Rosalino Sánchez Félix, mejor conocido como Chalino Sánchez, fue un artista consagrado que, con solo 31 años, ya había logrado fama y respeto en el mundo de la música regional mexicana.
Su carisma, perseverancia y talento lo llevaron a grabar discos y realizar giras por Estados Unidos y México, pero su vida estuvo marcada por la violencia y el peligro desde sus orígenes en el rancho El Guayabo, Culiacán, Sinaloa.

El 16 de mayo de 1992, su vida terminó de manera trágica y misteriosa, un suceso que aún genera controversias y teorías sobre quiénes fueron los responsables y por qué.
Chalino nació en un entorno marcado por la pobreza y la violencia.
Sus padres trabajaban de sol a sol para sostener a él y a sus nueve hermanos.
La situación empeoró cuando su padre falleció a los seis años tras un accidente.
Desde entonces, Rosalino tuvo que abandonar la escuela para ayudar en la cosecha del maíz, enfrentando un ambiente hostil donde tuvo que endurecer su carácter para sobrevivir.
Adoptó el apodo de “Chalino” porque odiaba que lo llamaran por su nombre.
A pesar de las dificultades, Chalino encontró en la música un refugio y una esperanza.
Desde niño se enamoró de los corridos, esas canciones que narran historias de personajes valientes y acontecimientos extraordinarios, y comenzó a cantarlos en festividades locales.
Sin embargo, la tragedia volvió a tocar su vida cuando a los 15 años se enteró que una de sus hermanas había sido abusada.
Sin dudar, Chalino buscó venganza y mató al agresor, lo que lo obligó a huir junto a sus hermanos para evitar represalias.
Su huida lo llevó a Tijuana y luego a Estados Unidos, donde trabajó en diversos empleos, desde lavaplatos hasta vendedor de autos, mientras seguía involucrado en actividades ilícitas como el tráfico de drogas y el contrabando de inmigrantes.
Durante esos años difíciles, nunca abandonó la música y encontró la felicidad al enamorarse de Maricela Vallejos, con quien tuvo dos hijos.
En 1984, Chalino y su hermano Armando fueron detenidos y encarcelados, perdiéndose el nacimiento de su primer hijo.
Tras salir de prisión, Chalino decidió enfocarse en la música y en su familia.
Sin embargo, en 1984 su hermano fue asesinado, un golpe devastador que canalizó en la composición del corrido “Armando”, que se convirtió en una de sus canciones más emblemáticas y la clave para su ascenso a la fama.
Chalino comenzó a ganar reconocimiento en Los Ángeles, donde su estilo único y sus letras profundas conmovían a la comunidad latina.
Su música, especialmente los corridos que narraban historias de narcotraficantes y personajes marginales, le valieron el apodo de “rey de los corridos” y lo convirtieron en pionero del subgénero conocido como narco corrido.
Su fama creció rápidamente, pero también lo hizo el peligro que lo rodeaba.
En 1992, durante un concierto en Coachella, fue víctima de un atentado cuando un hombre armado le disparó varias veces en el escenario.
Chalino, que siempre llevaba un arma, se defendió y sobrevivió, lo que aumentó aún más su popularidad y respeto, incluso entre otros géneros musicales como el hip hop.

El 15 de mayo de 1992, Chalino regresó a Sinaloa para presentarse en el salón Bugan Villas.
Durante el concierto, recibió una carta que cambió su semblante y actitud.
Aunque continuó cantando, su equipo notó que algo estaba mal.
Tras el show, mientras viajaba con su hermano y amigos hacia el hotel, fueron interceptados por hombres armados que se identificaron como policías y se llevaron a Chalino para hablar con su comandante.
Nunca más se supo de él hasta que, horas después, su cuerpo fue encontrado en un canal de riego cerca de la carretera federal 15, con signos evidentes de tortura y dos balazos en la cabeza.
Ni su familia ni sus amigos pudieron identificarlo al principio, hasta que un tatuaje en su talón confirmó su identidad.
La muerte de Chalino Sánchez permanece envuelta en misterio.
Nunca se encontraron a los responsables, y surgieron numerosas teorías.
Algunas apuntan a que fue asesinado por narcotraficantes molestos por sus canciones que revelaban atrocidades; otras sugieren que fue un ajuste de cuentas personal o una venganza relacionada con su pasado violento.
Incluso se especula que el hombre que le disparó en Coachella pudo estar detrás de su asesinato.
El contenido de la carta que recibió antes de ser secuestrado nunca se reveló, ya que Chalino la leyó solo él y luego la destruyó.
Su hija, Cynthia, ha intentado restar importancia a estas teorías, pero la incertidumbre sigue siendo parte de su historia.

A más de 30 años de su muerte, Chalino Sánchez sigue siendo una figura emblemática en la música regional mexicana y un cronista de las duras realidades que afectan a México y a muchas comunidades.
Su música y su historia reflejan la lucha, el sufrimiento y la esperanza de quienes viven en contextos difíciles.
Chalino no solo fue un artista, sino una voz auténtica que representó a los marginados y a los que luchan por sobrevivir.
Su legado perdura en sus canciones y en la memoria de sus seguidores, que lo recuerdan como un hombre que, a pesar de las adversidades, alcanzó sus sueños y mantuvo su humanidad intacta.
Su vida y muerte son un testimonio de cómo la música puede ser una herramienta poderosa para contar verdades incómodas y dar voz a quienes muchas veces son silenciados.
Chalino Sánchez es, sin duda, una leyenda que sigue viva en el corazón de México y más allá.
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