El mundo del espectáculo mexicano amaneció de luto el 5 de diciembre de 2025 con la noticia del fallecimiento de Eduardo Manzano, uno de los comediantes y actores más queridos y respetados de la televisión nacional.

Con 87 años de edad, el primer actor dejó este mundo rodeado del cariño de su familia y con un legado artístico que marcó a varias generaciones.
Su partida no solo conmocionó a la industria del entretenimiento, sino también a millones de espectadores que crecieron viéndolo en programas icónicos como Los Polivoces, Una familia de diez y Como dice el dicho.
La noticia fue confirmada durante la mañana por su hijo, Lalo Manzano, quien compartió un emotivo mensaje en el que expresaba que “el escenario de la vida ha bajado el telón” para su padre.
Aunque no se revelaron las causas exactas de su deceso, era sabido que Eduardo Manzano había enfrentado diversos problemas de salud en los últimos años, incluyendo una severa infección biliar en 2021 y el deterioro natural propio de su edad.
Desde 2023, el actor se mantenía prácticamente retirado del medio artístico, priorizando su bienestar físico y emocional.
Eduardo Manzano escribió su nombre con letras de oro en la historia de la comedia mexicana gracias a su brillante talento y a su inolvidable alianza con Enrique Cuenca.
Juntos formaron el legendario dúo Los Polivoces, un programa que durante las décadas de 1960 y 1970 se convirtió en un referente absoluto del humor en México.
Su capacidad para la sátira social, la crítica política y la creación de personajes extravagantes pero profundamente humanos hizo de Manzano un artista único e irrepetible.

Entre los personajes más memorables que interpretó se encuentran el comandante Agayón, Godínez Gelatino, Don Teófilo y muchos otros que demostraban su versatilidad vocal, su dominio del gesto y su extraordinaria habilidad para la improvisación.
Más que un comediante, Eduardo Manzano fue una auténtica escuela para futuras generaciones de actores, quienes encontraron en su trabajo una fuente constante de inspiración y aprendizaje.
A pesar de ser una figura emblemática de la televisión clásica, Eduardo Manzano supo reinventarse y mantenerse vigente ante nuevas audiencias.
En años recientes, conquistó al público joven con su participación en la exitosa serie Una familia de diez, producida por Jorge Ortiz de Pinedo, donde dio vida al entrañable Don Arnoldo López Conejo, un abuelo gruñón pero profundamente carismático.
Este personaje se convirtió rápidamente en uno de los favoritos de la audiencia y reafirmó que el talento de Manzano permanecía intacto incluso en el ocaso de su carrera.
Además, su participación en programas contemporáneos como Como dice el dicho y La Rosa de Guadalupe permitió que nuevas generaciones descubrieran su talento, su humor limpio y su particular forma de conectar con el público.
En estas producciones compartió escena con actores de distintas edades, ganándose el respeto y la admiración de todos por su profesionalismo y calidez humana.
La noticia de su fallecimiento provocó una oleada de mensajes de condolencias por parte de colegas, instituciones y amigos cercanos.
La Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) expresó su profundo pesar por la pérdida de una figura fundamental de la comedia mexicana.

Uno de los mensajes más conmovedores fue el del actor y presentador Sergio Corona, de 97 años, quien sostuvo una estrecha amistad con Manzano desde que trabajaron juntos en Como dice el dicho.
En su comunicado, Corona envió un abrazo solidario a la familia y aseguró no encontrar palabras suficientes para aliviar el dolor de su partida.
La actriz Zuria Vega también se despidió del comediante a través de sus redes sociales, describiéndolo como “una sonrisa con pies”.
En su mensaje recordó las largas horas de grabación compartidas, llenas de risas y ocurrencias que hacían más ligero el trabajo en el foro.
Vega destacó que Manzano no solo era un gran comediante frente a las cámaras, sino una persona con un sentido del humor constante y una energía que trascendía la pantalla.
Durante sus últimos años, Eduardo Manzano rechazó múltiples invitaciones para regresar a los escenarios o aparecer en programas de televisión.
Su equipo siempre aclaró que el actor había decidido enfocarse en su salud, fiel a la filosofía que lo acompañó durante toda su carrera: respetar al público y nunca ofrecerle algo a medias.
En una de sus reflexiones más recordadas, Manzano afirmó que si una persona paga un boleto o dedica su tiempo para verlo, lo mínimo que merece es salir contenta y satisfecha con lo que vio.
Jorge Ortiz de Pinedo fue uno de los primeros en reaccionar públicamente a su fallecimiento.
En un emotivo mensaje, recordó a Eduardo Manzano como un artista que inspiraba admiración, respeto y cariño, y que sin duda se convirtió en un ícono de la comedia mexicana en teatro, cine y televisión.
Destacó su gracia natural, su talento para la imitación y la creación de personajes inolvidables que acompañaron a millones de hogares durante décadas.

La partida de Eduardo Manzano deja un vacío imposible de llenar en el entretenimiento mexicano.
Sin embargo, su legado permanece vivo en cada risa que provocó, en cada personaje que interpretó y en cada actor que encontró en él un modelo a seguir.
Más allá de los reflectores, Manzano será recordado como un hombre generoso, profesional y comprometido con su arte hasta el último día de su vida.
Hoy, México despide no solo a un actor, sino a una figura entrañable que formó parte de su memoria colectiva.
El telón ha caído, pero su legado sigue brillando en la historia de la televisión y en el corazón de quienes lo admiraron.