Héctor Jorge Ruiz Sacomano, conocido artísticamente como Sabú, fue una estrella que iluminó los escenarios de América Latina con su voz única y su carisma.
Sin embargo, detrás del brillo y la fama se escondía una historia llena de adversidades, luchas y tragedias que marcaron su vida para siempre.

Esta es la verdadera historia de Sabú, un niño que pasó de dormir en parques a conquistar corazones cantando en seis idiomas, pero que murió en silencio, vistiendo una camiseta que decía: “Colombia te ama”.
Su padre se volvió a casar, pero la madrastra dejó claro que no aceptaba a los hijos de su marido.
A los nueve años, Sabú y su hermana Silvia quedaron prácticamente abandonados, pasando más tiempo en la calle que en casa.
Lo que comenzó como una forma de escapar se convirtió en una lucha diaria por sobrevivir en las duras calles de Buenos Aires durante los años 60.
Sabú dormía en parques, se escondía bajo puentes y robaba fruta para alimentar a su hermana pequeña.
En esas calles violentas y sin ley, encontró a tres amigos que serían como hermanos para él: Juan Carlos, Luisito y Eduardo.
Juntos pedían limosna y se cuidaban mutuamente.
Sabú recordaría más tarde que muchos de sus amigos terminaron en la cárcel, pero él siempre creyó que algo mejor era posible.
Sabú era rápido y competitivo, y llegó a probarse en las divisiones juveniles del club Boca Juniors, el más grande de Argentina.
Sin embargo, la necesidad de trabajar para comer lo obligó a abandonar el deporte y buscar cualquier trabajo para sobrevivir: repartía diarios, lustraba zapatos y hacía guardias nocturnas.
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Su suerte cambió cuando fue contratado como modelo en la casa de modas Modart bajo el nombre de Giorgio.
Pero aunque las cámaras lo amaban, Sabú sentía que le faltaba algo.
Esa oportunidad llegó por accidente en 1968, cuando tras un desfile de moda le pidieron cantar para entretener al público.
Su voz ronca y profunda detuvo el murmullo y llamó la atención de dos productores, Ricardo Cleiman y su socio, quienes vieron en él no solo un talento sino una historia de superación.
Cleiman le preguntó su nombre verdadero y Sabú reveló su apodo de la calle, inspirado en el actor indio de la película “El Ladrón de Bagdad”.
Así nació Sabú, el cantante.
En 1969 lanzó su primer sencillo, “Toda mía a la ciudad”, que fue un fenómeno de ventas.
Su siguiente éxito, “Ese tierno sentimiento”, superó aún más sus expectativas.
Sabú no era un ídolo fabricado; manejaba su carrera con instinto y perseverancia.
Pronto llenó estadios en Argentina, Uruguay, Chile, Perú y Puerto Rico, y grabó en seis idiomas.
Su fama lo llevó a Francia, Londres, España, Brasil y Japón, donde compartió escenario con figuras como Quincy Jones y John Lennon.
A los 20 años, vivía un sueño que pocos podrían imaginar para un niño que alguna vez robaba manzanas en las calles.
Pero la fama es frágil. En 1971, Sabú fue arrestado bajo sospecha de estar vinculado a una banda criminal relacionada con un secuestro.
Aunque no se encontraron pruebas, pasó cinco noches en una celda y su imagen quedó manchada.
Los medios lo llamaron “el ángel caído” y los patrocinadores y programas comenzaron a alejarse.
Intentó defenderse públicamente, pero la Argentina de los años 70 era un país convulsionado y paranoico.
En 1978 fue arrestado nuevamente, esta vez por posesión de drogas, y aunque evitó la cárcel, su credibilidad quedó dañada.
Su música dejó de sonar en las radios y su carrera se desplomó.
Sabú desapareció de la escena argentina y se mudó primero a Nueva York, luego a Puerto Rico, y finalmente a México, donde encontró una segunda oportunidad.
Firmó con Melody Records, el sello de Televisa, y revivió su carrera con éxitos como “Quizás sí, quizás no” y “Fiebre de ti”.
Además de cantante, Sabú fundó su propia productora y trabajó como mentor de nuevos talentos, entre ellos Lupita Dalesio, con quien tuvo una relación tanto profesional como amorosa.
Sin embargo, esa relación terminó de forma dramática y tóxica.
Más tarde, Sabú encontró la paz con Josefina Hill, cantante argentina radicada en México, con quien se casó en 1987 y vivió 18 años de compañerismo y amor, aunque nunca tuvieron hijos juntos.
Después de años lejos de los reflectores, Sabú regresó en la década de los 90, especialmente en Colombia, donde fue recibido como una leyenda.
Ofreció conciertos multitudinarios y volvió a conectar con su público.
Sin embargo, en 2005, tras una última presentación en Quito, Ecuador, comenzó a sentir dolores persistentes.
Fue diagnosticado con cáncer de pulmón avanzado.
A pesar de la quimioterapia, la enfermedad avanzó rápidamente y Sabú falleció el 16 de octubre de 2005 en Ciudad de México, acompañado por Josefina.
Llevaba puesta una camiseta que decía: “Sabú, Colombia te ama”.
Su muerte marcó el fin de una era, pero su legado permanece vivo.

Sabú grabó más de 200 canciones, lanzó 15 álbumes y obtuvo 27 discos de oro y siete de platino.
Cantó en español, francés, italiano, japonés, portugués e inglés.
Su música se escuchó en telenovelas y películas de toda América Latina.
A pesar de las adversidades, Sabú nunca olvidó sus orígenes y siempre habló de estar preparado para cualquier adversidad.
Su voz y su historia siguen inspirando a generaciones, recordándonos que detrás de cada estrella hay un ser humano con sueños, luchas y un legado que trasciende el tiempo.