Gary Cooper es una de las figuras más emblemáticas y reconocibles del Hollywood clásico, conocido por su estilo de actuación natural y auténtico.
Nacido Frank James Cooper el 7 de mayo de 1901 en Helena, Montana, su carrera abarcó más de 30 años, durante los cuales se convirtió en una superestrella del cine con dos premios Óscar y múltiples nominaciones.
Sin embargo, detrás del brillo y la fama, la vida de Cooper estuvo marcada por una serie de episodios poco conocidos que revelan la complejidad y humanidad de este ícono del cine.
Gary Cooper nació en una familia inglesa asentada en Montana.
Su padre, Charles Henry Cooper, era un prominente abogado, ranchero y juez de la Corte Suprema de Montana.
Desde pequeño, Gary disfrutó de la vida en el campo, pasando sus veranos en el rancho familiar 7 Bar 9, donde aprendió a montar a caballo, cazar y pescar.
Esta conexión con la naturaleza y la vida rural moldeó su personalidad y más tarde influyó en los papeles que interpretaría en el cine.
Su educación comenzó en Helena, pero su madre decidió enviarlo a Inglaterra para que recibiera una formación más tradicional en Dunstable Grammar School, en Bedfordshire.
Allí estudió latín, francés e historia, aunque nunca fue muy aficionado a las corbatas formales que debía usar.
En 1912 regresó a Estados Unidos y continuó sus estudios en Helena.
A los 15 años sufrió un accidente automovilístico que le dejó una lesión en la cadera; como terapia, los médicos le recomendaron montar a caballo, lo que le dejó una característica forma de caminar y un estilo particular al montar.
Después de abandonar la escuela secundaria, Cooper decidió dedicarse a la vida de vaquero en el rancho familiar, pero una profesora de inglés llamada Ida Davis lo animó a continuar con sus estudios y a involucrarse en actividades académicas y dramáticas.
Su interés por el arte lo llevó a estudiar en Montana Agricultural College y luego en Grinnell College, Iowa, donde destacó como editor de arte en el anuario del colegio.
En 1924, Cooper se trasladó a Los Ángeles siguiendo a su padre, quien se mudó allí.
Inicialmente, trabajó en diversos empleos y comenzó a involucrarse en la industria cinematográfica a través de amigos que trabajaban en películas del oeste de bajo presupuesto.
Su amistad con el campeón de rodeo Jay “Slim” Talbot lo ayudó a entrar en este mundo, donde empezó como extra y jinete de acrobacias.
Gary Cooper se convirtió en uno de los actores más importantes y mejor pagados de Hollywood.
Durante 23 años consecutivos estuvo entre las 10 personalidades cinematográficas más populares, y durante 18 años fue una de las estrellas con mayores ingresos.
Su estilo naturalista y su carisma lo hicieron destacar, siendo reconocido por el American Film Institute como la 11ª mayor leyenda del cine clásico.
Ganó dos premios Óscar a Mejor Actor y recibió tres nominaciones adicionales.
En 1961, poco antes de su muerte, recibió un Óscar honorario que reconocía toda su trayectoria.
Cooper interpretó personajes icónicos en películas como *High Noon* (Solo ante el peligro), donde defendió valores como la valentía y la integridad, reflejando su propia personalidad.
Gary Cooper tuvo una vida amorosa intensa y a veces turbulenta.
En 1933 se casó con Veronica Balfe, conocida como “Rocky”, una debutante neoyorquina con quien tuvo una hija, Maria Veronica Cooper.
Rocky fue un pilar fundamental en la vida de Cooper, ayudándolo a controlar su vida personal y social.
Antes y durante su matrimonio, Cooper mantuvo varias relaciones con actrices famosas como Clara Bow, Evelyn Brent, Marlene Dietrich, Carol Lombard e Ingrid Bergman.
Algunas de estas relaciones fueron apasionadas y públicas, mientras que otras permanecieron en el ámbito de los rumores de Hollywood.
Más allá del cine, Cooper era un hombre amante de la naturaleza y el arte.
Mantuvo una profunda amistad durante 20 años con el escritor Ernest Hemingway, con quien compartía la pasión por la caza, el esquí y la vida al aire libre.
Hemingway admiraba la autenticidad de Cooper, tanto en la pantalla como en la vida real.
Cooper también coleccionaba arte y disfrutaba de actividades como la pesca, el tiro al plato, el esquí y el buceo.
Era conocido por su modestia, su carácter tranquilo y su disposición amable, cualidades que lo hicieron querido por colegas y amigos.
Políticamente, Gary Cooper era un conservador republicano activo.
Apoyó campañas presidenciales de Calvin Coolidge, Herbert Hoover y Wendell Willkie, y se manifestó en contra de Franklin D.Roosevelt.
Fue miembro fundador de la Motion Picture Alliance for the Preservation of American Ideals, una organización conservadora que se oponía al comunismo y fascismo.
En 1947 testificó ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara, denunciando la influencia comunista en Hollywood.
Más tarde defendió públicamente al guionista Carl Foreman, exmiembro del Partido Comunista, durante la producción de *High Noon*, enfrentándose a presiones para excluirlo.
En cuanto a su espiritualidad, aunque fue criado en la Iglesia Episcopal, en 1959 se convirtió al catolicismo, influenciado por su esposa y su hija.
Esta transformación espiritual marcó un capítulo importante en su vida personal.
En sus últimos años, Cooper enfrentó una dura batalla contra el cáncer de próstata que se extendió a otros órganos.
A pesar de su enfermedad, continuó trabajando y participando en proyectos hasta poco antes de su muerte.
Murió el 13 de mayo de 1961, dejando un legado imborrable en la historia del cine.
Su funeral y homenajes reflejaron el impacto que tuvo en la industria y en la cultura popular.
Fue enterrado inicialmente en California y luego trasladado a un cementerio en Southampton, Nueva York, donde descansa bajo un gran monolito que simboliza su estatura como leyenda.
Gary Cooper no solo fue un actor talentoso y exitoso, sino también un hombre complejo con una vida llena de pasiones, amistades profundas, convicciones políticas y espirituales, y relaciones amorosas intensas.
Su autenticidad en la pantalla y fuera de ella lo convirtió en un ícono que sigue inspirando a generaciones.
La historia de Cooper es un recordatorio de que detrás del glamour de Hollywood hay vidas humanas llenas de luces y sombras, triunfos y desafíos.
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