Moreno Guira, reconocido músico dominicano con una larga trayectoria en la percusión, rompió el silencio en una reciente entrevista para hablar sobre uno de los capítulos más dolorosos de su vida: su lucha contra el cáncer y el despido que sufrió mientras combatía la enfermedad.
Su testimonio no solo sacó a la luz las dificultades físicas y emocionales que atravesó, sino también las injusticias y decepciones que enfrentó dentro del medio artístico, particularmente en su relación con el popular merenguero Héctor Acosta, conocido como “El Torito”.
Todo comenzó cuando, tras presentar síntomas preocupantes, Moreno acudió al médico y recibió una devastadora noticia: un tumor en el colon, que al ser evaluado resultó ser un cáncer en etapa tres.
El diagnóstico llegó como un balde de agua fría, interrumpiendo su vida profesional en pleno auge y sumiéndolo en una etapa de incertidumbre.
El tratamiento no fue sencillo.
Durante dos años, debió someterse a intensas sesiones de quimioterapia y radioterapia que lo debilitaron física y emocionalmente.
Sin embargo, gracias a su fortaleza y al apoyo de sus seres queridos, logró superar la enfermedad.
En el momento en que recibió el alta médica, Moreno sintió que había vencido una de las batallas más grandes de su vida y que estaba listo para regresar a los escenarios, a hacer lo que más amaba: tocar música.
Con esa esperanza, Moreno se acercó nuevamente a la orquesta de Héctor Acosta, grupo del que había sido parte durante varios años y al que esperaba reintegrarse tras su recuperación.
Pero su regreso no fue recibido con los brazos abiertos.
Aunque presentó las constancias médicas que demostraban que estaba completamente apto para trabajar, le informaron que no podía volver a su puesto.
Según sus palabras, la explicación fue que “El Torito” ya no confiaba en él debido a su historial médico.
Para Moreno, esa respuesta fue tan dolorosa como el tratamiento mismo.
Había esperado comprensión, una oportunidad de reivindicarse, pero en su lugar recibió frialdad y rechazo.
La decepción fue profunda.
Moreno no solo perdió una fuente de ingresos, sino también lo que él consideraba una relación de respeto y compañerismo con Héctor Acosta.
En la entrevista, no ocultó su frustración al recordar que, durante los meses más difíciles de su tratamiento, nunca recibió una llamada, una visita ni una palabra de aliento de parte de su antiguo jefe.
Lo que más le dolió no fue el despido en sí, sino el silencio y la indiferencia.
Para un músico que había dado años de entrega, compromiso y pasión a la orquesta, ese distanciamiento le resultó incomprensible.
Moreno también reflexionó sobre lo frágiles que pueden ser los lazos en el mundo de la música, un ámbito donde muchas veces se confunden la amistad con el interés.
Contó que fueron varios sus colegas músicos quienes sí lo acompañaron en su lucha contra el cáncer, visitándolo y ofreciéndole palabras de apoyo, lo que contrastó con la actitud distante de Acosta.
Para él, fue una lección dura, pero aleccionadora, sobre la verdadera naturaleza de las relaciones humanas cuando la salud y la estabilidad personal se ven comprometidas.
A pesar de todo, Moreno no permitió que esa experiencia lo definiera ni lo detuviera.
Con una mezcla de coraje y amor por su oficio, decidió continuar su carrera en otros caminos.
Con el paso del tiempo, logró ser acogido por agrupaciones musicales de renombre como “Los Hermanos Rosario” y “Cocoband”, dos instituciones emblemáticas del merengue dominicano.
Volver a tocar en escenarios importantes, sentir el calor del público y compartir con otros artistas que lo valoraban por su talento, le permitió reconstruir su autoestima y recordar por qué había elegido la música como forma de vida.
Hoy, Moreno Guira habla desde la resiliencia.
No busca venganza ni rencor, pero sí desea que su historia sirva como ejemplo.
Quiere visibilizar lo que muchos músicos y trabajadores atraviesan cuando enfrentan enfermedades graves: la pérdida del empleo, el abandono por parte de compañeros y la invisibilización de sus luchas.
En su caso, la música fue su tabla de salvación, el medio con el que pudo sobreponerse al dolor físico, la incertidumbre económica y el vacío emocional que dejó la traición de alguien en quien confiaba.
Su testimonio también es un llamado a la empatía dentro de la industria artística y más allá.
La enfermedad puede tocar a cualquiera, y el apoyo, la comprensión y la solidaridad son fundamentales para atravesar esos momentos oscuros.
Moreno lamenta que todavía haya personas que vean a alguien que ha estado enfermo como un “riesgo” en lugar de como un sobreviviente.
Por eso, insiste en la necesidad de humanizar los espacios laborales, donde la salud y la dignidad de los trabajadores sean respetadas por encima de cualquier otra consideración.
La historia de Moreno Guira no es solo la de un músico que venció el cáncer; es también la de un hombre que, tras ser marginado en uno de los momentos más difíciles de su vida, logró levantarse con dignidad y seguir adelante.
Es una lección sobre la fortaleza del espíritu humano, sobre cómo el dolor puede transformarse en motivación y sobre la importancia de no dejarse vencer por las adversidades.
Hoy, sigue tocando, componiendo y compartiendo su arte con el público, demostrando que su pasión por la música no tiene límites, y que ni el cáncer ni la indiferencia pudieron arrebatarle su esencia.
.
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.