La desaparición y posterior muerte de Debanhi Escobar, una joven de 18 años, ha conmocionado a México y ha puesto de manifiesto las fallas en el sistema de justicia del país.
El caso, que comenzó con una simple noche de fiesta, se transformó en un complejo entramado de mentiras, negligencias y un clamor nacional por justicia.

Todo comenzó la noche del 8 de abril de 2022, cuando Debanhi salió con dos amigas, Saraí e Ivón, para disfrutar de una velada en Escobedo, Nuevo León.
La confianza era la base de su noche: confiaban en sus amigas para cuidarse mutuamente y en un conocido, Juan David, para llevarlas de regreso a casa.
Sin embargo, la noche dio un giro inesperado en la última fiesta, en la quinta “El Diamante”, donde surgió un altercado que llevó a las amigas a decidir marcharse, dejando a Debanhi sola con el conductor.
Después de una discusión dentro del vehículo, Juan David detuvo el coche en un tramo de la carretera conocido como la “carretera de la muerte”, un lugar con un oscuro historial de desapariciones.
En un acto que desafía la lógica, el conductor obligó a Debanhi a bajarse y, en lugar de asegurarse de que estuviera bien, tomó una fotografía de ella como prueba de que la había dejado allí.
Esta imagen, que se convirtió en un símbolo de su vulnerabilidad, fue el último registro visual de Debanhi con vida.
La mañana del 9 de abril, los padres de Debanhi, Mario Escobar y Dolores Basaldúa, se despertaron con la inquietud de que su hija no había regresado a casa.
Inmediatamente, comenzaron una búsqueda desesperada que pronto se convirtió en un clamor nacional.
Mario, convertido en detective por necesidad, empapeló la ciudad con el rostro de su hija y recorrió cada rincón, hablando con cualquier persona que pudiera tener información.
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La atención se centró en el lugar donde fue abandonada, el motel Nueva Castilla, que parecía tener potenciales testigos y cámaras de seguridad.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las autoridades, la búsqueda resultó infructuosa.
Las primeras grabaciones de las cámaras de seguridad mostraron a Debanhi cruzando la carretera, pero luego desapareció sin dejar rastro.
Tras 13 días de angustia, el 21 de abril de 2022, las autoridades recibieron un aviso sobre un olor fétido proveniente de la cisterna del motel.
Al investigar, encontraron el cuerpo de Debanhi en el agua turbia.
Este descubrimiento, lejos de traer cierre a la familia, desató una ola de indignación y preguntas sobre la incompetencia de las autoridades.
¿Cómo fue posible que no la encontraran antes, a pesar de haber revisado ese mismo lugar en múltiples ocasiones? La Fiscalía Estatal intentó justificar la falta de hallazgos, alegando que no tenían el equipo adecuado para la inmersión.
Sin embargo, estas explicaciones solo aumentaron la desconfianza de la familia y del público.
Las primeras conclusiones de la autopsia indicaron que la causa de muerte fue una contusión profunda de cráneo, sugiriendo un accidente.
Sin embargo, la familia de Debanhi no aceptó esta versión. Mario Escobar, decidido a encontrar la verdad, solicitó una segunda autopsia.
Los resultados de este análisis independiente revelaron que Debanhi había sido víctima de abuso sexual y que la causa real de la muerte fue asfixia por sofocación, lo que indicaba un asesinato y no un accidente.
Con esta nueva evidencia, el caso pasó de ser una investigación de desaparición a una de feminicidio. La indignación pública creció, y la presión sobre las autoridades para que hicieran justicia se intensificó.
Ante la presión mediática y social, se decidió realizar una tercera autopsia, esta vez llevada a cabo por un equipo de expertos forenses, incluyendo especialistas del gobierno federal.
Los resultados confirmaron que Debanhi había muerto por asfixia por sofocación y que no había estado en la cisterna durante los 13 días de su desaparición.
Esto significaba que su cuerpo había sido colocado allí después de su muerte.
Con esta nueva información, la investigación se centró en los empleados del motel Nueva Castilla, quienes habían proporcionado testimonios contradictorios y ambiguos.
Las autoridades finalmente imputaron a la gerente y a una recepcionista del motel por encubrimiento y falsedad en declaraciones, aunque aún no se había identificado al autor material del feminicidio.

La historia de Debanhi Escobar no solo es un relato de una tragedia personal, sino que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia de género en México.
Su imagen, que inicialmente representaba la vulnerabilidad, ahora se alza como un estandarte en la búsqueda de justicia para miles de mujeres desaparecidas en el país.
La lucha de su padre, Mario Escobar, ha demostrado que la verdad, aunque intenten enterrarla, siempre encontrará la manera de salir a la luz.
Este caso ha puesto de relieve la necesidad urgente de reformas en el sistema de justicia mexicano, así como la importancia de escuchar y actuar sobre las denuncias de violencia de género.
La historia de Debanhi es un recordatorio doloroso de que la confianza, una vez rota, puede tener consecuencias devastadoras y que la sociedad debe unirse para exigir justicia y protección para todas las mujeres.
En conclusión, el caso de Debanhi Escobar es un ejemplo escalofriante de cómo la negligencia y la falta de acción pueden llevar a la tragedia.
La búsqueda de justicia para Debanhi sigue siendo un tema candente en México, y su historia resuena en el corazón de todos aquellos que luchan contra la violencia de género.
La verdad detrás de su muerte no solo busca justicia para ella, sino que también exige un cambio en la forma en que se trata a las mujeres en el país.
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