Pocas figuras del cine de oro mexicano fueron tan misteriosas, elegantes y reservadas como Blanca de Castejón.
Con una mirada serena, un acento distinguido y una voz profunda, su presencia en pantalla evocaba épocas pasadas, más cercanas a salones aristocráticos que a los bulliciosos sets de filmación.
Sin embargo, detrás de ese rostro inmaculado y esa imagen impecable, se escondía una verdad que pocos se atrevieron a revelar: Blanca fue amante de Emilio Azcárraga Vidaurreta, el poderoso fundador de lo que hoy conocemos como Televisa, y según fuentes confidenciales, madre de uno de sus hijos no reconocidos.
Su intento de hacer pública esta verdad y exigir justicia le costó la vida.
La historia comienza en la década de 1940, cuando Emilio Azcárraga ya era un empresario consolidado y dueño de la emblemática estación de radio XEW, conocida como “La Voz de América Latina desde México”.
Su influencia en el mundo del espectáculo era inmensa y su figura, temida.
Por otro lado, Blanca de Castejón era una actriz puertorriqueña que había triunfado en Hollywood antes de conquistar el cine mexicano.
Su carácter fuerte y su falta de intimidación ante Azcárraga la convirtieron en una mujer singular dentro del círculo del magnate.
Los rumores sobre su relación comenzaron tras el rodaje de la película *La familia Dresl*, donde se dice que Emilio visitaba el set con una frecuencia inusual.
Blanca, lejos de amedrentarse, se permitía discutir y contradecir al hombre más poderoso de los medios en México, algo poco común en aquella época y entorno.
En 1957, Blanca quedó embarazada, un hecho que fue ocultado cuidadosamente.
Se retiró temporalmente de la actuación por razones de salud y a su regreso lucía más delgada y seria, sin mencionar nunca al supuesto padre de su hijo.
Según documentos y entrevistas privadas filtradas en los años 90, el niño fue criado lejos de los reflectores, con un apellido diferente y bajo el cuidado de familiares de Blanca en San Juan de Puerto Rico.
Se ha dicho que su nombre era Julio y que fue enviado a estudiar a Francia con una beca misteriosa, financiada por una fuente desconocida.
Un informante cercano a la familia Azcárraga, que trabajó como chófer durante dos décadas, aseguró que Emilio enviaba sobres de dinero mensualmente a una dirección en el Caribe, una entrega que consideraba más importante que cualquier compromiso con sus empresas mediáticas.
Blanca, por su parte, nunca volvió a tener pareja formal y respondía con una sonrisa amarga cuando le preguntaban por su vida sentimental: “He tenido todo lo que una mujer pueda desear y he perdido más de lo que ustedes imaginan.
”
En 1959, cuando el poder de Emilio Azcárraga estaba en su apogeo, Blanca regresó a México para filmar una última película.
Lo que pocos saben es que su regreso tenía un propósito oculto: hacer que Emilio reconociera públicamente a su hijo y le cediera parte de su herencia.
Según un investigador independiente que trabajó para un canal de televisión en los años 80, Blanca poseía fotografías, cartas e incluso un mechón de cabello del niño con una nota firmada por Emilio, pruebas suficientes para provocar un escándalo mayúsculo.
Este acto de valentía y desafío fue lo que, según se cree, la condenó.
Oficialmente, Blanca de Castejón murió el 26 de diciembre de 1969 por complicaciones hepáticas.
Pero los testimonios y rumores cuentan otra historia.
Una exempleada del hospital donde Blanca fue atendida relató en una entrevista anónima en 2001 que la actriz llegó convulsionando y vomitando sangre, sin que sus antecedentes médicos mostraran enfermedades crónicas.
Otro testigo, un enfermero que trabajó aquella noche, afirmó que dos hombres llegaron horas antes a su domicilio y que Blanca fue ingresada por recomendación de una fuente muy poderosa.
Según esta versión, fue envenenada.
Otra hipótesis señala que Blanca, en estado de ebriedad, se habría caído por las escaleras de su casa, lo cual también habría contribuido a su fallecimiento.
Sin embargo, muchos creen que su muerte fue orquestada silenciosamente para evitar que revelara públicamente la verdad sobre su hijo y su relación con Azcárraga.
En su departamento no se encontró ninguna maleta, carta ni rastro del expediente que supuestamente contenía las pruebas de su vínculo con el magnate.
Todo desapareció.
Años después, se descubrió una cuenta bancaria suiza a nombre de un tal JC de Castejón, congelada por motivos sospechosos.
Se dice que esta cuenta fue abierta en 1970, apenas meses después de la muerte de Blanca, y algunos investigadores privados creen que Emilio, ya enfermo y paranoico, ordenó compensar al joven en secreto para evitar que su “fantasma” lo persiguiera hasta el final.
Aunque Blanca murió sola, sin homenajes ni escándalos oficiales, su historia no quedó enterrada.
Fue una mujer que desafió las reglas del poder, que no se conformó con migajas y exigió justicia para su hijo.
Su valentía y determinación la convirtieron en una figura que, aunque borrada por la historia oficial, sigue siendo recordada por quienes conocen la verdad.
Se dice que Emilio Azcárraga nunca dejó de amarla, pero que las presiones del medio y el poder le impidieron reconocerla públicamente.
La actriz puertorriqueña fue mucho más que una estrella del cine de oro; fue una mujer que pagó con su vida el precio de desafiar al hombre más poderoso de México.
La historia de Blanca de Castejón es un recordatorio sombrío de cómo el poder y la influencia pueden silenciar verdades incómodas y borrar vidas valientes.
Su vida y muerte muestran el lado oscuro detrás del glamour del cine mexicano y el imperio mediático que Azcárraga construyó.
Su historia, aunque envuelta en misterio y secretos, sigue siendo un testimonio de coraje y lucha por la justicia.
Blanca de Castejón no solo fue una actriz refinada y talentosa, sino también una mujer que enfrentó al poder y dejó una huella imborrable, aunque oculta, en la historia del entretenimiento mexicano.
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