🧨 Tras la caída de Barajas, Iván lanza amenaza velada a “El Mencho”… y nadie lo desmintió ☠️📡
La noticia cayó como una bomba en la madrugada: Ernesto Barajas, uno de los operadores más discretos pero letales dentro del entramado narco, había sido “neutralizado” en un operativo relámpago en Michoacán.
Lo que inicialmente fue manejado por las autoridades como una baja más en la lucha contra el crimen, rápidamente se convirtió en el detonante de una guerra interna que nadie se atrevía a mencionar en voz alta.
Hasta que Iván habló.
Conocido por su frialdad estratégica y su capacidad de moverse entre la sombra y el fuego sin dejar huellas, Iván Archivaldo Guzmán —hijo del mítico “Chapo” Guzmán— no suele emitir declaraciones directas.
Pero esta vez fue distinto.
A través de un mensaje difundido en canales encriptados del narco, dejó claro que la caída de Barajas no fue obra del gobierno…sino una traición desde dentro.
Y el dedo apuntaba, sin rodeos, a Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”.
“Si tocas a uno, nos tocas a todos”, habría dicho el mensaje, acompañado por un símbolo que solo los viejos del cartel reconocen: el jaguar negro.
Una señal de guerra.
La implicación era directa: la neutralización de Barajas, quien operaba como enlace clave entre las células de Sinaloa y facciones aliadas del CJNG, fue una jugada premeditada por el círculo de “El Mencho” para desestabilizar el equilibrio de poder.
Barajas no era un cualquiera.
Su papel, aunque poco visible en los medios, era fundamental.
Controlaba rutas, coordinaba cargamentos transfronterizos y, según documentos filtrados por inteligencia, era uno de los pocos que mantenía contacto fluido entre Iván y emisarios de “El Mencho”.
Su muerte no solo rompe una línea de comunicación, rompe una tregua tácita.
Las reacciones no se hicieron esperar.
En menos de 48 horas, se registraron al menos seis enfrentamientos armados entre células relacionadas con ambos bandos en zonas clave de Jalisco y Sinaloa.
Camionetas calcinadas, cuerpos abandonados con mensajes codificados y retenes ilegales marcaron una nueva fase del conflicto.
Pero lo más inquietante fue el silencio oficial.
Ninguna autoridad confirmó ni negó el vínculo entre los eventos.
Y en ese vacío de información, el mensaje de Iván retumbó con más fuerza.
Analistas en seguridad nacional comenzaron a hablar de un “quiebre inminente” entre los dos principales cárteles del país.
Si la alianza —forjada por necesidad durante la reconfiguración del narco tras la caída de los Beltrán y Zetas— se rompe, México podría entrar en una nueva etapa de violencia descontrolada.
“Lo que Iván dijo no es una amenaza, es una declaración de intenciones”, afirma un exagente federal.
“Cuando los jefes mandan mensajes así, no es para negociar.
Es para dejar claro que la sangre va a correr”.
Lo que agrava la situación es que este conflicto no es solo personal, sino simbólico.
Iván representa la vieja escuela, la tradición de respeto entre capos, la estructura de jerarquía narco con códigos.
“El Mencho”, en cambio, representa la brutalidad moderna: fuerza desmedida, lealtad basada en el miedo, y cero espacio para el diálogo.
La muerte de Barajas habría sido una declaración de “ya no te necesito”.
Y ahora, el mensaje de Iván cambia las reglas.
Ya no se trata de rutas ni territorios.
Se trata de honor.
De traición.
De venganza.
Los rumores apuntan a que células del grupo de Los Chapitos ya están movilizadas para “limpiar” zonas de influencia del CJNG, empezando por enclaves clave en Zacatecas y Nayarit.
Las armas están listas.
Y los silencios son más peligrosos que las balas.
Por su parte, el círculo cercano a “El Mencho” no ha respondido públicamente.
Pero fuentes extraoficiales indican que se han reforzado operativos internos de seguridad, y que incluso algunos mandos de bajo perfil han sido “desaparecidos” para evitar filtraciones o traiciones internas.
El mensaje es claro: saben que Iván no habla por hablar.
Mientras tanto, en la frontera norte, autoridades estadounidenses han aumentado la vigilancia en ciertas rutas, anticipando una oleada de violencia que podría desbordar los límites regionales.
La DEA, que durante años ha mantenido a Iván en la mira, ahora teme que esta guerra interna genere más caos que orden.
Y en medio del fuego cruzado, una pregunta flota entre los pasillos del poder, en las redacciones y en los pueblos atrapados entre cárteles: ¿Acaba de romperse la última gran alianza del narco mexicano?
La caída de Barajas fue el disparo.
El mensaje de Iván, la respuesta.
Lo que viene ahora… es una cuenta regresiva que nadie parece poder detener.