Eva María Muñoz Ruiz, mejor conocida como Chachita, fue una de las niñas más queridas y reconocidas del cine mexicano durante la Época de Oro.
Su dulzura y carisma en pantalla conquistaron a millones, pero su vida adulta estuvo marcada por un temperamento difícil, problemas de salud y conflictos personales que la alejaron poco a poco del público y del medio artístico.
La historia de Chachita es un reflejo complejo de éxito, lucha y soledad, que culminó con su triste fallecimiento en 2016 tras una serie de complicaciones médicas.
Nacida el 26 de noviembre de 1936 en Orizaba, Veracruz, Eva María Muñoz Ruiz fue hija de artistas y debutó en el cine a los 4 años con la película *El secreto del sacerdote*.
Ese mismo año participó en *Ay Jalisco no te rajes*, donde recibió el apodo cariñoso de “Chachita”, diminutivo que la acompañaría a lo largo de su vida y carrera.
Desde pequeña, Chachita se ganó el cariño del público gracias a su papel protagónico en *Morena Clara* y otras películas infantiles.
Sin embargo, su infancia también estuvo marcada por tragedias familiares, como la muerte de su padre durante la filmación de *Morena Clara*, hecho que no le fue revelado sino hasta tiempo después debido a su corta edad.
Durante su adolescencia, Chachita se consolidó como una estrella del cine mexicano, participando en clásicos como la trilogía *Nosotros los pobres*, *Ustedes los ricos* y *Pepe el Toro*.
Aunque Pedro Infante era el protagonista, su actuación fue fundamental para el éxito de estas películas, y su popularidad incluso superó a la de Infante, lo que le generó ciertas tensiones en el set.
Además de su carrera en el cine, Chachita exploró otras facetas artísticas, como intérprete de mambo e imitadora, realizando presentaciones internacionales en países como Filipinas, Japón y Corea del Sur, incluso durante tiempos de guerra.
Al llegar a la adultez, Chachita dejó atrás su imagen de niña prodigio y continuó trabajando en cine y televisión, destacándose en telenovelas como *Gutierritos*.
Sin embargo, su vida personal y profesional comenzó a complicarse.
Durante la filmación de *Hermelinda Linda* fue diagnosticada con lupus, enfermedad que afectó gravemente su salud y obligó a suspender la producción por varias semanas.
Además, padeció hipertensión y venas varicosas, lo que le provocó ansiedad y dolores intensos, llevándola a alejarse del espectáculo durante cuatro años.
Su matrimonio también atravesó crisis, y junto a su esposo emprendió un viaje por Europa que terminó afectando su ánimo, pues sufrió una profunda depresión al imaginar una vida sin la actuación y sin el apoyo familiar.
Aunque en sus primeros años fue reconocida como una mujer amable y encantadora, con el tiempo su carácter se volvió más duro y exigente.
Se hizo famosa por ser perfeccionista en los rodajes, llegando a humillar a colegas y miembros jóvenes del equipo para asegurarse de que todo se hiciera a su manera.
Durante la filmación de *Nosotros, los Gómez*, se reportaron varios episodios en los que hizo llorar a actores y expulsó a la actriz Elsa Nava del reparto por considerarla inapropiada debido a su participación en una película en la que aparecía desnuda, algo que en esa época era un tabú y que Chachita quería evitar para no generar controversias.
Con el paso de los años, se volvió menos accesible a sus seguidores, irritándose con facilidad al firmar autógrafos o tomarse fotos, y pidiendo a su equipo que mantuviera a los fans a distancia.
Se veía a sí misma como una estrella excepcional, adoptando una actitud de diva y sintiéndose superior a quienes consideraba de menor clase.
Ya en sus setenta años, Chachita se volvió una verdadera pesadilla para sus vecinos.
Se obsesionó con mantener la tranquilidad en su zona residencial, vigilando desde su ventana y reportando a la policía cualquier ruido o alteración del orden público.
Su comportamiento generó molestia y desconfianza, al punto que muchos vecinos evitaban saludarla o asistir a reuniones comunitarias donde ella estaría presente.
Este aislamiento social fue un reflejo de la compleja personalidad que había desarrollado con los años, marcada por la rigidez, la exigencia y una profunda necesidad de control.
Pocos meses antes de cumplir 79 años, su salud comenzó a deteriorarse.
Inicialmente, su familia pensó que solo era un resfriado, pero pronto se agravó hasta desarrollar neumonía.
Su esposo pidió a los seguidores que rezaran por ella, y gracias a esa solidaridad, su condición mejoró temporalmente.
Sin embargo, una complicación inesperada ocurrió mientras comía sopa caliente: el vapor inhalado agravó una irritación bronquial latente, provocando un paro respiratorio.
Fue trasladada de urgencia al hospital, donde fue sometida a una intervención quirúrgica para estabilizar su vía aérea.
Aunque la operación fue aparentemente exitosa, esa misma noche entró en coma.
La familia decidió no colocarle un respirador artificial debido a los altos costos y a un acuerdo previo con su esposo sobre no prolongar la vida artificialmente.
Menos de 20 minutos después, Chachita falleció.
El 25 de agosto de 2016, familiares, amigos y figuras del espectáculo como Rafael Inclán, Luis Vallardo, Mario Casillas e Irma Dorantes, viuda de Pedro Infante, se reunieron para despedir a Chachita.
Su hija Eva Marta intentó pronunciar unas palabras, pero la emoción la venció.
El velatorio y el servicio religioso congregaron a numerosos admiradores que recordaron a una actriz que, pese a sus complejidades, fue un ícono del cine mexicano y un ejemplo de disciplina y dedicación.
Chachita no solo abrió camino para futuras generaciones en el mundo del entretenimiento, sino que también dejó un legado artístico que sigue vivo en la memoria colectiva de México y América Latina.
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