La muerte de Marilyn Monroe, una de las figuras más icónicas del siglo XX, sigue siendo uno de los acontecimientos más comentados y misteriosos de la cultura popular.
Aunque han pasado más de seis décadas desde aquella fatídica noche del 5 de agosto de 1962, el impacto de su partida continúa generando debate, teorías de conspiración y una profunda fascinación por la figura que encarnó la sensualidad, el glamour y la vulnerabilidad del estrellato en Hollywood.
Su fallecimiento, oficialmente catalogado como un suicidio por sobredosis de barbitúricos, dejó muchas preguntas sin responder y consolidó aún más su lugar como mito moderno.
La noche previa a su muerte, Marilyn se encontraba en su casa de Brentwood, California.
Según los informes, había pasado el día hablando por teléfono, viendo televisión y manteniendo contacto con sus amigos cercanos y asistentes.
Su ama de llaves, Eunice Murray, fue quien primero notó algo extraño cuando, en la madrugada del 5 de agosto, vio que la luz de la habitación de Marilyn seguía encendida y la puerta estaba cerrada.
Al no obtener respuesta, contactó al psiquiatra de la actriz, Ralph Greenson, quien al llegar rompió una ventana para entrar y la encontró sin vida en la cama, boca abajo, con el teléfono en la mano y vacíos varios frascos de pastillas en la mesita de noche.
La autopsia realizada poco después determinó que la causa de su muerte fue una intoxicación aguda por barbitúricos, principalmente pentobarbital y cloralhidrato.
No se encontraron señales de violencia física ni indicios de que las sustancias hubieran sido administradas de manera forzada, aunque los exámenes tampoco detectaron residuos de pastillas en su estómago, lo que ha alimentado las sospechas de quienes dudan de la versión oficial del suicidio.
La vida de Marilyn había estado llena de altibajos emocionales.
Había estado internada en clínicas psiquiátricas, luchaba contra la adicción, y sufría frecuentes crisis de ansiedad y depresión.
A pesar de su estatus de estrella, se sentía sola y desprotegida.
Días antes de su muerte, había escrito una carta a su amigo Truman Capote en la que expresaba su desesperación y desconfianza hacia quienes la rodeaban.
También mencionaba sentirse vigilada, lo que aumentó las sospechas de que estaba involucrada en asuntos que ponían en riesgo su seguridad.
Uno de los aspectos más controversiales de su vida, y que ha dado pie a numerosas teorías, fue su presunta relación sentimental con John F.
Kennedy y posteriormente con su hermano, Robert Kennedy.
Se especula que estas relaciones la colocaron en el centro de una red de secretos políticos y personales que, según algunos, habrían motivado su eliminación.
Aunque nunca se han presentado pruebas concluyentes, muchos aseguran que Marilyn sabía más de lo que debía y que su inestabilidad emocional la convertía en un riesgo para las figuras más poderosas del país.
En 1982, la oficina del fiscal del distrito de Los Ángeles decidió reabrir el caso debido al creciente interés público y las múltiples teorías que surgieron a lo largo de los años.
Sin embargo, la investigación no arrojó pruebas contundentes para cambiar la versión oficial del suicidio.
A pesar de eso, el halo de misterio sigue envolviendo su muerte, y muchos siguen convencidos de que hubo algo más detrás de la tragedia.
El legado económico de Marilyn también ha sido motivo de controversia.
Al momento de su muerte, su patrimonio se estimaba en unos 800,000 dólares, lo que equivale a más de siete millones en la actualidad.
Sorprendentemente, dejó la mayor parte de su fortuna a su terapeuta, Marianne Kris, y a su mentor en el mundo de la actuación, Lee Strasberg, quien heredó sus pertenencias personales y derechos de imagen.
Strasberg, años más tarde, se beneficiaría enormemente de la comercialización de su imagen, un negocio que sigue siendo lucrativo hasta hoy.
Pero más allá de los escándalos y las teorías, la vida de Marilyn Monroe fue una historia profundamente humana.
Nacida como Norma Jeane Mortenson el 1 de junio de 1926, su infancia estuvo marcada por el abandono, el abuso y la inestabilidad.
Su madre padecía problemas mentales y nunca pudo hacerse cargo de ella, lo que llevó a Marilyn a pasar su niñez en orfanatos y hogares de acogida.
Estos traumas tempranos la persiguieron durante toda su vida, y aunque alcanzó la fama mundial, siempre sintió un vacío interior y una búsqueda constante de amor y seguridad.
Pese a todo, su influencia en la cultura contemporánea es innegable.
Marilyn no solo revolucionó la industria del cine con su carisma, su imagen y su talento, sino que también desafió los estereotipos de género, fue una defensora precoz de la igualdad racial (insistió en que Ella Fitzgerald cantara en clubes donde antes no era bienvenida) y dejó un legado artístico que aún se estudia y celebra.
Su vida ha sido objeto de libros, películas, documentales y miles de artículos, todos intentando descifrar a la mujer detrás del mito.
En definitiva, Marilyn Monroe fue mucho más que un símbolo sexual.
Fue una mujer compleja, talentosa, vulnerable y profundamente marcada por sus experiencias.
Su muerte, tan trágica como enigmática, sigue generando fascinación y preguntas sin respuesta.
Pero quizá lo más importante sea recordar no solo cómo murió, sino cómo vivió: con una mezcla de luz y sombra, de fuerza y fragilidad, que la convirtieron en un ícono eterno de la cultura del siglo XX.
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