La Triste Historia de Amalia Mendoza La Tariacuri, Casada con esposo celoso tenia prohibido Cantar

Amalia Mendoza García, conocida popularmente como “La Tariácuri”, es una de las voces más emblemáticas y emotivas de la música ranchera mexicana.

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Su vida estuvo marcada por el talento, el éxito y también por profundas tristezas y sacrificios, especialmente en su vida personal, donde tuvo que enfrentar obstáculos que casi la obligaron a renunciar a su pasión: cantar.

 

Amalia Mendoza nació el 10 de julio de 1923 en San Juan Huetamo, Michoacán, siendo la décima hija de Francisco Mendoza Rentería y Dolores García Mendoza.

A los seis meses, su familia se mudó a Morelia, la capital del estado, donde Amalia comenzó a mostrar su talento musical desde muy pequeña.

A los seis años ya cantaba en la escuela, y su entrega emocional era tan profunda que conmovía a quienes la escuchaban.

 

La música corría por sus venas, ya que provenía de una familia con raíces musicales.

Sus hermanos mayores formaron el renombrado Trío Tariácuri, pioneros en la música ranchera masculina.

Inspirada por ellos, Amalia formó un trío secreto con su hermana y una amiga, presentándose en fiestas locales y ganando experiencia con el acompañamiento del famoso Mariachi Vargas.

 

En 1938, Amalia hizo su debut profesional en la estación de radio XEW, llenando el espacio que dejaban sus hermanos en el Trío Tariácuri.

A lo largo de los años, formó duetos y grupos, como “Las Adelitas” con su amiga Perlita, y grabó sus primeras canciones para discos Peerless en 1948, mostrando ya la voz rica y dramática que la caracterizaría.

Amalia Mendoza - YouTube

Su carrera prometía un gran futuro, pero la vida personal de Amalia estaba a punto de enfrentar un gran desafío.

 

Amalia Mendoza contrajo matrimonio con un médico especializado en enfermedades tropicales, quien era muy celoso y no aprobaba su carrera musical.

Por respeto y amor a su esposo, Amalia decidió pausar su carrera y mudarse al estado de Veracruz, lejos del bullicio musical de la Ciudad de México.

Durante cinco años, la cantante vivió bajo la restricción de no poder cantar profesionalmente, lo que le causó un gran sufrimiento.

 

Sin embargo, su pasión por la música era tan fuerte que encontraba la manera de regresar a la Ciudad de México cada seis meses para grabar algunas canciones, principalmente para la Lotería Nacional y luego para discos Columbia.

Durante ese tiempo, colaboró con su hermano Juan Mendoza, formando el Dueto Tariácuri y grabando numerosos sencillos.

 

Después de cinco años de matrimonio y de soportar las prohibiciones impuestas por su esposo, Amalia tomó la dolorosa pero valiente decisión de divorciarse para poder dedicarse plenamente a su vocación artística.

En 1954, inició su carrera como solista con gran éxito, grabando canciones icónicas como “Puñalada Trapera” de Tomás Méndez y “Maldición Ranchera” de José Alfredo Jiménez.

 

Su voz comenzó a sonar en las radios más importantes de México y su fama creció rápidamente.

También incursionó en el cine, participando en películas como “El Charro Inmortal” (1954) y doblando la voz de la actriz Rosita Quintana en “A los Cuatro Vientos” (1955).

Amalia “La Tariácuri” Mendoza (1923-2001) - Find a Grave Memorial

Uno de los momentos más significativos en la carrera de Amalia Mendoza fue la interpretación de “Amarga Navidad”, una canción de José Alfredo Jiménez que se convirtió en su sello distintivo.

La canción tocó fibras profundas en el público, evocando sentimientos de desamor y nostalgia que Amalia transmitía con una entrega emocional única.

 

Ella misma describió cómo esta canción transformó su carrera y la forma en que la gente la reconocía y admiraba.

Su capacidad para llorar mientras cantaba y hacer sentir cada palabra la convirtió en una de las artistas más queridas del género ranchero.

 

Durante su carrera, Amalia Mendoza fue frecuentemente comparada con otra gran figura de la música ranchera, Lola Beltrán.

Sin embargo, Amalia siempre mantuvo una postura humilde y elegante, destacando que cada artista tiene su estilo único y que la valoración final corresponde al público.

 

Además de su éxito musical, Amalia expandió su influencia en el cine, protagonizando películas como “Yo el Aventurero” (1959) y participando en otras producciones durante la década de 1960.

 

Tras su divorcio, Amalia encontró el amor nuevamente con Octavio Fernández de la Vega, con quien se casó en 1963.

Esta relación fue diferente, basada en el respeto mutuo y el apoyo a la carrera artística de Amalia.

Aunque no tuvieron hijos, su vínculo le brindó estabilidad y felicidad, permitiéndole continuar su carrera sin las restricciones que había sufrido antes.

Amalia Mendoza – México elegante

Amalia Mendoza se retiró oficialmente en 1985, en el auge de su carrera, con la intención de preservar su legado mientras aún podía cantar con calidad.

Su retiro fue emotivo, con un concierto multitudinario en el Pico Rivera Sports Arena, donde fue homenajeada por miles de fans.

 

A lo largo de su vida, grabó 36 álbumes y su música trascendió fronteras, especialmente en comunidades latinas de Estados Unidos.

En 1996 regresó brevemente para grabar “Las Tres Señoras”, un álbum homenaje junto a Lola Beltrán y Lucha Villa, consolidando aún más su lugar en la historia de la música ranchera.

 

En 1998, fue honrada con el premio inaugural Lucha Reyes en Los Ángeles, reconocimiento a su contribución para perpetuar las tradiciones de la música ranchera.

 

Amalia Mendoza falleció el 11 de junio de 2001 en la Ciudad de México, a los 77 años, tras una lucha contra una enfermedad pulmonar progresiva.

Sus últimos días los pasó rodeada de su familia, dejando un legado imborrable en la música mexicana.

 

Sus cenizas fueron esparcidas en el lago de Pátzcuaro, Michoacán, tierra que la vio nacer y que siempre llevó en su corazón.

 

La historia de Amalia Mendoza es un testimonio de resiliencia, pasión y sacrificio.

A pesar de las dificultades personales, especialmente la prohibición de cantar impuesta por su primer esposo, Amalia nunca renunció a su vocación y logró convertirse en una de las voces más queridas y respetadas de la música ranchera.

 

Su vida nos recuerda que el camino hacia el éxito muchas veces está lleno de obstáculos, pero la dedicación y el amor por el arte pueden superar cualquier adversidad.

Su legado sigue vivo en sus canciones, en la memoria de sus seguidores y en el alma de la música mexicana.

 

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