Javier Solís, conocido como “La voz de terciopelo”, “El señor de las sombras” y “El rey del bolero ranchero”, es una de las figuras más emblemáticas de la música mexicana.
Su legado musical y su vida personal han sido objeto de admiración y estudio durante décadas, a pesar de que su partida ocurrió hace ya 56 años, el 19 de abril de 1966.
Este artículo repasa su trayectoria, sus orígenes, su ascenso a la fama, y las circunstancias que rodearon su prematura muerte.
Gabriel Siria Levario, nombre real de Javier Solís, nació el 1 de septiembre de 1931 en la Ciudad de México, específicamente en el Hospital Nacional Homeopático, ubicado en la delegación Cuauhtémoc.
Durante mucho tiempo se rumoró que había nacido en Nogales, Sonora, pero documentos oficiales confirmaron su nacimiento en la capital del país.
Su infancia estuvo marcada por la ausencia de su padre, Francisco Siria Mora, un obrero con problemas de alcoholismo, y por la necesidad de su madre, Juana Levario Plata, de trabajar arduamente en un mercado para sostener a la familia.
A los siete meses de edad, su madre entregó a Gabriel a su tío Valentín y a su esposa Ángela, quienes lo criaron como si fuera su propio hijo.
Javier Solís siempre reconoció a esta pareja como sus verdaderos padres y les profesó un profundo amor y respeto.
Tuvo cinco hermanos y, aunque su infancia fue difícil, sus padres adoptivos hicieron todo lo posible para brindarle una vida lo más normal y feliz posible.
Gabriel Siria comenzó su carrera artística con el nombre de Javier Looking, pero pronto se dio cuenta de que necesitaba un nombre más atractivo para el público.
Existen varias versiones sobre cómo surgió el nombre artístico “Javier Solís”.
Una dice que un cliente no quedó satisfecho con el nombre Gabriel Siria y otro cantante, Arturo Solís, le sugirió combinar su apodo “el solista” para crear “Solís”.
Otra versión señala que Felipe Valdés Leal, director artístico de su sello discográfico, fue quien le propuso el nombre.
Lo cierto es que Javier Solís decidió dejar atrás su pasado y comenzar de nuevo con un nombre que lo ayudara a alcanzar el éxito.
Su talento y personalidad independiente lo convirtieron en un hombre hecho a sí mismo, que no necesitó de nadie para salir adelante.
Javier Solís es considerado parte de la trilogía mítica de la música ranchera junto a Pedro Infante y Jorge Negrete.
Su voz, única y profunda, lo llevó a la cima de la popularidad, especialmente con el género del bolero ranchero, que logró proyectar a nivel nacional e internacional.
Durante su carrera, que duró apenas diez años, grabó 29 discos de larga duración y participó en 33 películas.
Su estilo musical modernizó el mariachi, incorporando temas urbanos y latinoamericanos que ampliaron el interés del público hacia la música ranchera.
Algunos de sus discos más exitosos incluyen *Sombras*, *Llorarás, llorarás*, *Payaso* y *Todavía te quiero*.
Canciones como “Sombras”, “Amorcito corazón”, “Llorarás, llorarás” y “Cuando vivas conmigo” siguen siendo clásicos de la música mexicana.
Aunque su vida profesional fue brillante, Javier Solís tuvo una vida sentimental complicada.
Se casó con Enriqueta, con quien tuvo dos hijas, pero también mantuvo varias relaciones amorosas simultáneas y tuvo hijos fuera del matrimonio.
Esta situación generó conflictos y enredos en su vida personal.
A pesar de sus problemas amorosos, Solís fue admirado por su carisma y su capacidad para transmitir emociones profundas a través de su música.
Javier Solís padecía de cálculos en la vesícula biliar, lo que le causaba intensos dolores abdominales.
Durante años pospuso la intervención quirúrgica hasta que en abril de 1966 fue hospitalizado en el Hospital Santa Elena, en la colonia Roma de Ciudad de México, para ser operado de la vesícula.
Aunque la operación fue exitosa, presentó complicaciones postoperatorias que derivaron en un desequilibrio electrolítico que provocó un fallo cardíaco.
Falleció el 19 de abril de 1966 a las 5:45 de la mañana, a la edad de 34 años.
Su partida fue un duro golpe para la música mexicana y para sus innumerables seguidores en todo el mundo.
A pesar de su corta carrera, Javier Solís dejó una huella imborrable en la música ranchera y el bolero.
Su voz y su estilo único lo convirtieron en un ícono, y su influencia sigue vigente en artistas actuales.
Su trabajo ayudó a visibilizar a grandes compositores mexicanos y latinoamericanos como Rafael Hernández, Pedro Flores, Álvaro Carrillo, José Alfredo Jiménez y Agustín Lara.
Además, su encuentro con Frank Sinatra en Nueva York en 1965 simboliza el reconocimiento internacional que alcanzó, siendo considerado el “Frank Sinatra latinoamericano”.
Javier Solís fue más que un cantante; fue un intérprete que transmitió con pasión y autenticidad las emociones de sus canciones.
Su vida, marcada por dificultades y éxitos, es un ejemplo de perseverancia y talento.
Hoy, a más de cinco décadas de su muerte, su música sigue viva en el corazón de millones de personas, recordándonos la grandeza de “La voz de terciopelo” y su invaluable aporte a la cultura musical mexicana.
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