Robert Redford, una leyenda viviente del cine estadounidense, conocido tanto por su talento actoral como por su compromiso con el arte independiente y la conservación ambiental, ha compartido recientemente sus deseos más íntimos sobre su despedida final.
A sus 89 años, Redford ha revelado quiénes no desea que estén presentes en su funeral, ofreciendo una profunda reflexión sobre la fama, la autenticidad y la verdadera amistad.

Nacido como Charles Robert Redford Jr.el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica, California, Redford creció en un hogar modesto donde la creatividad y la independencia fueron valores fundamentales.
Su madre, Martha Hart, fomentó su lado artístico, alentándolo a explorar el dibujo y la narrativa.
Sin embargo, la pérdida de su madre cuando tenía apenas 18 años dejó una huella profunda que moldeó su perspectiva sobre la vida y el arte.
Tras una etapa universitaria interrumpida por problemas personales, Redford viajó a Europa para estudiar pintura y sumergirse en la cultura bohemia, lo que amplió su visión artística.
De regreso en Estados Unidos, decidió dedicarse a la actuación, una decisión que cambiaría el curso de su vida y lo convertiría en una figura emblemática del cine.
Con un inicio difícil en la actuación, su papel protagónico en Broadway en “Barefoot in the Park” en 1963 marcó el inicio de su ascenso.
Su fama explotó con la película “Butch Cassidy and The Sundance Kid” (1969), donde junto a Paul Newman, Redford se convirtió en un ícono de la nueva era de Hollywood, representando una masculinidad compleja, inteligente y con profundidad moral.
Durante los años 70, protagonizó películas emblemáticas como “The Sting” (1973), “The Way We Were” (1973), “Three Days of the Condor” (1975) y “All the President’s Men” (1976), consolidándose como la conciencia de una generación y un hombre de convicciones firmes.

En los 80, Redford se enfocó en la dirección y producción, ganando cuatro premios Óscar con su debut como director en “Ordinary People” (1980), una obra que reflejaba su empatía y comprensión de la fragilidad humana.
Fundó el Sundance Institute en 1981, que dio origen al prestigioso Sundance Film Festival, un espacio para apoyar el cine independiente y dar voz a nuevos talentos.
Redford vivió dos matrimonios significativos. Su primera esposa, Lola Van Wagenen, fue una compañera de vida durante 27 años, con quien tuvo cuatro hijos.
La tragedia marcó su familia con la pérdida de su hijo Scott por síndrome de muerte súbita infantil.
Lola fue una activista y defensora del medio ambiente, valores que Redford compartía profundamente.
Tras su divorcio, encontró un nuevo amor con la artista multimedia Sibil Sigars, con quien contrajo matrimonio en 2009.
Juntos compartieron una vida dedicada al arte, la naturaleza y la espiritualidad, dividiendo su tiempo entre Utah y Nuevo México, rodeados de la tranquilidad que siempre buscó.
En una entrevista reciente, Redford habló con sinceridad sobre sus deseos para su funeral.
Declaró que solo quiere que estén presentes aquellas personas que realmente lo conocieron, no quienes solo conocen la leyenda o buscan aprovecharse de su fama.
“He pasado décadas rodeado de personas que sonreían para la cámara pero se alejaban cuando importaba”, expresó con melancolía.

Para él, la fama fue un arma de doble filo: le abrió puertas, pero también atrajo a personas interesadas en su nombre y éxito más que en su persona.
Por ello, no desea “gestos vacíos ni lágrimas falsas” en su despedida.
Redford enfatizó que ha hecho las paces con su vida, sus errores y las personas que ha perdido, y que no quiere que su funeral sea un espectáculo público.
Prefiere una ceremonia íntima, sencilla, en la montaña de Utah, rodeado solo de su familia cercana y los amigos que han resistido la prueba del tiempo.
Este deseo final refleja la esencia de Redford: un hombre que valoró la independencia, la honestidad y la conexión genuina por encima de la fama y el reconocimiento público.
Su retiro en Sundance, Utah, lejos del bullicio de Hollywood, y su dedicación a la conservación ambiental, hablan de un hombre que encontró significado en la autenticidad y el respeto por la naturaleza.

La creación del Sundance Institute y el festival que lleva su nombre no fue un acto de vanidad, sino un compromiso para apoyar a artistas emergentes y preservar la libertad creativa.
El 16 de septiembre de 2025, Robert Redford falleció pacíficamente en su hogar en Sundance, Utah, a los 89 años.
Su funeral fue un reflejo fiel de sus deseos: privado, discreto y rodeado solo por quienes realmente lo amaron y conocieron.
No hubo alfombra roja ni cámaras, solo el susurro de las hojas y la brisa fresca de la montaña, en un homenaje sencillo pero profundamente emotivo que honró al hombre detrás de la leyenda.
La vida y el legado de Robert Redford nos recuerdan que la verdadera grandeza no reside en la fama ni en los aplausos, sino en la autenticidad, la integridad y las conexiones humanas genuinas.
Su última voluntad para su funeral es un testimonio de esos valores, una invitación a valorar lo esencial y a despedirnos con honestidad y paz.
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