FALLECIÓ TRISTE HUMILLADO Y RECHAZADO POR SER FEO TUVO QUE MENDIGAR HASTA PARTIR A DESTIEMPO

En la historia del cine nacional mexicano, existen figuras que brillaron con luz propia, pero cuyo destino final fue marcado por el abandono, la precariedad y el rechazo.

Recordando a Manuel Vergara "MANVER", un actor que fue discriminado por su  apariencia física. Este reconocido actor de reparto no solo destacó por su  talento natural, sino que también supo aprovechar sus
Este es el caso de un actor cuya capacidad interpretativa fue aplaudida en su mejor época, pero que, debido a su apariencia física, terminó marginado y olvidado.

Su vida estuvo llena de disputas con realizadores, romances tormentosos y una fuerte dependencia al alcohol que lo condujo a la ruina y a un final doloroso.

 

Desde muy joven, este actor conoció la necesidad de aportar económicamente a su hogar.

Realizó oficios humildes como lustrabotas y ayudante en un taller de calzado, experiencias que forjaron su carácter y resistencia ante las dificultades de la vida.

En busca de mejores oportunidades, dejó su tierra natal para trasladarse al entonces Distrito Federal, ahora Ciudad de México, que representaba la puerta a un futuro prometedor.

 

Una vez establecido en la capital, desempeñó diversas actividades antes de cruzarse con el mundo del cine.

Su entrada al séptimo arte fue casual: un cineasta, impresionado por su aspecto peculiar y su voz profunda, le brindó la oportunidad de aparecer como extra.

Este momento marcó el inicio de una carrera que se extendería por más de 30 años.

 

Durante la época dorada del cine mexicano, se convirtió en uno de los actores de reparto más constantes.

Aunque nunca obtuvo papeles estelares, su habilidad para adaptarse a diferentes personajes y su presencia escénica lo hicieron destacar.

Entre sus trabajos más recordados está la película *Por mis pistolas* (1968), donde compartió créditos con Mario Moreno “Cantinflas”.

En ella interpretó al gran jefe caballo recostado, un líder apache que inicialmente pretende quemar vivo al protagonista, pero que luego se convierte en su aliado.

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Sin embargo, su carrera estuvo plagada de obstáculos relacionados con su apariencia física.

Su aspecto áspero y dominante provocaba rechazo en el medio artístico.

Algunos colegas evitaban acercarse a él, y actrices confesaron sentirse incómodas al compartir escena.

Directores y productores cuestionaban su presencia en pantalla, intentando excluirlo en varias ocasiones.

La industria cinematográfica mexicana, históricamente enfocada en ideales de belleza comercial, relegaba a actores que no encajaban en ese molde a papeles secundarios, mal remunerados y con poco reconocimiento.

 

Su vida en el cine también estuvo marcada por disputas.

Durante la filmación de *Por mis pistolas*, tuvo un altercado con el productor, a quien reclamó por recibir un trato desigual respecto a otros actores.

El productor respondió con ofensas, comparándolo con un animal, lo que provocó la furia del actor y un enfrentamiento físico.

Fue la intervención de Cantinflas la que evitó que fuera expulsado del proyecto.

 

Fuera de los reflectores, su vida tampoco fue sencilla.

Acumuló una fortuna considerable en su mejor etapa, pero un romance efímero con una bailarina con problemas de adicción lo llevó a recaer en el consumo de alcohol.

Gran Jefe Caballo Recostado - YouTube
Esta dependencia consumió no solo su dinero, sino también su estabilidad laboral.

Para 1968, la quiebra era un hecho.

La muerte de su madre, Eduarda Briseño, madre de sus cuatro hijos, agravó su decadencia emocional y económica.

 

Con pocas oportunidades en la pantalla grande, tuvo que aceptar trabajos improvisados para subsistir.

Era común verlo en el centro histórico de la Ciudad de México limpiando zapatos o pidiendo monedas para comer.

Su declive reflejó la fragilidad del medio artístico y la cruda realidad de cómo la industria puede desechar a quienes alguna vez aplaudió.

 

Continuó apareciendo en películas, aunque con intervenciones cada vez más esporádicas.

Su última actuación fue en *Faltas a la moral* (1970), un filme que retrataba la desigualdad social del país, estrenado poco después de su muerte.

 

En sus últimos años, desarrolló la costumbre de reutilizar botellas de licor para guardar comida, sin considerar los riesgos para su salud.

Los residuos etílicos impregnados en los envases se mezclaban con los alimentos, causando un daño progresivo en su organismo, especialmente en el hígado.

Su afición al alcohol y esta práctica poco higiénica lo llevaron a un deterioro hepático irreversible.

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El 6 de enero de 1970, a la edad de 57 años, falleció debido a un severo daño hepático relacionado con su alcoholismo y sus hábitos alimenticios.

Su muerte fue el triste cierre de una historia de talento, lucha y marginación.

 

A lo largo de su carrera, trabajó con grandes nombres del espectáculo mexicano como Cantinflas, Germán Robles, Pedro Infante, María Félix y Dolores del Río.

Su interpretación más recordada sigue siendo la del gran jefe caballo recostado en *Por mis pistolas*, especialmente la escena donde Cantinflas le extrae un diente.

 

Su versatilidad lo llevó a participar en comedias, películas de horror y fantasía, demostrando su capacidad para adaptarse a proyectos poco convencionales.

Aunque su aspecto físico le generó más obstáculos que reconocimientos, su autenticidad, fuerza escénica y sinceridad permanecen en la memoria colectiva.

 

Hoy es recordado como un actor genuino, distinto a todos los demás, cuyo talento y entrega frente a las cámaras conquistaron al público, a pesar de las adversidades.

 

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