El mundo del espectáculo mexicano se vistió de luto con la noticia del fallecimiento de Eduardo Manzano, uno de los comediantes más queridos e influyentes de la televisión y el cine nacional.
El actor murió el jueves 4 de diciembre de 2025 a los 87 años, según confirmó su hijo Lalo Manzano a través de un emotivo mensaje publicado en redes sociales.
“Hoy el telón del escenario de la vida ha caído. Mi padre se va, pero el mundo le dará una última ovación de pie”, escribió, provocando una inmediata ola de reacciones entre colegas, seguidores y figuras del medio artístico.
Aunque la familia no reveló la causa exacta de su fallecimiento, se sabía que Eduardo Manzano enfrentaba desde hace tiempo diversos problemas de salud propios de su edad avanzada.
Aun así, la noticia impactó profundamente a varias generaciones que crecieron viéndolo en pantalla, ya sea en el cine de la época dorada de la comedia o en exitosos programas de televisión que marcaron la historia del entretenimiento en México.
Eduardo Manzano nació con una vocación natural para el humor.
Desde muy joven demostró un talento innato para la actuación, la improvisación y la creación de personajes, cualidades que lo llevaron a consolidarse como una figura imprescindible del género cómico.
Su carrera alcanzó uno de sus puntos más altos cuando formó dupla con Enrique Cuenca, con quien creó el mítico dúo Los Polivoces.
Juntos construyeron un estilo único que combinaba sátira social, parodia política y humor cotidiano, logrando conectar con el público de forma inmediata.
El Show de Los Polivoces se convirtió en un fenómeno televisivo durante la década de los setenta, con varias temporadas que hoy son consideradas clásicos de la comedia mexicana.
Los personajes interpretados por Manzano destacaban por su versatilidad y su dominio del lenguaje corporal y vocal, permitiéndole pasar de figuras ingenuas a autoritarias, absurdas o entrañables con una facilidad admirable.
Su extraordinaria capacidad para cambiar de voz y personalidad lo convirtió en una auténtica escuela para futuras generaciones de comediantes.
Además de su trabajo en televisión, Eduardo Manzano dejó una huella importante en el cine.
En 1970 participó en la película La madre, donde compartió créditos con Roberto Gómez Bolaños en los inicios de la carrera cinematográfica del creador de El Chavo del 8.
Esta cinta es recordada como un curioso antecedente del tipo de humor que después conquistaría a toda Latinoamérica.
Años más tarde, en 1976, Manzano apareció en el episodio El fotógrafo de Chapolín, donde protagonizó una de las escenas más recordadas al confundir al “chapulín colorado” con “el besouro verde”.
Aunque su éxito como parte de Los Polivoces fue enorme, Manzano también supo reinventarse tras separarse profesionalmente de Enrique Cuenca.
En la segunda mitad de los años setenta inició una etapa como solista, en la que sorprendió al público con nuevas parodias y personajes, incluyendo una adaptación satírica del personaje de Kiko, demostrando que su creatividad seguía intacta.
Lejos de quedar atrapado en la nostalgia, Eduardo Manzano logró mantenerse vigente durante décadas.
Prueba de ello fue su exitosa participación en la serie Una familia de diez, producida por Jorge Ortiz de Pinedo.
En este programa interpretó a Don Arnoldo López, un personaje que le permitió conquistar nuevamente al público joven y reafirmar su lugar como una figura querida en la televisión mexicana.
Su presencia en la serie hasta 2022 demostró no solo su disciplina profesional, sino también su amor genuino por la actuación.
Compañeros de trabajo y amigos cercanos han destacado siempre su calidad humana.
Lo recuerdan como un hombre sencillo, respetuoso y profundamente comprometido con su oficio.
Para Manzano, el público era sagrado.
En entrevistas pasadas, solía decir que si una persona pagaba un boleto o encendía el televisor para verlo, él tenía la obligación moral de dar lo mejor de sí, sin importar el cansancio o las circunstancias.
Tras conocerse la noticia de su muerte, instituciones del medio artístico, actores, comediantes y fanáticos expresaron su pesar.
Mensajes de despedida inundaron las redes sociales, recordando anécdotas, frases célebres y escenas inolvidables que acompañaron a millones de hogares durante más de medio siglo.
Para muchos, Eduardo Manzano no solo fue un comediante, sino parte de su infancia, de sus reuniones familiares y de la identidad cultural de México.
Con su partida, Eduardo Manzano deja un legado inmenso.
Su nombre queda inscrito con letras de oro en la historia de la comedia mexicana, no solo por su talento artístico, sino por su capacidad de hacer reír sin perder la humanidad, la crítica inteligente y la ternura.
Aunque el telón haya caído para él, su risa, sus personajes y su obra seguirán vivos en la memoria colectiva, recordándonos que el verdadero humor trasciende el tiempo y convierte a los artistas en eternos.
