En medio del dolor y la incredulidad, la Ciudad de México despidió este fin de semana a Tiffany Cano, una joven de espíritu alegre cuya vida fue truncada tras más de un mes de agonía en el hospital, luego de la devastadora explosión de una pipa de gas en el puente de La Concordia, en Iztapalapa.
Su nombre se suma a la lista de 32 víctimas mortales de esta tragedia que dejó una profunda huella en la memoria colectiva del país.
El sepelio de Tiffany se llevó a cabo en un panteón del Estado de México, donde familiares, amigos y vecinos se reunieron para darle el último adiós.
Entre lágrimas, flores y música —esa misma música que tanto amaba—, la joven fue despedida como vivió: con alegría, con ritmo y rodeada de quienes la querían.
“Ella siempre fue muy alegre, muy muy alegre”, dijo entre sollozos Fidel Aldair, su pareja y padre de su pequeño hijo.
Fidel y Tiffany se conocieron hace poco más de dos años, en un concierto en el municipio de Ixtapaluca, al ritmo de la música que ambos adoraban.
Lo que comenzó como una charla casual entre risas terminó convirtiéndose en una historia de amor intensa y sincera.
Juntos formaron un hogar y trajeron al mundo a Isaí, un niño de apenas año y medio que, tras la explosión, continúa hospitalizado, luchando por su vida.
La tragedia ocurrió en uno de los puntos más transitados del oriente de la capital.
Una pipa de gas explotó repentinamente, generando un incendio de proporciones catastróficas. Las llamas alcanzaron viviendas, vehículos y a decenas de personas que se encontraban en el lugar.
Tiffany fue una de las más afectadas: sufrió graves quemaduras en gran parte de su cuerpo y permaneció más de un mes en cuidados intensivos.
Durante ese tiempo, Fidel no se apartó de ella ni un solo día.
“Es mi esposa Tiffany, nos conocimos por la música, por un evento…y de ahí surgió el amor”, relató Fidel frente a las cámaras, con la voz entrecortada.
“Recordarla es algo muy especial, porque ella era muy alegre, incluso con los charros con los que bailaba. Al verlos ahora, siento que la veo a ella”.
Las palabras del joven conmovieron a todos los presentes.
Su rostro, marcado por el cansancio y la tristeza, reflejaba el peso de una doble batalla: despedirse del amor de su vida y, al mismo tiempo, aferrarse a la esperanza de ver recuperado a su hijo.
“Me despido de ella y voy a ver a mi hijo al hospital”, dijo antes de abandonar el funeral para acudir al centro médico donde el pequeño Isaí estaba siendo intervenido quirúrgicamente.
Tiffany fue sepultada junto a su padre, en una ceremonia sencilla pero llena de simbolismo.
La música volvió a sonar, como si las notas de los instrumentos fueran un último abrazo. Sus amigos del grupo de danza con el que solía presentarse tocaron y bailaron en su honor.
Era la forma que tenían de decirle adiós a quien, aun en la adversidad, siempre tenía una sonrisa en los labios.
La familia Cano, destrozada por el dolor, aseguró que este sepelio representa el cierre de un ciclo dentro de una pesadilla que parece no terminar.
“Ya descansó. Ahora solo pedimos fuerza para seguir adelante y que nuestro niño salga bien”, expresó uno de los tíos de Tiffany, con la voz quebrada.
Las autoridades, por su parte, han reiterado su compromiso con las investigaciones para esclarecer completamente las causas de la explosión.
El siniestro, ocurrido hace más de un mes, dejó no solo víctimas mortales, sino también decenas de heridos, pérdidas materiales incalculables y un sentimiento generalizado de impotencia.
Vecinos de la zona, que aún viven con el miedo y las cicatrices del incendio, acudieron también a despedir a Tiffany.
“Ella no merecía esto. Era una muchacha trabajadora, buena madre, siempre ayudaba a todos”, comentó una mujer que la conocía desde niña.
En redes sociales, la etiqueta #JusticiaParaTiffany se ha viralizado, con miles de usuarios expresando su indignación y su solidaridad hacia la familia.
Fidel, por su parte, ha prometido seguir adelante por su hijo, aunque admite que la ausencia de Tiffany ha dejado un vacío imposible de llenar.
“Ella era mi fuerza, mi alegría…y ahora solo me queda Isaí. Haré todo lo posible por él”, dijo mientras se alejaba del panteón.
Su historia se ha convertido en símbolo del amor y la resistencia frente a la tragedia.
En su última morada, los rayos del sol se filtraban entre las flores que cubrían el ataúd, mientras un grupo de músicos interpretaba las melodías favoritas de Tiffany.
Las notas parecían elevarse al cielo, como un mensaje de despedida, como si la música —esa misma que unió sus caminos— se convirtiera ahora en el lazo eterno que los mantendrá unidos.
Hoy, Tiffany Cano descansa en paz. Su historia, marcada por la pasión, la maternidad y la fatalidad, ha conmovido a todo un país que exige justicia y mejores condiciones de seguridad para evitar que tragedias como esta vuelvan a repetirse.
A su corta edad, Tiffany deja un legado de alegría, amor y esperanza. Su vida, aunque breve, fue intensa.
Y su recuerdo, como dijo su madre en medio de lágrimas, “seguirá vivo cada vez que alguien baile, cante o sonría, porque eso era ella: una canción que nunca se apaga”.
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