😢⚽ “Cabinho cumple 76 años: la leyenda que el fútbol olvidó”
Durante los años setenta y ochenta, Cabinho era sinónimo de gol.
Su presencia en el área era una sentencia.

Ocho veces campeón de goleo, ídolo de Pumas, Atlante y León, un delantero que marcó una época.
Su potencia, su instinto y su carácter lo convirtieron en una leyenda viva del balompié mexicano.
Pero el tiempo, ese enemigo invisible que no perdona, lo fue dejando solo.
Hoy, a los 76 años, vive lejos de los reflectores, en un rincón silencioso donde el eco de los estadios ya no llega.
Quienes lo conocieron dicen que su vida actual contrasta brutalmente con el brillo de su pasado.
“Cabinho fue grande, pero el fútbol tiene mala memoria”, dice un excompañero con melancolía.
Y es cierto: pocos recuerdan que fue el máximo goleador extranjero en la historia de la liga mexicana, un récord que todavía mantiene.

Su historia es un retrato doloroso de lo que ocurre con muchos ídolos que, tras la gloria, se enfrentan a la soledad.
Cabinho, aquel hombre imponente que hacía vibrar a las multitudes, ahora pasa sus días con la mirada perdida, recordando los goles que lo hicieron eterno.
No hay entrevistas, no hay homenajes oficiales, apenas algunos fanáticos que aún le escriben mensajes de agradecimiento en redes, recordando lo que fue.
Cercanos a él aseguran que vive con modestia, alejado de los lujos, y que sus condiciones de salud no son las mejores.
“Ya no es el mismo de antes.
Le duele todo, y a veces ni siquiera quiere salir de casa”, comenta un amigo.
En su voz hay tristeza, pero también resignación.
El ídolo que alguna vez fue portada de revistas deportivas ahora vive casi en el anonimato.
Cabinho fue, sin duda, un personaje complicado.
Nunca fue amante de las cámaras ni de los micrófonos.
Siempre mantuvo una distancia con la prensa, quizás por eso, al retirarse, el olvido lo alcanzó más rápido.
Su carácter fuerte, que en la cancha era virtud, fuera de ella se volvió una barrera.
Y así, poco a poco, se fue apagando de la memoria colectiva.
Aun así, su legado es incuestionable.
En 11 temporadas en México, marcó más de 300 goles oficiales, un número que pocos han podido siquiera acercarse a igualar.
Pero mientras las nuevas generaciones corean los nombres de los ídolos actuales, el suyo apenas se menciona en las crónicas nostálgicas.
“Es como si el fútbol lo hubiera borrado, y eso es muy injusto”, lamenta un exjugador que compartió vestuario con él.
Hace poco, una fotografía suya circuló en redes: Cabinho, sentado en una silla sencilla, con una mirada cansada y una sonrisa tenue.
Esa imagen bastó para que miles de fanáticos reaccionaran con conmoción.
“No puedo creer que el gran Cabinho esté así”, escribió un usuario.
“México le debe un homenaje.
” La foto se volvió viral, recordándole al país que su goleador eterno sigue vivo… aunque su brillo se haya opacado.
Detrás de esa imagen hay una realidad más dura: Cabinho vive prácticamente solo, sin grandes ingresos y con la salud resentida.
No recibe apoyo constante de las instituciones deportivas, ni del club que lo vio triunfar.
“Pumas debería reconocerlo más”, dicen muchos, y no les falta razón.
En un fútbol donde los ídolos duran una temporada y la fama es efímera, Cabinho representa una era en la que el amor por la camiseta valía más que los contratos millonarios.
Los pocos amigos que lo visitan aseguran que todavía habla del fútbol con la misma pasión de antes.
“Cuando ve un partido, se emociona, grita, analiza.
Pero luego se queda callado, y sus ojos se llenan de lágrimas.
Extraña ese mundo, aunque ya no lo diga.
” Son silencios que pesan.
Porque detrás del ídolo hay un hombre que aún no logra entender cómo el mismo público que lo adoró lo ha dejado en el olvido.
El día de su cumpleaños número 76 pasó casi desapercibido.
Sin homenajes, sin entrevistas, sin cámaras.
Apenas algunos excompañeros lo recordaron con mensajes breves, pero sinceros.
Ningún club organizó un evento en su honor, ningún dirigente le hizo una llamada pública.
Para el fútbol mexicano, fue un día más.
Para quienes recuerdan su grandeza, fue un recordatorio amargo de lo rápido que se borra la memoria.
Pero Cabinho no necesita números para seguir siendo leyenda.
Su nombre está grabado en la historia con la fuerza de sus goles, con la garra de su juego, con la pasión que despertaba cada vez que tocaba el balón.
Y aunque hoy viva en la sombra, su legado brilla en la memoria de quienes lo vieron jugar, en los relatos de los más viejos, en las anécdotas que los padres cuentan a sus hijos.
A veces, el olvido es el peor rival de los héroes.
Y Cabinho lo sabe.
No hay gradas llenas ni gritos de gol, solo la calma de los años y el eco de lo que fue.
Pero incluso en la tristeza, hay grandeza.
Porque el hombre que hizo vibrar a México con su talento sigue ahí, resistiendo, viviendo con humildad y con la dignidad de quien, aunque el mundo lo haya olvidado, sabe que alguna vez fue eterno.
Y así, con el corazón cansado pero intacto, Cabinho cumple 76 años.
Solo, pero con la gloria intacta.
Sin aplausos, pero con la historia de su lado.
Porque puede que el fútbol lo haya olvidado… pero México jamás debería hacerlo.