Enrique Peña Nieto, uno de los hombres más poderosos de México, gobernó a millones de personas y vivió el lujo de la presidencia.
Sin embargo, su destino después de dejar el poder fue muy diferente a lo que muchos esperaban.
Su historia plantea profundas preguntas sobre el poder, la fama y las consecuencias de las decisiones políticas.
Nacido el 20 de julio de 1966 en Atlacomulco, Estado de México, Peña Nieto creció en una familia de clase media alta con fuertes lazos políticos.
Desde niño mostró interés por la política, influenciado por sus tíos y amigos de la familia que ocupaban cargos importantes.
Su educación incluyó estudios en derecho y un MBA, además de una temprana participación en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Su carrera política comenzó en el Estado de México, donde fue subsecretario de gobierno, diputado estatal y finalmente gobernador del estado entre 2005 y 2011.
Durante este periodo, Peña Nieto se ganó fama por cumplir promesas en áreas como salud, educación e infraestructura, elevando su popularidad y consolidando su posición como líder dentro del PRI.
En 2012, Peña Nieto ganó la presidencia con el 38% de los votos, devolviendo el poder al PRI después de 12 años.
Su campaña se apoyó en el Pacto por México, un acuerdo para impulsar reformas económicas y sociales que prometían modernizar el país y generar estabilidad política.
Su gobierno comenzó con esperanza y elogios por su agenda de competitividad económica, transparencia y apertura a la inversión internacional.
Sin embargo, pronto comenzaron a surgir desafíos y controversias que marcarían su mandato.
La administración de Peña Nieto estuvo plagada de escándalos que erosionaron su imagen y la confianza pública.
En 2014, la reforma energética generó protestas masivas al ser vista como una privatización disfrazada.
Además, acusaciones de plagio en su tesis de derecho y la fuga del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán dañaron su prestigio.
Su encuentro con Donald Trump en 2016, cuando este prometió construir un muro en la frontera, fue muy mal recibido en México, aumentando la desaprobación ciudadana.
La economía estancada y el bajo crecimiento del PIB también contribuyeron a la caída de su popularidad.
Uno de los escándalos más graves fue el uso del software espía Pegasus para vigilar periodistas y activistas, revelado en 2017.
Esto minó su promesa de transparencia y lo marginó dentro de su propio partido.
El caso de la “Casa Blanca” en 2014, donde su esposa Angélica Rivera adquirió una mansión valuada en 7 millones de dólares a un contratista del gobierno, generó críticas por conflicto de intereses.
Además, la recaptura de “El Chapo” Guzmán estuvo manchada por acusaciones de sobornos millonarios al presidente.
En 2017, el escándalo Odebrecht expuso presuntas mordidas millonarias a Pemex durante su mandato, vinculando a Peña Nieto con esquemas de financiamiento ilegal de campañas políticas.
Investigaciones federales posteriores señalaron su responsabilidad en redes de corrupción sistémica y enriquecimiento ilícito.
Enrique Peña Nieto contrajo matrimonio con Mónica Pretelini en 1993, con quien tuvo tres hijos.
Sin embargo, la vida privada del expresidente estuvo marcada por tragedias y controversias.
En 2007, su esposa falleció súbitamente, dejándolo viudo con tres hijos pequeños.
Posteriormente, se casó con la actriz Angélica Rivera en 2010, pero su matrimonio se vio afectado por escándalos y terminó en divorcio en 2018.
En 2020, inició una relación con la periodista Tania Ruiz, con quien tuvo un hijo, simbolizando un intento de reconstrucción personal.
Durante su mandato, Peña Nieto enfrentó problemas de salud, incluyendo cirugías para extirpar un nódulo en la tiroides y la vesícula biliar.
Estos episodios mostraron que, a pesar del poder, también era vulnerable a limitaciones físicas y emocionales.
Las presiones políticas y los escándalos afectaron su bienestar, y rumores sobre tratamientos para ansiedad reflejaron la carga que llevaba como líder bajo constante escrutinio.
Al concluir su mandato en 2018, Peña Nieto dejó la presidencia con apenas 18% de aprobación, el nivel más bajo en la historia reciente de México.
El PRI perdió la presidencia frente a Andrés Manuel López Obrador, y el expresidente enfrentó un aislamiento político profundo.
Sus aliados fueron procesados judicialmente y su influencia disminuyó drásticamente.
Optó por una vida discreta en Madrid, España, lejos de los reflectores y la política mexicana.
En 2019, su divorcio y nueva relación generaron escándalos, pero su visibilidad pública se redujo notablemente.
En 2022, investigaciones revelaron transferencias sospechosas de dinero, lo que despertó acusaciones de lavado de dinero.
Su residencia en España, obtenida mediante inversión millonaria, simbolizó un intento de estabilidad, pero también su alejamiento de México.
Las visitas esporádicas a su país fueron recibidas con protestas y rechazo, evidenciando que ya no contaba con la simpatía ni el apoyo que tuvo durante su carrera política.
La historia de Enrique Peña Nieto es un recordatorio de que el poder es efímero y que las decisiones políticas tienen consecuencias profundas, no solo en la nación, sino también en la vida personal y emocional de sus líderes.
Su legado quedó marcado por la corrupción, los escándalos y la pérdida de legitimidad, pero también por la resiliencia frente a las adversidades personales y públicas.
El expresidente, una vez símbolo de modernización y esperanza, terminó enfrentando la soledad y el aislamiento, mostrando la fragilidad humana detrás del poder.
