Vicente Fernández Gómez, conocido como el “Charro de Buenavista”, es una de las figuras más emblemáticas de la música ranchera mexicana.
Su voz inconfundible y su carisma lo convirtieron en un ícono nacional, pero detrás del escenario, su vida estuvo marcada por amores secretos, controversias y escándalos que pocos conocen.
En este artículo repasamos la fascinante y a la vez polémica historia del gran Vicente Fernández, desde sus humildes inicios hasta sus romances clandestinos que sacudieron a México.
Vicente Fernández nació el 17 de febrero de 1940 en una colonia humilde de Guadalajara, Jalisco.
Hijo de Ramón Fernández, un ranchero, y Paula Gómez, dedicada a las labores del hogar, Vicente creció en un entorno marcado por la pobreza.
Desde niño tuvo que trabajar para ayudar a su familia, realizando oficios como pintar casas, ordeñar vacas y hasta ilustrar botas.
A pesar de las carencias económicas, Vicente mostró desde muy pequeño una pasión profunda por la música tradicional mexicana.
Inspirado por su ídolo Pedro Infante, Vicente soñaba con ser cantante.
Su padre, aunque con recursos limitados, ahorró para comprarle su primera guitarra, instrumento con el que empezó a practicar y a dar forma a su vocación.
Durante los años 70, Vicente Fernández comenzó a consolidar su carrera musical, lanzando discos que se convirtieron en clásicos del género ranchero, como “Arriba Buenavista”, “El hijo del pueblo” y el emblemático tema “Volver, Volver”.
A pesar de su éxito profesional, la vida amorosa de Vicente Fernández estuvo llena de secretos y controversias.
Aunque estuvo casado desde 1963 con María del Refugio Abarca, conocida como “Doña Cuquita”, Vicente mantuvo varios romances clandestinos que generaron escándalos y rumores.
Uno de los episodios más sonados fue su relación con la actriz Patricia Rivera.
En 1978, durante la filmación de una película, Vicente y Patricia iniciaron un romance apasionado que duró varios años.
En 1987 nació Rodrigo, hijo que Patricia afirmó era de Vicente.
Sin embargo, en 1998 una prueba de ADN reveló que Rodrigo no era hijo biológico del cantante, lo que desató un escándalo mediático.
Rodrigo Fernández, ya adulto, emprendió acciones legales para ser reconocido oficialmente como hijo de Vicente.
Para evitar problemas legales y mediáticos, se dice que Vicente pagó una fuerte suma de dinero para cerrar el asunto, lo que generó aún más controversia y rumores en los medios.
Antes de Patricia, Vicente tuvo otro amorío prolongado con la vedette y actriz Moro, con quien mantuvo una relación intermitente durante siete años.
Este romance, aunque nunca oficializado, fue conocido por sus cercanos y confirmado años después por Moro misma.
Moro relató que Vicente siempre fue claro en que no dejaría a su esposa, y que su relación con ella fue un acuerdo de exclusividad entre amantes.
A pesar de la pasión, Vicente no fue generoso con regalos ni atenciones, y Moro confesó que guardó silencio durante años por cariño, no por interés económico.
Además de Patricia y Moro, se rumorea que Vicente Fernández tuvo relaciones con varias figuras del medio artístico, incluyendo a la actriz y cantante Maribel Guardia.
Aunque Maribel ha negado públicamente cualquier romance, los rumores persisten y forman parte del folclore alrededor del ídolo mexicano.
Mientras Vicente vivía estas aventuras amorosas, Doña Cuquita se mantuvo como el pilar de la familia.
Casados desde 1963, ella soportó en silencio los escándalos y rumores, priorizando la unidad familiar y la discreción.
Quienes los conocieron aseguran que Cuquita siempre estuvo al tanto de las infidelidades, pero decidió mantener la estabilidad de su hogar sin exponerse públicamente.
Vicente mismo reconoció en varias ocasiones que amaba y respetaba profundamente a su esposa, y que, a pesar de sus deslices, nunca pensó en divorciarse.
Doña Cuquita fue la roca que sostuvo a la familia Fernández durante décadas, enfrentando las tormentas con dignidad y paciencia.
A lo largo de su carrera, Vicente Fernández no solo conquistó México, sino también toda Latinoamérica.
Sus giras, discos y conciertos masivos, como el legendario evento en la Plaza de Toros México en 1984 ante más de 54,000 personas, consolidaron su estatus como el rey indiscutible de la música ranchera.
Su estilo apasionado, su voz que parecía salir del alma y su porte de charro lo convirtieron en un símbolo de la cultura mexicana.
Canciones como “Volver, Volver”, “La Ley del Monte” y “El Rey” son himnos que aún hoy emocionan a millones.
La historia de Vicente Fernández es la de un hombre complejo, lleno de contradicciones, que supo brillar en el escenario y vivir intensamente fuera de él.
Sus amores secretos, sus escándalos y sus decisiones personales forman parte de la leyenda que lo rodea.
Aunque su vida privada estuvo marcada por controversias, su legado musical es indiscutible y su influencia perdura en el corazón de México y el mundo.
Doña Cuquita, su esposa fiel, y sus hijos han continuado su nombre, mientras que el público recuerda a Vicente como el charro que, con su voz y su alma, conquistó para siempre la música ranchera.
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