Delia Casanova es una de las actrices más emblemáticas y respetadas del cine y la televisión mexicana.

Su talento, elegancia y disciplina la convirtieron en una figura capaz de iluminar cualquier escena y renovar una industria que enfrentaba tiempos difíciles.
Sin embargo, detrás de su imponente presencia pública, Delia enfrentó batallas profundas: envidias, rivalidades profesionales y una enfermedad silenciosa que poco a poco fue arrebatándole su carrera y afectando su vida personal.
Nacida el 4 de noviembre de 1948 en Pica, Veracruz, Delia creció en una familia de clase media que valoraba la educación y la disciplina.
Desde niña mostró una sensibilidad especial hacia las artes, fascinada por la capacidad de los actores para transmitir emociones intensas sin palabras.
Esta pasión la llevó a dejar la seguridad de su hogar para estudiar actuación en el Instituto Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México.
Su presencia escénica, mezcla de elegancia natural y dominio corporal, la hizo destacar rápidamente.
Fue considerada la mejor alumna de su generación, no solo por su belleza sino por su profesionalismo y ética de trabajo.
Mientras muchos jóvenes buscaban la fama rápida, Delia se enfocó en la perfección técnica y la profundidad emocional, lo que la preparó para una carrera sólida y respetada.
A mediados de los años 70, Delia comenzó su trayectoria en el teatro, donde pulió su talento y ganó reconocimiento.
En 1978 debutó en el cine con la película *Palacio Chino*, en una época en que el cine mexicano atravesaba una crisis.
Sin embargo, su talento y disciplina la convirtieron en una figura capaz de devolver dignidad a la industria.

Su filmografía incluye títulos destacados como *Cuartelazo* (1977), *Ylovisna* (1978), *El infierno de todos los tiempos* (1981) y *Esperanza* (1988).
En televisión, participó en producciones icónicas como *La don de Isabela* (1984), *Pura Sangre* (1985) y *La culpa* (1996), consolidando su rostro en millones de hogares mexicanos.
El éxito de Delia no estuvo exento de tensiones.
Su talento generó roces con figuras ya establecidas como Alma Muriel y Lucía Méndez.
Un episodio particularmente polémico ocurrió durante la película *Mentiras piadosas* (1987), cuando Alma Muriel insinuó que Delia había obtenido un papel gracias a un romance con el productor.
Esta acusación fue desmentida categóricamente, pues Delia había hecho la mejor audición.
A pesar de las críticas y los rumores, Delia mantuvo una actitud digna y elegante, prefiriendo dejar que su trabajo hablara por ella.
Su profesionalismo y respeto la convirtieron en un modelo a seguir para generaciones de actores y actrices.

Delia Casanova no solo fue reconocida por su talento, sino también por su belleza natural y magnetismo.
A diferencia de muchas actrices que buscaban la fama a cualquier costo, Delia se conocía y respetaba demasiado para aceptar contratos en Hollywood con honorarios simbólicos.
Rechazó esas ofertas y decidió permanecer en México, donde continuó acumulando logros y respeto.
Además, cuando revistas masculinas le propusieron hacer sesiones desnudas, lo hizo desde la libertad y la seguridad en sí misma, sin miedo al qué dirán.
Esto consolidó su imagen como una mujer moderna, segura y dueña de su cuerpo.
A principios de los años 80, comenzaron a surgir señales preocupantes en la salud de Delia.
Subió de peso de forma súbita y significativa, lo que inicialmente fue atribuido al estrés.
Sin embargo, las dietas y tratamientos no funcionaron, y su cuerpo parecía volverse en su contra.
Estudios médicos revelaron que Delia padecía un daño grave en la glándula tiroides, una condición que afecta el metabolismo y el equilibrio emocional.
El tratamiento fue agotador y provocó efectos secundarios severos, incluyendo crisis depresivas recurrentes.
En 1986, buscando una solución definitiva, Delia se sometió a una liposucción que, lejos de mejorar su situación, afectó su sistema nervioso y complicó aún más su salud.
Durante los años 90, su problema de peso se intensificó, lo que la llevó a cancelar proyectos y reducir su presencia en pantalla.

Para 2012, tras gastar grandes sumas en tratamientos endocrinológicos, terapias alternativas y medicamentos, Delia comprendió que su salud no mejoraría lo suficiente para continuar con la exigencia del medio artístico.
Con dignidad y determinación, decidió retirarse definitivamente.
Su retiro no fue producto de escándalos ni falta de talento, sino una decisión consciente basada en la realidad de su salud.
Actualmente, Delia vive alejada de los reflectores, dedicada a su tranquilidad y bienestar.
Su carrera, marcada por la disciplina, el talento y la elegancia, dejó un legado imborrable.
Fue inspiración para generaciones, referencia para directores y un rostro inolvidable para el público mexicano.
Aunque la industria buscaba a alguien que rescatara el cine nacional, Delia ya había dejado su huella sin necesidad de rescates.
Este relato muestra una faceta humana y profunda de Delia Casanova, una mujer que enfrentó envidias, traiciones y una cruel enfermedad, pero que supo mantenerse firme y digna hasta el final.
Su historia sigue siendo un ejemplo de profesionalismo y fortaleza.