Princesa Leonor inicia su formación militar a bordo del emblemático buque escuela Juan Sebastián Elcano, enfrentando una experiencia de disciplina, compañerismo y aprendizaje que la llevará a recorrer el Atlántico y varios países.
El 8 de enero de 2025 marcó el inicio de una experiencia que transformará a la Princesa Leonor tanto personal como profesionalmente.
Como parte de su formación militar en la Escuela Naval de Marín, la heredera al trono español embarcó en el legendario buque escuela Juan Sebastián Elcano.
Durante los próximos cinco meses, este crucero recorrerá más de 17,000 millas náuticas y visitará ocho países en una travesía por el Atlántico y otros mares.
Este viaje no solo representa un reto de superación personal, sino también una formación integral que la preparará para su futuro papel como reina.
En este periplo, Leonor deja atrás los lujos asociados a la realeza para compartir camarotes, responsabilidades y aprendizajes al mismo nivel que los 75 guardiamarinas y tripulantes que la acompañan.
El Juan Sebastián Elcano, con sus 113 metros de eslora, es mucho más que un barco; es un símbolo de la Armada Española desde su botadura en 1927.
Este velero no solo enseña maniobras y técnicas náuticas, sino también valores fundamentales como el honor, la disciplina y la camaradería.
Para Leonor y sus compañeros, el buque es un aula flotante y un hogar austero sobre las olas. Allí, la rutina diaria comienza al amanecer con turnos de guardia, clases teóricas y maniobras prácticas.
La dificultad aumenta progresivamente hasta llegar a una etapa crucial conocida como “fase de responsabilidad”, donde los estudiantes asumen el mando del barco y aprenden a gestionar tanto las tareas como a la tripulación en condiciones reales.
La vida a bordo está marcada por una estricta organización. Los alumnos comparten literas en camarotes funcionales, con pertenencias ordenadas meticulosamente en taquillas personales.
El espacio es limitado, pero optimizado. Cada litera tiene una cortina para algo de privacidad, aunque la convivencia es inevitablemente estrecha.
Los momentos compartidos en áreas comunes como el comedor o el gimnasio no solo alivian la tensión del día a día, sino que también fortalecen el espíritu de equipo.
Incluso los ratos de ocio sirven para fomentar las relaciones entre compañeros con actividades como deportes o música.
El buque también cuenta con espacios emblemáticos como el salón de actos, que se utiliza para proyecciones de cine, actividades culturales, misas dominicales y otras dinámicas sociales esenciales para la convivencia.
Por su parte, las comidas se convierten en otro de los puntos clave de esta experiencia: elaboradas con productos frescos adquiridos localmente en cada puerto, ayudan a mantener el ánimo alto y a nutrir a los tripulantes para las exigencias físicas del día a día.
Este viaje no será únicamente un desafío técnico para Leonor; será una verdadera lección de humildad, autosuperación y trabajo en equipo.
Lejos del lujo del palacio, vivirá bajo las mismas condiciones y estándares que sus compañeros.
Participará en las mismas maniobras diarias, estudiará las complejas materias de navegación y meteorología, y trabajará codo a codo con todos los guardiamarinas en sus prácticas.
Durante estos meses, no habrá trato diferencial; será una más entre los futuros oficiales.
La ruta planificada incluye destinos tan diversos como Salvador de Bahía en Brasil, Montevideo en Uruguay, Valparaíso en Chile, Cartagena de Indias en Colombia y Nueva York en Estados Unidos, entre otros.
Además del aprendizaje técnico relacionado con la navegación y la vida en el mar, estas escalas representarán una enriquecedora oportunidad para interactuar con culturas y tradiciones distintas.
Los diplomáticos encuentros con otras marinas y autoridades locales añadirán otra perspectiva importante a su formación.
A pesar de las duras condiciones que implican este tipo de travesías —físicamente exigentes e intensas emocionalmente—, el viaje promete ser inolvidable.
La educación no vendrá solo de los libros o las maniobras náuticas; también estará presente en los valores adquiridos gracias a la convivencia cercana con sus compañeros.
Esta experiencia fortalecerá su carácter y ampliará sus horizontes al vivir de primera mano las oportunidades y desafíos que supone formar parte de una tripulación organizada.
Para Leonor, este viaje será mucho más que un simple paso en su educación militar.
Será una inmersión única y transformadora que la preparará no solo como líder futura del reino, sino también como persona consciente del esfuerzo colectivo que requiere servir a los demás.