José Feliciano es un nombre que resuena a nivel mundial, reconocido por su habilidad única para fusionar estilos musicales y por ser pionero en cruzar las barreras culturales dentro de la industria musical.
Su influencia ha moldeado la música popular a lo largo de dos generaciones, abriendo puertas para numerosos artistas latinos en el mercado anglosajón.
Sin embargo, detrás de los reflectores y el éxito, la vida de Feliciano ha estado marcada por luchas personales y adversidades que muchas veces han permanecido invisibles para el público.
A sus más de 80 años, su historia es un conmovedor testimonio de perseverancia, pasión y compromiso con su arte.
José Monserrate Feliciano García nació el 10 de septiembre de 1945 en Lares, Puerto Rico, como el cuarto de once hijos.
Desde su nacimiento enfrentó un gran desafío: la ceguera causada por un glaucoma congénito.
A pesar de esta limitación, su exposición a la música comenzó muy temprano, a los tres años, cuando acompañaba a su tío que tocaba el cuatro puertorriqueño, mientras él golpeaba una lata de galletas como percusión.
A los cinco años, su familia se mudó a Spanish Harlem, en la ciudad de Nueva York, donde tuvo su primera aparición pública en el Teatro Puerto Rico, en el Bronx.
Su talento musical se hizo evidente rápidamente; a los siete años ya se había enseñado a sí mismo a tocar el acordeón, y a los nueve recibió su primera guitarra, instrumento al que dedicaría hasta 14 horas diarias de práctica.
Su aprendizaje fue autodidacta, influenciado por el rock and roll de los años 50, la guitarra clásica y el jazz, inspirándose en grandes como Andrés Segovia y Wes Montgomery.
Además, tomó lecciones formales con Harold Morris, un maestro que había estudiado con Segovia.
Su interés por la música soul, especialmente por artistas como Ray Charles y Sam Cooke, moldeó su estilo vocal durante la adolescencia.
A los 17 años dejó la escuela secundaria para apoyar a su familia, comenzando a actuar en cafés de Greenwich Village, Nueva York, ganándose la vida con su música.
Durante los primeros años de su carrera, Feliciano actuó en bares y clubes en Estados Unidos y Canadá, ganando reconocimiento por su presencia dinámica en el escenario.
Fue descubierto en Gerdes Folk City, en el Village, y contratado por RCA Victor.
Su primera grabación, el sencillo “Everybody Do the Click” (1964), fue un éxito en Filipinas, lo que le abrió puertas internacionales.
En 1965 y 1966 lanzó álbumes que mostraban su talento en folk, pop y soul, ganando elogios de la crítica.
Su estilo innovador y su habilidad para fusionar géneros le dieron reconocimiento en estaciones de radio de Estados Unidos.
En 1966, durante una gira en Argentina, grabó un álbum en español con influencias de bolero, blues y folk, que incluyó éxitos como “Poquita Fe” y “La Copa Rota”.
Estas canciones revolucionaron el género del bolero y le valieron discos de oro en América Latina y las comunidades hispanas en Estados Unidos.
En 1967, durante su primera visita al Reino Unido, enfrentó un duro revés cuando las autoridades no permitieron la entrada de su perro guía, Trudy, a menos que fuera puesto en cuarentena seis meses.
Profundamente afectado, escribió la canción “No Dogs Allowed”, que se convirtió en un éxito en los Países Bajos.
Ese mismo año, realizó una memorable actuación en estaciones de radio pirata británicas y apareció en programas de televisión junto a artistas como Dusty Springfield.
Uno de los momentos más icónicos y controvertidos de su carrera ocurrió en 1968, cuando interpretó una versión lenta y jazzística del himno nacional estadounidense, “The Star-Spangled Banner”, durante la Serie Mundial de Béisbol.
Su interpretación generó críticas y controversias, pues muchos consideraron que faltaba al respeto al himno.
Sin embargo, Feliciano defendió su versión como una forma de aportar una nueva perspectiva y llamar la atención sobre el himno.
Hoy en día, esa interpretación es considerada pionera y está exhibida en el Salón de la Fama del Béisbol.
El éxito de su álbum “Feliciano” (1968), que incluía su famosa versión de “Light My Fire” de The Doors, le valió dos premios Grammy: Mejor Artista Nuevo y Mejor Interpretación Pop Masculina.
Su estilo único de crossover, que combinaba música latina con pop y rock, lo consolidó como una estrella internacional.
Durante la década de 1970, José Feliciano continuó lanzando álbumes exitosos, colaborando con grandes artistas y expandiendo su carrera hacia la actuación y composición para televisión y cine.
Su canción navideña “Feliz Navidad”, escrita para un álbum de 1970, se convirtió en un clásico mundial, versionada por cientos de artistas y reconocida como una de las canciones navideñas más reproducidas.
En 1987, fue honrado con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y reconocimientos en Nueva York y Puerto Rico.
Su carrera siguió siendo prolífica, con giras internacionales y colaboraciones destacadas.
A pesar del éxito profesional, la vida personal de Feliciano ha tenido sus desafíos.
Se casó dos veces y tuvo tres hijos.
Su primer matrimonio terminó en divorcio, y su esposa falleció en 2018.
Actualmente vive entre Austria y Connecticut.
En 2009, enfrentó una polémica cuando una parodia ofensiva de su canción “Feliz Navidad” fue publicada, lo que llevó a Feliciano a emitir una declaración rechazando el racismo y el odio, y a una disculpa pública por parte de los creadores de la parodia.
José Feliciano es mucho más que un virtuoso guitarrista y cantante; es un símbolo de perseverancia frente a la adversidad.
Su ceguera no fue un obstáculo para convertirse en uno de los artistas latinos más influyentes y respetados mundialmente.
Su música ha trascendido fronteras y generaciones, y su historia inspira a quienes enfrentan dificultades.
En 2018, celebró el 50 aniversario de su carrera con un emotivo tributo en Puerto Rico y donó su icónica guitarra al Smithsonian.
Continuó realizando presentaciones especiales y siendo reconocido por su contribución a la música y la cultura.
José Feliciano es una leyenda viva que, a sus más de 80 años, sigue dejando una huella imborrable en el mundo musical, recordándonos que el talento, la pasión y la perseverancia pueden superar cualquier barrera.
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