José Rómulo Caicedo Muñetón, conocido como el “Emperador del Despecho”, fue uno de los cantautores más emblemáticos y queridos de Colombia, cuya trayectoria musical dejó una huella imborrable en la música popular colombiana y en varios países de América Latina.
Su historia, sin embargo, no solo está marcada por su éxito artístico, sino también por una vida llena de desafíos, dificultades y un trágico final que pocos conocen en detalle.
Rómulo Caicedo nació el 17 de febrero de 1929 en Girardot, Cundinamarca, en una familia humilde que enfrentó la pobreza desde sus inicios.
Debido a esta situación, tuvo que abandonar la escuela tras completar solo sus estudios primarios para trabajar desde muy joven.
Comenzó como peón en fincas, luego obrero en construcciones y finalmente conductor de autobús, actividades que le permitían subsistir mientras cultivaba su pasión por la música.
Desde niño mostró un gusto especial por la música, aprendiendo a tocar instrumentos como la dulzaina y el acordeón, con los que ambientaba eventos sociales.
Su talento lo llevó a formar parte del Trío Los Cumbancheros, incursionando en géneros como el vallenato, el merengue y la música popular.
Fue en esta etapa cuando conoció al autor Edmundo Arias, cuya influencia fue clave para que Rómulo compusiera “Pajaritos Ribereño”, tema que le abrió las puertas al éxito en su región.
A pesar de mantener su trabajo como conductor de autobús, Rómulo comenzó a hacerse conocido por sus letras dedicadas al amor y al desamor, con una voz nostálgica que conectaba con la población humilde, especialmente obreros y amas de casa.
En ciudades como Medellín se convirtió en un ídolo popular, recibiendo el cariño y respeto de multitudes que lo invitaban a sus mesas y le pedían autógrafos en cantinas.
Su salto definitivo a la fama ocurrió en 1964, cuando su canción “Web Page” fue seleccionada como tema oficial de la Feria de Cali.
A partir de ese momento, su carrera musical despegó, interpretando además cumbias, porros, boleros, baladas y rancheras.
Caicedo popularizó cientos de canciones que se convirtieron en clásicos del género, y fue reconocido como el creador del género huasca.
Entre sus temas más emblemáticos destacan “Ilusión Perdida”, “Perdido en las Copas”, “Mi Dicha” y “Ándate”.
Su canción “Llanto Militar” llegó a ser un himno para jóvenes que cumplían el servicio militar, consolidando su popularidad a nivel nacional e internacional, especialmente en países vecinos como Venezuela.
Rómulo Caicedo fue apodado el “Emperador del Despecho” por su habilidad única para expresar el dolor y la tristeza del amor perdido en sus canciones.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, su estilo y voz eran inconfundibles, y su éxito abrió camino a nuevas generaciones de artistas en el ámbito de la música popular colombiana.
Durante su carrera, compartió escenario y competencia con grandes figuras como Olímpio Cárdenas, Julio Jaramillo y Lucho Bowen, pero siempre mantuvo su lugar como uno de los más solicitados y respetados intérpretes del género.
En el ámbito personal, Rómulo tuvo una vida familiar numerosa y compleja.
Su última compañera fue Carmen Ortiz, con quien tuvo varios hijos, sumando un total de 14 descendientes producto de diferentes relaciones.
Aunque tres de sus hijos no fueron reconocidos oficialmente, todos reclamaron su herencia tras su fallecimiento, lo que generó tensiones familiares.
A pesar de su fama, Caicedo evitaba hablar de su vida privada en entrevistas, prefiriendo mantener un perfil bajo y centrarse en su música y su público.
Esta discreción contribuyó a que muchos detalles sobre su vida personal permanecieran desconocidos para el gran público.
En el año 2000, Rómulo sufrió una grave caída desde unas escaleras que le provocó lesiones severas, obligándolo a someterse a tres intervenciones quirúrgicas.
La caída le dejó paralizada la mitad del cuerpo y le hizo perder la capacidad de hablar, lo que representó un duro golpe para el cantante, cuya voz era su principal herramienta artística.
Durante los siguientes siete años, Caicedo luchó incansablemente por recuperar su movilidad y su voz a través de cientos de terapias y tratamientos exhaustivos.
Contra todo pronóstico y gracias a su perseverancia, logró recuperar la voz y, superando los 70 años, retomó su carrera musical.
Aunque su popularidad había disminuido en las grandes ciudades, Rómulo seguía siendo muy escuchado en pueblos y regiones fronterizas, especialmente en Venezuela, donde se había convertido en un símbolo de la música popular colombiana.
Por esta razón, decidió mudarse a Villa del Rosario, en Cúcuta, una localidad fronteriza que le permitía atender compromisos en ambos países.
A mediados de octubre de 2007, mientras visitaba un mercado local para llevar regalos a sus hijos en Bogotá, Caicedo quedó atrapado en medio de un disturbio entre pobladores y fuerzas del orden, presuntamente provocado por restricciones para quienes intentaban cruzar la frontera ilegalmente.
Durante el caos, fue alcanzado por piedras y gases lacrimógenos lanzados por la policía.
Aunque inicialmente sufrió solo algunos rasguños, días después comenzó a experimentar dificultades respiratorias y fatiga, síntomas que empeoraron con el tiempo.
Durante una presentación, tuvo que cancelar su actuación debido a una tos constante y fue trasladado a una clínica en Cúcuta.
Los médicos diagnosticaron una infección pulmonar causada por la inhalación de gases lacrimógenos, agravada por daños previos relacionados con su adicción al tabaco y al café.
A pesar de su estado delicado, Caicedo intentó no alarmar a su familia y continuó trabajando hasta que su salud se deterioró gravemente.
Con líquido en los pulmones y otros órganos afectados por la falta de oxígeno, fue conectado a un respirador artificial.
Debido a la ausencia de familiares para autorizar una operación que podría haber salvado su vida, no se pudo llevar a cabo la intervención.
Finalmente, la madrugada del 23 de diciembre de 2007, Rómulo Caicedo falleció a los 78 años, rodeado solo por su amigo y también cantautor Malaquía Orrego, quien estuvo a su lado hasta el último momento.
La noticia de su muerte fue comunicada por su hija menor, Natalia Caicedo, quien acusó a las fuerzas del Estado de ser responsables indirectas del deterioro de salud de su padre debido al uso indiscriminado de gases lacrimógenos.
Sus restos fueron trasladados a Medellín, ciudad donde vivió la mayor parte de su vida, para ser sepultados.
El funeral fue discreto y con poca asistencia, lo que entristeció a su familia.
Para honrar su memoria, contrataron mariachis que cobraron por su actuación, reflejando la compleja situación que rodeó su despedida.
A pesar de las dificultades en su vida personal y el trágico final, Rómulo Caicedo dejó una herencia musical invaluable.
Con cerca de 1800 temas musicales y 108 producciones discográficas, su obra sigue siendo un pilar fundamental de la música popular colombiana, recordada y celebrada por fanáticos y artistas por igual.
Rómulo Caicedo fue mucho más que un cantante; fue un símbolo de la música popular colombiana, un hombre que superó adversidades y se mantuvo fiel a su arte hasta el final.
Su voz y sus letras siguen resonando en la memoria colectiva, recordándonos la fuerza del talento y la pasión por la música, incluso en medio de las dificultades más grandes.
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