Lucía Galán, la inconfundible voz femenina del legendario dúo Pimpinela, ha roto su silencio en una reciente entrevista que ha dado mucho de qué hablar.

Su conversación, cargada de emoción, honestidad y reflexiones sobre la maternidad, el amor y la familia, ha sido interpretada por muchos como una indirecta hacia Rocío Carrasco, quien ha estado en el ojo del huracán por su conflictiva relación con sus hijos.

Mientras Carrasco ha sido criticada por mantener distancia con ellos, Lucía ofreció una visión completamente opuesta: la de una madre que, a pesar del dolor de la distancia, vive su maternidad con entrega, vulnerabilidad y aprendizaje constante.

Durante la charla, Lucía abrió su corazón al hablar de su hija Rocío, quien decidió mudarse a Madrid para estudiar psicología.

La cantante confesó que ese cambio ha sido un desafío emocional enorme, pues la separación física ha removido duelos recientes y le ha hecho replantearse su propio papel como madre y mujer.

“Por más que te digan que es una decisión linda, que está en un país hermoso y feliz, existe esa cuestión de decir: ¿y ahora qué hago yo?”, expresó con visible nostalgia.

La artista explicó que, aunque racionalmente comprende la decisión de su hija, el corazón de madre siente el vacío y la soledad.

“He pasado fines de semana no llorando, pero sí triste, bajoneada, buscando mi lugar”, admitió con sinceridad.

Galán relató que los últimos años han sido especialmente difíciles: la muerte de su madre en plena pandemia, su separación de Pablo, y la independencia de su hija fueron golpes que la obligaron a hacer un profundo trabajo interno.

“Hay que aprender a soltar y procesarlo, hacer terapia, tocar fondo si es necesario.

Solo atravesando el dolor se puede salir a flote”, reflexionó.

Estas palabras resonaron con fuerza entre los oyentes, quienes las interpretaron como una lección de vida y, en cierto modo, una crítica implícita a quienes evitan enfrentar sus emociones o responsabilidades familiares.

Lucía también habló sobre su relación con su hermano y compañero artístico, Joaquín Galán, con quien comparte décadas de éxitos y desafíos.

Describió su vínculo como intenso y, a veces, complejo, debido a las diferencias de carácter.

“Él es impulsivo, va de cabeza a los problemas. Yo soy más pausada, necesito tiempo para pensar y no me gusta que me apuren”, explicó.

A pesar de esas diferencias, destacó la profunda conexión entre ambos y la capacidad de apoyarse mutuamente en los momentos difíciles.

“Nos respetamos, nos damos espacio, y cuando uno necesita hablar, el otro siempre está ahí”, afirmó.

El público ha interpretado estas declaraciones no solo como una ventana al alma de la artista, sino también como un contraste con las actitudes más distantes que se atribuyen a Rocío Carrasco en su trato con sus hijos.

Para muchos, Lucía Galán encarna la imagen de una madre que sufre, pero acompaña; que siente, pero no abandona.

Su manera de hablar de la maternidad —desde la vulnerabilidad, la empatía y la comunicación— fue vista como una “cura de humildad”, una lección silenciosa para quienes priorizan el orgullo o el conflicto sobre los lazos familiares.

En otro momento de la entrevista, Lucía compartió detalles de su vida cotidiana y de cómo ha encontrado equilibrio entre su carrera, el hogar Pimpinela —un proyecto social que ayuda a personas mayores— y su bienestar emocional.

“Yo trato de alejarme de la gente conflictiva. No juzgo, pero elijo la paz. Quiero estar con personas que me transmitan tranquilidad”, confesó.

Su filosofía de vida, basada en la serenidad y la autenticidad, ha sido uno de los pilares que la mantiene firme después de más de cuatro décadas en el mundo del espectáculo.

Joaquín, por su parte, participó brevemente en el diálogo y no pudo ocultar su orgullo por la hija de Lucía.

“Canta divino, es un encanto”, dijo sonriente, confirmando que la joven Rocío heredó el talento musical de sus padres.

Ambos recordaron anécdotas familiares con ternura, mostrando que, a pesar de las diferencias y los retos personales, el amor fraternal y familiar sigue siendo el motor que los impulsa.

El tema de la maternidad volvió a surgir cuando le preguntaron a Lucía si se imaginaba como abuela en un futuro cercano.

Con una sonrisa esperanzada respondió: “En unos años seguramente sí. Mi hija tiene ganas y será una gran madre. Damián, su pareja, también será un gran padre. Ojalá que decidan dar ese paso cuando se sientan preparados”.

Su respuesta, llena de fe en el amor y la continuidad familiar, contrastó con la tensión que rodea otras figuras mediáticas que han protagonizado rupturas generacionales dolorosas.

Lo más destacado del encuentro, sin embargo, fue la serenidad con la que Lucía habló de su proceso de sanación personal.

No negó sus caídas ni sus días grises, sino que los asumió como parte esencial del crecimiento.

“Nadie puede escapar del dolor. Si no lo atraviesas, tarde o temprano te alcanza. El trabajo, las distracciones o los viajes no lo curan. Hay que vivirlo, llorarlo, sentirlo”, subrayó.

Esa visión madura y humana la ha convertido en un referente para miles de mujeres que la admiran no solo por su voz, sino por su entereza.

En redes sociales, sus palabras se viralizaron rápidamente. Muchos usuarios destacaron su capacidad para hablar desde el corazón sin atacar a nadie directamente, ofreciendo una lección de amor y respeto que contrasta con los enfrentamientos mediáticos de otros artistas.

“Lucía no necesita gritar para dar una lección. Con su calma y su verdad desarma a cualquiera”, escribió una seguidora.

Otros apuntaron que su historia muestra el poder del perdón y de la comunicación dentro de la familia, un mensaje que sigue siendo urgente en tiempos donde los conflictos públicos parecen dominar las pantallas.

Al final de la entrevista, Lucía Galán dejó una frase que resume su filosofía: “El amor verdadero no es posesión, es acompañar, soltar cuando es necesario y confiar en que los lazos que se construyen desde el corazón nunca se rompen”.

Con esas palabras, la artista argentina no solo recordó la esencia de su música, sino que también ofreció una reflexión universal sobre la familia, la resiliencia y la necesidad de vivir con el alma abierta.

Su testimonio, más allá de los titulares o comparaciones, reafirma por qué el dúo Pimpinela sigue siendo símbolo de verdad emocional y cercanía.

En tiempos donde la distancia, el ego y el dolor parecen ganar terreno, Lucía Galán demuestra que el amor, en su forma más simple y honesta, sigue siendo la mayor revolución.