Edith González fue una de las actrices mexicanas más emblemáticas y queridas de su generación.
Su talento, versatilidad y carisma la convirtieron en una estrella indiscutible de las telenovelas y el cine latinoamericano.

A cinco años de su trágico fallecimiento, su esposo Lorenzo Lazo ha decidido romper el silencio y compartir detalles sobre la vida de Edith, su lucha contra el cáncer, su legado artístico y el vínculo que mantiene con su hija Constanza Kel.
Este artículo profundiza en la trayectoria de Edith González, sus amores, su batalla contra la enfermedad y cómo su familia honra su memoria.
Edith González nació el 10 de diciembre de 1964 en la Ciudad de México, aunque algunos registros mencionan Monterrey como su lugar de nacimiento.
Desde muy joven mostró una pasión por la actuación, participando en obras escolares y perfeccionando sus habilidades en prestigiosas escuelas de teatro en Nueva York, Londres y París.
Estudió bajo la dirección de Lee Strasberg y en la Neighborhood Playhouse, además de cursar inglés e historia del arte en la Universidad de la Sorbona.
Su carrera comenzó a los cinco años cuando fue elegida para actuar junto al actor Rafael Baledón en el programa “Siempre en Domingo”.
A lo largo de los años 70, Edith participó en diversas películas y telenovelas infantiles, ganando reconocimiento con papeles en producciones como “Lucía sombra”, “La maldición de la blonda” y “Los ricos también lloran”, donde consolidó su presencia en la televisión mexicana.

Durante las siguientes décadas, Edith González protagonizó numerosas telenovelas exitosas, como “Bianca Vidal”, “La Fiera”, “Monte Calvario”, y “Corazón Salvaje”, esta última la catapultó al reconocimiento internacional.
Su versatilidad se reflejaba no solo en la televisión, sino también en el cine y el teatro, con destacadas participaciones en películas como “Adiós Lagunilla adiós” y obras teatrales como “Aventurera”.
Edith mantuvo su vida personal lejos del ojo público, evitando escándalos y prefiriendo la privacidad.
En 2004 dio a luz a su única hija, Constanza González Fuentes, fruto de una relación con el político mexicano Santiago Creel, quien reconoció públicamente la paternidad en 2008.
A pesar de la complejidad de esta relación, Edith asumió el papel de madre con dedicación y amor.
En 2010, Edith se casó con el economista Lorenzo Lazo Margain, quien estuvo a su lado hasta su fallecimiento en 2019.
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Su matrimonio fue un pilar fundamental en su vida, brindándole apoyo durante su batalla contra el cáncer y acompañándola en sus últimos años.
En 2016, Edith González fue diagnosticada con cáncer de ovario, noticia que enfrentó con una fortaleza y determinación admirables.
En entrevistas públicas, habló abiertamente sobre su enfermedad, compartiendo su perspectiva positiva y su deseo de vivir cada momento con amor e intensidad.
A pesar de los momentos difíciles, Edith no perdió su espíritu ni su pasión por la actuación.
Durante su tratamiento, Edith continuó trabajando y manteniendo su profesionalismo, incluso cuando tuvo que raparse la cabeza debido a los efectos de la quimioterapia, mostrando una imagen de valentía que inspiró a muchos.
Su batalla culminó tristemente en junio de 2019, cuando falleció tras una muerte cerebral y la desconexión del soporte vital, rodeada del cariño de su familia y amigos.
Más allá de su carrera como actriz, Edith González dejó un legado importante en la filantropía y el apoyo a causas sociales, especialmente en la defensa y protección de los derechos de los niños.

Su esposo Lorenzo Lazo ha destacado en entrevistas el compromiso que Edith tenía con estas causas, y cómo su memoria sigue inspirando a quienes la conocieron.
Edith también incursionó en el mundo empresarial con una línea de cosméticos y participó en proyectos teatrales y televisivos hasta poco antes de su muerte, demostrando su dedicación y amor por el arte.
Tras la muerte de Edith, surgieron especulaciones sobre su fortuna, estimada en aproximadamente 215 millones de dólares, que incluía bienes, inversiones y negocios.
Sin embargo, la familia mantuvo estos detalles en privado, enfatizando que el verdadero legado de Edith es su trabajo y su impacto en la cultura.
El testamento de Edith nombró a su hija Constanza como única heredera, y su viudo Lorenzo Lazo junto con el hermano de Edith, Víctor Manuel González, asumieron la responsabilidad de administrar la herencia hasta que Constanza alcance la mayoría de edad.

A cinco años de su partida, Lorenzo Lazo ha retomado gradualmente su vida pública, asistiendo a eventos en honor a Edith y compartiendo con el público sus recuerdos y el amor que sigue sintiendo por ella.
En recientes entrevistas, ha hablado con sinceridad sobre el proceso de duelo y la importancia de mantener vivo el legado de Edith a través de la memoria y las acciones.
La historia de Edith González es un testimonio de talento, resiliencia y amor.
Su carrera artística marcó un antes y un después en la televisión mexicana, y su vida personal, aunque discreta, estuvo llena de momentos significativos que la humanizan y acercan a sus seguidores.
Su esposo Lorenzo Lazo, con respeto y cariño, continúa honrando su memoria, mostrando que el amor trasciende incluso la muerte.
La hija de Edith, Constanza, representa la continuidad de ese legado familiar y artístico.
Edith González no solo fue una estrella en la pantalla, sino también un ejemplo de lucha y dignidad frente a la adversidad.
Su historia inspira a generaciones y su recuerdo permanece vivo en el corazón de México y el mundo latinoamericano.
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