La Semana Santa es una celebración profundamente arraigada en la tradición cristiana, sin embargo, según el evangelista Billy Graham, muchos de sus elementos podrían tener raíces que distan de los mandatos divinos.
En su análisis, Graham invita a los creyentes a reflexionar sobre la autenticidad de sus prácticas religiosas y a discernir entre lo que proviene de Dios y lo que ha sido introducido por el hombre.

Graham inicia su discurso recordando las palabras de Jesús en Marcos 7:7, donde advierte que el culto puede ser vano si se basa en doctrinas humanas.
Este llamado a la reflexión es crucial, ya que muchas tradiciones, incluidas las de la Semana Santa, pueden haber evolucionado con el tiempo, incorporando elementos que no honran a Dios.
Desde pequeños, se nos enseña que la Semana Santa conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Sin embargo, Graham cuestiona si estas prácticas fueron realmente instituidas por Jesús o sus apóstoles, sugiriendo que podrían haber sido añadidas posteriormente, diluyendo su pureza espiritual.
Este cuestionamiento es vital para el crecimiento espiritual, ya que el error disfrazado de piedad puede llevar a una religiosidad vacía.
En Mateo 15:3, Jesús confronta a los líderes religiosos de su época por quebrantar los mandamientos de Dios debido a sus tradiciones.
Graham señala que este mismo peligro podría estar presente hoy en las celebraciones de Semana Santa, donde el enfoque en las tradiciones puede desviar a los creyentes de lo que realmente desea Dios.
Graham enfatiza la importancia de regresar a la Palabra, ya que solo la Escritura puede revelar si algo es de Dios.
Al igual que el rey Josías, quien reformó su nación al reconocer prácticas que no provenían de Dios, los creyentes deben tener la valentía de examinar sus tradiciones y dejar atrás lo que no honra a Dios.
A lo largo de la historia, muchas prácticas paganas se han infiltrado en la adoración cristiana.

Graham menciona que rituales como las procesiones y la veneración de imágenes no tienen fundamento bíblico y han sido adoptados a lo largo de los siglos, especialmente por la Iglesia Romana, creando un sincretismo que pervierte el mensaje del evangelio.
El evangelista hace un llamado a los creyentes a revisar lo que celebran y cómo lo hacen.
En lugar de seguir ciegamente las tradiciones, se les insta a buscar la verdad y a adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24).
Esto implica un regreso a la pureza del evangelio, dejando de lado las prácticas que no están respaldadas por la Escritura.
Graham también aborda cómo las celebraciones de la Semana Santa no se alinean con el calendario bíblico.
Las fechas han sido alteradas por decisiones humanas, como el Concilio de Nicea, que estableció que la Pascua se celebraría en un domingo después de la primera luna llena de primavera, desvinculándola de su significado original.
La restauración de la fe no puede ser completa sin restaurar también el tiempo.
Graham enfatiza que las fiestas bíblicas no son solo recuerdos, sino momentos proféticos donde Dios revela su plan redentor.
Al cambiar las fechas, se pierde el entendimiento espiritual y la conexión con lo que Dios ha establecido desde el principio.
El mensaje de Billy Graham sobre la Semana Santa es claro: no se trata de rechazar las celebraciones, sino de revisarlas a la luz de la Escritura.
Los creyentes son llamados a discernir entre lo que es auténtico y lo que ha sido añadido por el hombre.
La verdadera adoración no depende de rituales y tradiciones, sino de una relación genuina con Dios, que se manifiesta en una vida transformada por el sacrificio de Cristo.
Este análisis invita a todos a reflexionar sobre sus prácticas y a buscar una fe que no esté basada en costumbres humanas, sino en la verdad revelada por Dios.
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