un poco más tranquilos”, declaró un comerciante que pidió el anonimato.
Y es que, en zonas donde el crimen dicta las reglas, cualquier cambio silencioso es mejor que una guerra abierta.
Por ahora, Harfuch se mantiene firme y ha advertido que esta no será la última operación de este tipo.
“A veces el silencio es el arma más efectiva”, concluyó.
Y con esa frase, deja claro que estamos ante una nueva forma de combatir al crimen… una que no se anuncia, no se grita y no deja testigos.
Solo resultados.
Y miedo.
Mucho miedo.