🧠 Golpes que aún duelen: A los 44 años, Cotto revela la pesadilla que nunca pudo olvidar 😱🕳️
Miguel Cotto, el orgullo de Puerto Rico, el hombre que construyó una carrera basada en la disciplina, el coraje y el respeto por el boxeo, ha roto su tradicional hermetismo.
En una reciente entrevista que parecía rutinaria, el excampeón mundial dejó caer una bomba emocional: reveló quién fue el rival más duro de toda su carrera, y lo hizo con una mezcla de frialdad, nostalgia… y un dejo de miedo en la mirada.
Cotto, retirado desde 2017 pero aún activo en el mundo del boxeo como promotor y mentor de jóvenes talentos, no titubeó cuando le hicieron la pregunta que millones han querido saber: “¿Quién fue el boxeador más difícil al que te enfrentaste?”.
Su respuesta fue tan breve como devastadora: “Antonio Margarito.
Sin duda alguna.
Y no por lo que hizo… sino por lo que me hizo sentir.
Con esa frase, todo el estudio se congeló.
Porque para los fanáticos del boxeo, ese nombre es sinónimo de uno de los capítulos más oscuros y controversiales de la historia reciente del deporte.
El combate entre Cotto y Margarito en 2008 fue brutal.
Sangre, resistencia, y un desenlace que dejó a Miguel derrotado, física y emocionalmente.
Pero lo que realmente marcó ese enfrentamiento fue lo que vino después: la revelación de que Margarito, en su pelea siguiente, fue sorprendido con vendajes ilegales que contenían una sustancia endurecedora, sospecha que inmediatamente se proyectó sobre su victoria ante Cotto.
“Esa noche yo lo di todo.
Pensé que simplemente me había ganado.
Pero luego supe lo que había detrás… y eso fue peor que cualquier golpe”, confesó Cotto, con la voz apagada.
“No fue solo el dolor físico, fue la traición al espíritu del boxeo.
Me golpearon con trampa, y eso no se olvida”.
Pero lo que más impactó fue cómo describió lo que sintió en los rounds finales de esa pelea.
“Yo sabía que algo no estaba bien.
Sentía que sus golpes eran distintos, como si me pegaran con ladrillos.
Me decía a mí mismo: ‘Aguanta, esto es boxeo’… pero no era boxeo.
Era otra cosa”.
El puertorriqueño contó que después de ese combate vivió una de las etapas más oscuras de su vida.
“No dormía.No comía.
Me miraba al espejo y me sentía derrotado, no por perder… sino por no saber la verdad en ese momento.
Me quitaron algo más que un título, me robaron la confianza”, admitió.
Cuando volvió a enfrentar a Margarito en 2011, la pelea ya tenía otro sabor.
Era más que una revancha, era una guerra personal.
Y esa vez, Cotto ganó.
Lo hizo con estrategia, con precisión, y sobre todo con una mirada que no perdonó.
“En esa segunda pelea, lo miré a los ojos y ya no estaba el mismo monstruo.
Era un hombre vacío.
Yo sí tenía algo que probar.Y lo hice.
Cotto también mencionó otros rivales duros como Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, destacando su talento y velocidad.
“Con ellos fue boxeo puro.
Me ganaron porque fueron mejores esa noche.
Pero con Margarito… fue otra historia.
Fue una herida que nunca cerró.
El testimonio de Miguel dejó al mundo del boxeo sacudido.
Porque si bien todos sabían que esa pelea había sido una mancha en su carrera, pocos sabían cuánto le dolía todavía.
Su confesión fue una especie de catarsis, un intento de cerrar una herida abierta durante más de una década.
Hoy, a los 44 años, Miguel Cotto sigue entrenando, pero no para pelear.
Lo hace para mantenerse fuerte, física y mentalmente.
Pero cuando le preguntaron si volvería al ring si pudiera enfrentar a un rival más, lo dejó claro: “No necesito venganza.
Ya me liberé cuando dije la verdad”.
Y esa verdad fue más potente que cualquier uppercut.
Porque cuando un guerrero como Cotto habla, no lo hace para impresionar.
Lo hace para sanar.
Y con esas palabras, el mundo del boxeo no solo lo escuchó… lo respetó aún más.