Alberto Vázquez Gurrola, nacido el 20 de abril de 1940 en Guaymas, Sonora, es una leyenda viva de la música mexicana, un ícono que durante décadas conquistó los corazones de miles de seguidores con su voz única y su talento multifacético.
Sin embargo, detrás de la fama, los aplausos y los reflectores, se esconde una historia de vida marcada por la lucha, el amor y también por profundos momentos de dolor y desafíos personales que pocas veces se han contado con detalle.
Desde niño, Alberto mostró inclinación por las artes visuales, estudiando pintura en prestigiosas instituciones como la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y la Academia de San Carlos.
Sin embargo, su verdadera pasión era la música.
A los 14 años, tuvo su primera oportunidad de presentarse ante el público gracias a su padre, quien era gerente del cine Alameda.
Esta experiencia marcó el rumbo de su vida.
A los 17 años, comenzó a actuar en lugares emblemáticos como el Afroclub y el Cádila Cabaret, donde rápidamente ganó fama por su estilo y voz singulares.
Su talento fue tan evidente que le ofrecieron un contrato por siete años en Las Vegas, una oportunidad inusual para un artista joven en esa época.
Sin embargo, Alberto decidió quedarse en México, demostrando una madurez y determinación para forjar su carrera en su país natal.
Firmó con Discos Musart en 1960 y lanzó su primer LP de canciones románticas.
Dos años después, incursionó en el cine con la película “Ritmo de Twist”, que lo catapultó a la fama.
Durante más de seis décadas, Alberto transitó con facilidad entre géneros como boleros, rancheras, baladas y rock and roll en español, consolidando una carrera musical con más de 100 discos y éxitos inolvidables como “El Secreto”, “Rosalía”, “Maracas” y “Yumin Everything to Me”.
La vida íntima de Alberto Vázquez ha sido tan intensa y turbulenta como su carrera artística.
A los 16 años, protagonizó un escándalo al casarse con una mujer llamada Marcela, quien tenía 30 años.
Para lograrlo, Alberto mintió sobre su edad, asegurando tener 22 años.
Este matrimonio secreto fue anulado por su propio padre al descubrir la verdad, marcando el inicio de una vida sentimental llena de giros inesperados.
Posteriormente, se casó legalmente con Ena Larsen, una mujer de ascendencia danesa, pero la relación terminó abruptamente cuando Alberto se enamoró de la actriz mexicana Isela Vega.
Este romance estuvo marcado por tensiones, celos y confusión, y culminó con la separación cuando Isela, embarazada de Alberto y esperando un hijo suyo, decidió alejarse sin informarle sobre el nacimiento del niño, Arturo.
Durante años, Alberto vivió con la incertidumbre y el dolor de no conocer a su hijo, hasta que un amigo le confirmó la existencia de Arturo.
A pesar de sus esfuerzos por integrarlo a su vida, la relación fue complicada debido a los obstáculos impuestos por Isela y las heridas emocionales acumuladas.
Un encuentro tenso entre padre e hijo terminó en una disputa física, mostrando la dificultad de reparar un vínculo dañado por el tiempo y las circunstancias.
En medio de estos conflictos, Alberto formó una nueva familia con Mónica Hoyos, con quien tuvo gemelas.
Sin embargo, la felicidad se vio empañada por problemas legales y escándalos.
Su esposa legítima, Ena Larsen, al enterarse del nacimiento de las hijas, inició un proceso judicial que llevó a Alberto a ser arrestado, un episodio humillante que marcó otro capítulo oscuro en su vida.
Durante años, las demandas y exigencias financieras de Ena continuaron, amenazando constantemente la estabilidad de Alberto.
En medio de esta tormenta, conoció a Juan Gabriel, un joven músico que aún no era el ícono que llegaría a ser, pero con quien compartió una breve y significativa amistad basada en la música y la creatividad.
Tras superar su divorcio con Ena, Alberto encontró en Mónica Hoyos un refugio de tranquilidad y amor.
Juntos construyeron un hogar estable y lleno de ternura, hasta que la muerte de Mónica en 2003 por cáncer dejó a Alberto devastado.
Sin embargo, su espíritu resistente le permitió seguir adelante.
En 2005, inició una relación con Elizabeth Ronet, una mujer española 43 años menor que él, con quien convivió casi 20 años.
Esta unión, cimentada en el respeto y el compromiso, le devolvió la alegría y el entusiasmo por la vida.
En 2009 nació su hijo Juan Alberto Vázquez, fortaleciendo aún más su deseo de construir una familia sólida.
En 2022, tras 18 años juntos, Alberto y Elizabeth formalizaron su relación con una ceremonia íntima, un momento de plenitud que Alberto compartió orgullosamente en redes sociales, defendiendo con vehemencia su amor ante las críticas por la diferencia de edad.
Sin embargo, la vida volvió a poner a prueba a Alberto.
En un episodio que conmocionó a su familia, fue hospitalizado debido a una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y complicaciones cardíacas.
A pesar del pronóstico desalentador, logró superar esta crisis, gracias al apoyo de sus seres queridos.
Hoy, con 83 años, Alberto Vázquez vive una etapa más tranquila, dedicada a cuidar su salud, disfrutar de sus hijos y nietos, y mantener viva su conexión con la música desde un lugar más íntimo y reservado.
Se ha convertido en mentor y productor, dejando un legado sonoro que conserva la esencia de su alma artística.
Su hijo Arturo ha defendido con orgullo la felicidad de su padre y la legitimidad de su relación con Elizabeth, resaltando que lo más importante es ver a Alberto sonreír y estar acompañado.
En definitiva, la historia de Alberto Vázquez es un relato de resiliencia, amor y pasión por la música, que trasciende las dificultades y deja una huella imborrable en la cultura mexicana.
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