Durante casi cuatro décadas, Jorge Ramos fue sinónimo de periodismo en el mundo hispano.
Su rostro serio, su tono firme y su inquebrantable compromiso con la verdad lo convirtieron en una de las figuras más respetadas y polémicas del continente.

Conocido como “la voz de los que no tienen voz”, Ramos desafió a presidentes, expuso la corrupción y rompió silencios incómodos.
Sin embargo, hoy, a punto de cumplir setenta años, su vida ha tomado un giro inesperado.
El periodista que alguna vez dominó las pantallas de Univisión enfrenta ahora una etapa de introspección y soledad, lejos de los reflectores que lo acompañaron por más de cuarenta años.
Su despedida de Univisión, después de 38 años al frente del noticiero principal, marcó el final de una era.
“Después de 38 años, este es mi último noticiero en Univisión”, fueron sus palabras, breves pero cargadas de emoción.
El anuncio sorprendió al público y despertó una ola de nostalgia.
Ramos no ofreció detalles sobre las razones de su salida, pero su silencio dijo mucho más que cualquier discurso.
Era el cierre de un ciclo y el comienzo de otro, incierto pero necesario.
Nacido en Ciudad de México, Jorge Gilberto Ramos Ávalos descubrió desde joven su vocación por el periodismo.
Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y más tarde amplió su formación en la Universidad de California, Los Ángeles, antes de obtener una maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Miami.
Su pasión por contar historias lo llevó a las emisoras XEW y XX de la capital mexicana, donde cubrió algunos de sus primeros reportajes importantes, entre ellos el intento de asesinato del presidente estadounidense Ronald Reagan en 1981.

Sin embargo, su primer gran enfrentamiento con el poder llegó poco después, cuando realizó un informe sobre el expresidente José López Portillo.
La censura de Televisa lo obligó a renunciar, una decisión que cambiaría el rumbo de su vida.
“Pensé que mi mundo se acababa”, confesó años después.
Pero aquel aparente fracaso fue, en realidad, el punto de partida hacia su destino.
Con determinación, emigró a Estados Unidos y en 1986 se unió a Univisión, donde comenzaría su ascenso meteórico.
Desde su llegada, Ramos se consolidó como una figura central del periodismo latino en Estados Unidos.
Su estilo directo y su compromiso con la verdad lo distinguieron de otros comunicadores.
Entrevistó a líderes mundiales como Fidel Castro, Barack Obama, Hugo Chávez, Carlos Salinas de Gortari, Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump.
Cada conversación era una batalla entre el poder y la transparencia, entre la retórica y la verdad.

Uno de los momentos más recordados de su carrera fue su tenso encuentro con Donald Trump en 2015, cuando fue expulsado de una conferencia de prensa tras insistir en preguntar sobre las deportaciones masivas de inmigrantes.
“Regresé y terminé la entrevista”, contaría después, con la serenidad de quien ha hecho del desafío una forma de vida.
Para muchos, aquella escena simbolizó la resistencia latina ante el poder político y el racismo institucional.
No menos impactantes fueron sus entrevistas con Hugo Chávez, particularmente aquella de 2000, donde el líder venezolano perdió la calma ante sus preguntas incisivas.
“¿Qué clase de preguntas son esas? Estás repitiendo basura”, le gritó Chávez.
Ramos, imperturbable, continuó con la entrevista, demostrando el temple que lo caracterizaba.
Su carrera también estuvo marcada por su presencia en los momentos más importantes de la historia contemporánea: la cobertura del terremoto de México en 1985, la guerra del Golfo en 1991, los conflictos en El Salvador, Kosovo, Afganistán e Irak, y la caída del Muro de Berlín en 1989, donde grabó las imágenes de un pueblo reencontrándose con la libertad.
En cada cobertura, Ramos priorizó el rostro humano del acontecimiento, recordando que el periodismo, para él, era dar voz a quienes la habían perdido.
A lo largo de su trayectoria, Jorge Ramos acumuló diez premios Emmy, el prestigioso galardón Walter Cronkite a la excelencia en periodismo y el reconocimiento de revistas internacionales como Time, que lo incluyó entre las cien personas más influyentes del mundo.
Sin embargo, detrás de los logros y la fama, su vida personal fue compleja.
Ramos fue esposo, padre y compañero, pero también un hombre marcado por la soledad que a menudo acompaña a quienes dedican su vida a una causa.
Tuvo dos hijos: Paola, periodista y analista política, y Nicolás, atleta.
También protagonizó romances mediáticos, entre ellos con la actriz Ana de la Reguera y, más recientemente, con la presentadora venezolana Chiquinquirá Delgado, su pareja desde 2011.
Pese a vivir bajo el escrutinio público, siempre intentó mantener su vida privada alejada del espectáculo.
Además de periodista, Ramos es autor de trece libros, entre ellos Sin miedo, Morir en el intento, A la caza del sueño americano y El otro lado de América, obras que exploran los dilemas de la migración, la libertad y la identidad latina.
En ellas se revela su faceta más reflexiva, la de un hombre que ha vivido entre dos patrias y dos lenguas, entre el orgullo y la nostalgia.
“No perdí un país”, escribió alguna vez.
“Gané otro”.

Tras su salida de Univisión en diciembre de 2024, Ramos inició una nueva etapa profesional, lejos de los grandes estudios y las cámaras tradicionales.
Lanzó su propio canal informativo en YouTube, Así veo las cosas, donde continúa analizando temas políticos y sociales desde una mirada independiente.
También conduce junto a su hija el pódcast The Moment, un espacio en inglés dedicado a explorar la experiencia latina en Estados Unidos.
En esta nueva fase, Jorge Ramos parece más libre que nunca, pero también más introspectivo.
Vive en Miami, en el tranquilo vecindario de Coconut Grove, desde donde escribe, produce y reflexiona sobre el oficio que le dio sentido a su vida.
Se identifica como agnóstico y asegura que, más allá de las creencias, su fe está en la verdad y en la capacidad humana de resistir.
A sus casi 70 años, Jorge Ramos sigue siendo un referente indiscutible del periodismo de habla hispana.
Su legado es inmenso: inspiró a generaciones de reporteros, dio visibilidad a los inmigrantes y demostró que el periodismo puede ser un acto de valentía moral.
Sin embargo, detrás del ícono, se encuentra un hombre que enfrenta la inevitable soledad del que ha vivido siempre mirando hacia afuera, buscando respuestas en los demás.
Hoy, alejado del noticiero que lo convirtió en leyenda, Jorge Ramos continúa su misión con menos ruido, pero con la misma pasión.
Su vida es un recordatorio de que la verdad, aunque a veces duela o aísle, sigue siendo el deber más noble del periodismo.
En cada palabra, en cada entrevista, Ramos sigue siendo lo que siempre fue: la voz firme de una conciencia que se niega a callar.