Alejandro Fernández, conocido como “El Potrillo”, es uno de los cantantes mexicanos más emblemáticos y queridos de las últimas décadas.
A sus 53 años, su vida y carrera reflejan una mezcla de talento, tradición familiar, luchas personales y una constante búsqueda de identidad propia.
Nacido el 24 de abril de 1971 en Guadalajara, Jalisco, Alejandro es el hijo menor de Vicente Fernández, uno de los máximos exponentes de la música ranchera en México.
Crecer en una familia tan ligada a la música significó para Alejandro estar desde muy pequeño rodeado de mariachis, giras y grabaciones.
Sin embargo, esta herencia también trajo consigo una enorme presión para cumplir con las expectativas y el legado familiar.
Su primer contacto con el público fue a los 4 años, actuando en películas junto a su padre.
Pero fue una experiencia a los 5 años, cuando subió al escenario en un homenaje a Vicente en San Antonio, Texas, lo que marcó profundamente su relación con la fama.
El miedo escénico lo paralizó y lloró frente a miles de personas, un momento que sembró en él una aversión temporal a la fama.
Durante su adolescencia, Alejandro intentó alejarse del mundo musical estudiando arquitectura, buscando una identidad propia fuera del apellido Fernández.
Sin embargo, la música siempre estuvo presente y en 1989 grabó un dueto con su padre, “Amor de los dos”, que fue un éxito inmediato.
En 1992 lanzó su primer álbum como solista, llamado simplemente “Alejandro Fernández”.
Este trabajo sorprendió a muchos y demostró que su talento no era solo un reflejo de su padre, sino una voz con estilo propio.
Canciones como “Necesito olvidarla” y “Equivocadamente” comenzaron a sonar en radios de México y Estados Unidos, marcando el inicio de una carrera sólida.
A lo largo de los años, Alejandro evolucionó musicalmente.
En 1997, con el álbum “Me estoy enamorando”, hizo una transición hacia el pop latino, lo que le permitió alcanzar fama internacional y colaborar con artistas reconocidos como Gloria Estefan.
Este disco lo posicionó en la cima de las listas de popularidad y le abrió las puertas a giras por Latinoamérica, España y Estados Unidos.
Ganó varios premios Latin Grammy, consolidando su lugar como uno de los artistas más importantes del género.
Su versatilidad le permitió combinar rancheras tradicionales con baladas pop, manteniendo siempre su esencia.
La vida bajo el reflector no siempre fue sencilla para Alejandro.
Ha enfrentado rumores y críticas, como las especulaciones sobre su orientación sexual tras una fiesta en Las Vegas en 2016, que él desmintió con humor.
En 2018, fue expulsado de un vuelo por comportamiento errático y en 2019 sufrió una caída en el escenario que fue malinterpretada por los medios.
Estos episodios reflejan la constante presión de mantener una imagen pública perfecta.
Alejandro se casó con América Guinart en 1992, con quien tuvo tres hijos: Alex, Camila y América.
Aunque su matrimonio terminó en 2008, ambos mantuvieron una relación cordial por el bienestar de sus hijos.
Posteriormente, tuvo una relación con la modelo Jimena Díaz, con quien tuvo dos hijos más.
Actualmente mantiene una relación estable con Carla La Beaaga, con quien ha construido un vínculo sólido durante más de una década.
Sus experiencias amorosas han sido intensas y reflejan en muchas de sus canciones, donde el amor, la pérdida y la esperanza conviven.
Alejandro ha sido abierto respecto a sus problemas de salud, incluyendo ataques de pánico y reflujo gastroesofágico, que han afectado su voz y desempeño en el escenario.
Ha reconocido la importancia de la terapia y el cuidado personal para mantener el equilibrio entre su vida profesional y personal.
La muerte de su padre en 2021 fue un golpe duro para Alejandro y su familia.
Vicente Fernández, conocido como “El Charro de Huentitán”, fue no solo un ícono musical sino un pilar familiar.
Alejandro pausó su carrera para acompañar a su padre en sus últimos momentos y ha honrado su memoria en cada presentación desde entonces.
Alejandro Fernández es un artista que ha sabido forjar su propio camino, equilibrando la tradición familiar con la innovación musical.
Su vida refleja la complejidad de ser un ícono público, enfrentando desafíos personales y profesionales con resiliencia y autenticidad.
Su legado continúa creciendo, y a sus 53 años, sigue siendo una voz fundamental en la música mexicana, inspirando a nuevas generaciones con su talento y humanidad.
