Valentín Trujillo Gazcón, nacido el 28 de marzo de 1951 en Atotonilco el Alto, Jalisco, México, fue una figura emblemática del cine mexicano.
Actor, director, productor y guionista, Valentín tuvo una carrera prolífica que lo consagró como uno de los grandes galanes del cine nacional.
Sin embargo, detrás del brillo de su fama se escondió una vida personal llena de complejidades, romances y desafíos que marcaron su historia.
En este artículo repasamos su trayectoria artística, sus amores, sus fracasos y el legado que dejó en el cine mexicano.
Valentín nació en el seno de una familia dedicada al cine.
Fue la tercera generación de la dinastía Gazcón de Anda, con tíos reconocidos como Gilberto y Edgardo de Anda, y un abuelo, Valentín Gazcón de Anda, que fue su ídolo y mentor en sus primeros años.
Desde niño, Valentín estuvo inmerso en el mundo del cine, participando en películas desde los dos meses de edad y debutando formalmente a los siete años en el filme *El gran pillo* (1958).
Su infancia transcurrió entre sets, cámaras y filmaciones, lo que le permitió conocer a fondo todos los procesos cinematográficos.
Tras completar sus estudios universitarios en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, Trujillo decidió dedicarse por completo a la actuación.
Su primer protagónico llegó en 1969 con *Las figuras de arena*, y rápidamente se convirtió en uno de los galanes más cotizados del cine mexicano.
A lo largo de su carrera actuó en más de 140 películas, recibiendo premios como la Diosa de Plata y el Ariel, consolidando su talento y versatilidad en la pantalla grande.
Además de actor, Valentín incursionó en la dirección y producción, destacándose con películas que abordaban temas sociales y de violencia, como *Ratas de la ciudad* (1984) y *Rojo amanecer* (1989), esta última una crónica sobre la masacre estudiantil de 1968 en México.
Su compromiso con el cine social lo llevó a arriesgar su patrimonio y seguridad para llevar a cabo proyectos importantes para la historia del país.
Valentín Trujillo fue también conocido por su vida amorosa intensa y sus múltiples relaciones con mujeres famosas del medio artístico.
Entre sus conquistas más conocidas destacan las actrices y cantantes Verónica Castro y Lucía Méndez.
Su romance con Castro fue breve pero significativo, mientras que con Lucía Méndez mantuvo una relación de más de tres años que terminó abruptamente cuando ella decidió no casarse con él.
Posteriormente, Valentín se casó con Patricia María, con quien tuvo tres hijos y permaneció casado por más de 20 años.
Sin embargo, la relación terminó en 1985.
Más tarde contrajo matrimonio con Scarlet Álvarez, con quien tuvo un hijo llamado Carlos Valentino.
La vida familiar de Valentín estuvo marcada por la convivencia con hijos de diferentes relaciones y las dificultades que esto implicaba.
A lo largo de su carrera, Valentín no solo se destacó como actor, sino también como un director obsesivo y comprometido con el arte cinematográfico.
Su debut como realizador fue con la película *Un hombre violento*, que tardó seis años en llevarse a la pantalla.
Sus obras se caracterizaron por tratar temas difíciles y sociales, ganando reconocimiento tanto en México como en el extranjero.
Entre sus trabajos más destacados como productor está *Rojo amanecer*, una película que enfrentó la censura y la oposición gubernamental debido a su contenido político.
Valentín fue clave para que esta película se realizara y se estrenara, arriesgando incluso su integridad personal para proteger la obra.
En sus últimos años, Valentín Trujillo redujo su actividad frente a las cámaras para enfocarse en la producción cinematográfica.
Sin embargo, su salud comenzó a deteriorarse, enfrentando problemas de ansiedad y rumores sobre Parkinson, que fueron desmentidos por su familia.
Valentín falleció a los 55 años, en mayo de 2006, debido a un paro cardíaco.
Su muerte fue un golpe para la industria cinematográfica mexicana, dejando un vacío difícil de llenar.
Sus restos fueron cremados y depositados en una cripta en la Ciudad de México.
Su esposa Scarlet Álvarez y sus hijos continuaron honrando su memoria y legado.
Valentín Trujillo fue mucho más que un galán del cine mexicano; fue un artista apasionado que vivió intensamente tanto en lo profesional como en lo personal.
Su vida estuvo llena de éxitos, amores, desafíos y un compromiso inquebrantable con el cine social.
Aunque su historia tuvo momentos tristes, su legado perdura en la memoria del cine mexicano y en el corazón de sus seguidores.
