La historia de Raúl Hernández, uno de los fundadores de Los Tigres del Norte, es un relato lleno de pasión, música y, sobre todo, dolor.
Su separación del icónico grupo musical dejó una huella profunda tanto en su carrera como en el corazón de sus seguidores.
A continuación, exploraremos los detalles de esta ruptura y los motivos que llevaron a Raúl a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida.
Los Tigres del Norte, fundados en 1968 en Mocorito, Sinaloa, por los hermanos Hernández, comenzaron su carrera musical en un contexto de dificultades económicas.
Desde sus inicios, el grupo no buscaba la fama, sino el sustento para su familia.
Con el apoyo de Don Juventino Angulo, los hermanos aprendieron a tocar sus primeros instrumentos y comenzaron a actuar en restaurantes y eventos locales.
El grupo, inicialmente conocido como Los Norteños de Chihuahua, tuvo su primer gran éxito en San José, California, donde un agente de inmigración los apodó “Los Tigres del Norte”.
Este nombre se convirtió en sinónimo de música norteña y corridos, llevando sus historias a un público cada vez más amplio.
A lo largo de los años, Los Tigres del Norte lanzaron álbumes que se convirtieron en clásicos, como “Contrabando y traición” y “La banda del carro rojo”.
Estas canciones contaban historias de la vida de los mexicanos, resonando profundamente en su audiencia.
Sin embargo, a pesar del éxito, Raúl comenzó a sentir que su voz y su estilo musical estaban siendo limitados dentro del grupo.
Después de 27 años de trayectoria y más de 25 álbumes, Raúl decidió dejar Los Tigres del Norte.
Su principal motivación fue el deseo de explorar otros géneros musicales, como la música de banda y mariachi, que sentía que no podía hacer dentro del grupo.

A pesar de ser uno de los fundadores, sus propuestas fueron constantemente rechazadas por sus hermanos, quienes preferían mantener el enfoque en la música norteña y los corridos.
Raúl explicó que nunca vio posibilidades de que se le concediera la oportunidad de mezclar estilos.
Jorge, su hermano y líder del grupo, era firme en su decisión de no cambiar la esencia de la música que los había llevado al éxito.
La salida de Raúl causó un gran revuelo entre los fanáticos de Los Tigres del Norte.
Muchos se preguntaban por qué uno de los miembros más queridos había decidido dejar el grupo en el apogeo de su carrera.
La falta de comunicación y los rumores contribuyeron a la confusión.
Sin embargo, Raúl continuó su carrera como solista, lanzando álbumes que reflejaban su estilo personal y su conexión con la música tradicional mexicana.
A pesar de los desafíos, Raúl mantuvo una buena relación con sus hermanos.
En entrevistas, ha mencionado que no hay rencores y que siempre se apoyan mutuamente, aunque su camino musical sea diferente.
Raúl Hernández ha sido reconocido no solo por su contribución a Los Tigres del Norte, sino también por su impacto en la música regional mexicana.

En 2018, recibió la medalla honoris causa en la Ciudad de México, un reconocimiento a su trayectoria y su influencia en la música.
A pesar de su éxito, Raúl siempre ha mantenido una actitud humilde y ha recordado sus raíces, lo que lo ha convertido en un referente para nuevas generaciones de músicos.
La historia de Raúl Hernández es un testimonio de la lucha por la identidad artística y la búsqueda de la libertad creativa.
Su decisión de separarse de Los Tigres del Norte, aunque dolorosa, le permitió explorar su pasión por la música de una manera que nunca imaginó.
A través de su legado, Raúl continúa inspirando a artistas y fanáticos por igual, demostrando que la música, en su forma más pura, es una expresión del alma.
En conclusión, la vida de Raúl Hernández es una mezcla de amor, música y decisiones difíciles.
Su historia no solo es la de un músico, sino la de un hombre que ha sabido mantenerse fiel a sí mismo y a su arte, dejando una marca indeleble en la cultura musical de México.
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