María Isabel Preysler Arrastía, ampliamente conocida como Isabel Preysler, es una figura emblemática que ha marcado con su elegancia, glamour y poder la alta sociedad española y filipina durante más de cinco décadas.
Su vida, llena de éxitos, tragedias y transformaciones, es un testimonio de resiliencia, inteligencia y adaptabilidad que la ha convertido en un ícono internacional.
Isabel Preysler nació el 18 de febrero de 1951 en Manila, Filipinas, siendo la tercera de seis hijos de una familia rica y aristocrática.
Su padre, Carlos Preysler y Pérez de Tagle, fue un exejecutivo de Philippine Airlines y miembro de la junta directiva del Banco Español de Manila.
Su madre, María Beatriz Arrastía y Reinares, era propietaria de una destacada empresa inmobiliaria en Manila.
Isabel desciende de la noble familia española Pérez de Tagle, que ostenta el título de marqués de Altamira desde el siglo XV, y posee también sangre filipina y austríaca, creando una mezcla cultural única.
Entre sus conexiones familiares destaca su parentesco con la actriz Neile Adams y el actor Steven R. McQueen, vínculos que ayudaron a moldear su trayectoria profesional y social.
Desde joven, Isabel destacó por su belleza natural y su confianza poco común.
Asistió a la escuela del Convento de la Asunción en Manila, donde era recordada como una niña amigable, valiente y alegre, aunque rebelde y con una temprana atracción por los chicos.
A los 16 años, Isabel se trasladó a Madrid para estudiar contabilidad en el Mary Ward College, una decisión que marcaría un punto de inflexión en su vida.
En España inició su carrera como modelo y trabajó para la revista Hola, donde en 1970 entrevistó a Julio Iglesias, quien luego se convertiría en su primer marido.
Desde entonces, Isabel se convirtió en una figura habitual en las revistas de sociedad y en la televisión española, ganándose los apodos de “reina de corazones” y “perla de Manila”.
Su carrera abarcó desde modelo, periodista y presentadora de televisión hasta icono de la moda.
En 1984 presentó el programa “Hoy en casa” y fue rostro de marcas como Ferrero Rocher.
Además, es madre de cinco hijos famosos, entre ellos los cantantes Enrique Iglesias y Julio Iglesias Jr., la periodista Chabeli Iglesias, Tamara Falcó y Ana Boller.
Isabel Preysler ha construido un patrimonio neto estimado en 30 millones de dólares, disfrutando de un estilo de vida de alta clase que incluye casas lujosas, viajes exclusivos y una colección de moda de lujo.
En Madrid reside en un magnífico chalet en el exclusivo barrio de Puerta de Hierro, valorado en unos 5 millones de dólares.
La villa, diseñada en estilo clásico español, cuenta con muebles de madera preciosa, pinturas europeas y un amplio jardín con rosas y olivos, escenario de fiestas a las que asisten celebridades como el príncipe Carlos, George Clooney y Giorgio Armani.
Además de su residencia en Madrid, Isabel posee una casa de vacaciones en Marbella, en la Costa del Sol, con piscina infinita, cancha de tenis y vistas al mar Mediterráneo.
También tiene un condominio en Makati, una zona exclusiva de Manila, donde visita a su madre y amigos.
En total, sus propiedades inmobiliarias están valoradas en aproximadamente 9,5 millones de dólares.
La moda es parte esencial de su vida.
Isabel es conocida por su gusto exquisito y frecuentemente viste prendas de diseñadores como Óscar de la Renta, Valentino y Monique Lhuillier, con vestidos cuyo precio oscila entre varios miles de dólares.
Su colección de bolsos incluye piezas exclusivas de Hermès y Chanel, valoradas en más de 200,000 dólares, mientras que sus joyas, que van desde diamantes Cartier hasta perlas Mikimoto, suman un valor estimado en cientos de miles de dólares.
En cuanto a transporte, posee una colección de coches lujosos pero discretos, entre ellos un Mercedes-Benz Clase S, un Range Rover Vogue y un BMW Serie 8, con un valor total aproximado de 360,000 dólares.
Isabel disfruta de viajes a destinos exclusivos como las Maldivas, París y Capri, donde se aloja en villas y alquila yates privados.
Sus vacaciones suelen costar alrededor de 100,000 dólares al año, sin incluir servicios personalizados.
Para mantener su belleza y salud, cuenta con un gimnasio privado en su villa de Madrid y entrena con un entrenador personal, enfocándose en yoga, pilates y ejercicios cardiovasculares.
Su dieta mediterránea, preparada por un chef personal, incluye salmón, verduras y frutas orgánicas, y utiliza productos de cuidado de piel de alta gama.
Isabel mantiene estrechos vínculos con la realeza británica y estrellas internacionales.
Es amiga íntima de Victoria Beckham y ha sido invitada de honor del príncipe Carlos en eventos como el Chelsea Flower Show.
Su vida social incluye fiestas exclusivas en su villa y eventos de alto perfil que consolidan su posición en la alta sociedad.
Detrás del glamour, Isabel ha enfrentado profundas tragedias. La pérdida de su hermano Enrique Preysler Arrastía, fallecido por sobredosis de drogas, dejó un vacío inmenso en su familia.
En honor a él, bautizó a su hijo menor con su nombre.
Otro golpe fue la muerte de su tercer marido, Miguel Boller, exministro de Hacienda español, quien falleció en 2014 tras un derrame cerebral.
Su relación con Boller, que duró 27 años y con quien tuvo a su hija Ana, le dio una estabilidad y felicidad que nunca había experimentado antes.
Su muerte sumió a Isabel en una profunda depresión.
Su primer matrimonio con Julio Iglesias también fue tumultuoso. Se conocieron en 1970 y se casaron en 1971, teniendo tres hijos juntos.
La fama y la infidelidad de Julio llevaron a su separación en 1979. Isabel enfrentó la crianza de sus hijos como madre soltera, lidiando con la presión pública y la atención mediática constante.
Como “reina de corazones”, Isabel ha sido objeto de un escrutinio constante por parte de la prensa española.
Los comentarios negativos sobre sus relaciones y su vida personal han sido una fuente de incomodidad y frustración para ella.
Ha expresado su deseo de ser reconocida por su trabajo y contribuciones caritativas, más allá de su vida amorosa.
Su carrera televisiva no alcanzó la estabilidad que algunos esperaban, en parte porque priorizó la maternidad y sus actividades sociales.
A pesar de las críticas que sugieren que su éxito se debe más a sus matrimonios que a su talento individual, Isabel ha demostrado con su trabajo benéfico y su presencia en los medios que es mucho más que una figura ornamental.
Aunque orgullosa de sus raíces filipinas, Isabel vivió durante años una desconexión con su tierra natal debido a sus compromisos en Europa.
Esta sensación de vivir entre dos mundos, sin pertenecer completamente a ninguno, ha sido una fuente de nostalgia y reflexión para ella.
Sin embargo, mantiene un vínculo fuerte con Filipinas, visitando regularmente a su familia y participando en eventos benéficos.
Isabel Preysler es más que un ícono de estilo y glamour; es una mujer que ha sabido combinar belleza, inteligencia y gracia social para construir una carrera multifacética.
Ha sido reconocida internacionalmente por su labor benéfica, recibiendo premios como el Women Together en Nueva York en 2006, donde fue honrada junto a figuras como Hillary Clinton y Yoko Ono.
Su historia es un ejemplo de cómo la resiliencia, la adaptabilidad y la autenticidad pueden forjar un legado duradero, trascendiendo la fama superficial para dejar una huella significativa en la sociedad.
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