“Ella Quería Rendirse…” – La Impactante Confesión de Erwin Bach Sobre los Últimos Años de Tina Turner
Anna Mae Bullock, más conocida como Tina Turner, nació el 26 de noviembre de 1939 en Nutbush, Tennessee.
Desde pequeña, su vida estuvo marcada por la pobreza, el abandono y la violencia.
La Segunda Guerra Mundial separó a su familia, y cuando apenas tenía 11 años, su madre la dejó atrás, rompiéndole el corazón para siempre.
De empleada doméstica a adolescente sin rumbo, Tina encontró su escape en la música.
A los 18 años, su destino cambió para siempre cuando subió al escenario de un club nocturno en St. Louis…
y conquistó a Ike Turner.
Lo que parecía el inicio de un sueño, se convirtió en una pesadilla de abuso, control y violencia.
Durante años, Tina soportó golpes, humillaciones y traiciones.
Incluso cuando su voz la catapultó al estrellato, su vida privada era un verdadero infierno.
En 1968, desesperada, intentó quitarse la vida con una sobredosis de Valium.
Pero sobrevivió.
Y decidió luchar por su libertad, una batalla que le costó perderlo todo: su casa, su dinero…
y casi su vida.
Cuando finalmente logró divorciarse de Ike Turner en 1978, Tina era una mujer quebrada, criando a sus cuatro hijos sola, durmiendo en armarios para escapar de
las balas que matones disparaban contra su casa.
Sobrevivía gracias a cupones de alimentos.
Su carrera parecía acabada.
Pero la fiera que habitaba en su interior no estaba dispuesta a rendirse.
Con Private Dancer en 1984, Tina resurgió más fuerte que nunca.
Himnos como What’s Love Got to Do with It y The Best la coronaron como la Reina indiscutible del Rock.
Cada paso en el escenario era una declaración de guerra contra su dolor pasado.
Sin embargo, la vida no había terminado de ponerla a prueba.
En 1994, Tina se mudó a Suiza con su gran amor, Erwin Bach, un ejecutivo de la música 16 años menor que ella.
Después de décadas de sufrimiento, por fin encontró un amor verdadero, limpio y generoso.
En 2013, renunció a su ciudadanía estadounidense y se convirtió en ciudadana suiza, en busca de paz.
Pero el destino tenía otros planes.
En 2013, Tina sufrió un devastador derrame cerebral que la dejó incapaz de caminar.
En 2016, fue diagnosticada con cáncer intestinal.
Y por si fuera poco, sus riñones comenzaron a fallar gravemente.
Los médicos fueron claros: sin un trasplante, Tina moriría.
Agotada, derrotada, Tina se registró en una organización suiza para el suicidio asistido.
Estaba lista para rendirse.
Entonces, ocurrió un milagro de amor.
Erwin Bach, su esposo, le ofreció uno de sus propios riñones.
Sin dudarlo, sin condiciones.
“Le dije: quiero darte uno de mis riñones.
Es un regalo de amor.” – confesó Erwin, conmoviendo al mundo.
La cirugía se realizó en 2017 y fue un éxito.
Pero la salud de Tina seguía frágil.
El dolor físico era constante.
Las secuelas del cáncer, del derrame cerebral y de años de agotamiento emocional la acompañaban cada día.
En sus memorias, My Love Story, Tina confesó:
“He tenido una vida maravillosa, llena de amor verdadero, pero también de luchas que me dejaron cicatrices profundas.”
El golpe final llegó en 2018, cuando su hijo mayor, Craig Turner, se suicidó a los 59 años.
Tina dispersó sus cenizas en el océano frente a California, rompiéndose por dentro, pero mostrando al mundo una cara de serenidad que ocultaba su devastación.
El 24 de mayo de 2023, la leyenda se apagó en su mansión en Suiza, mirando el lago, rodeada de amor y paz… finalmente libre del dolor.
Su esposo, Erwin, ha confesado que en los últimos días, Tina estaba tranquila, serena:
“No tenía miedo.
Estaba lista.
Había luchado suficiente.
Quería descansar.”
Un cartel colgado en la puerta de su casa lo decía todo:
“No tocar el timbre antes del mediodía.”
Era el símbolo silencioso de una mujer que merecía, al fin, algo de paz.
Tina Turner dejó el mundo con la misma dignidad con la que vivió sus peores batallas.
Una mujer que, contra todo pronóstico, transformó cada golpe recibido en una canción eterna.
Hoy, su música sigue viva.
Sus pasos siguen resonando en cada escenario.
Y su historia, ahora completa gracias a las palabras de Erwin, nos recuerda que Tina Turner fue mucho más que una estrella: fue un alma indestructible.
¡Descansa en poder, Tina!
Tu voz, tu fuerza, tu espíritu jamás serán olvidados.
