MIJARES LLAMA A LUCERO ENTRE LÁGRIMAS: “Ya no soporto más” — Lo que dijo dejó a todos en shock

En un momento inesperado y cargado de emociones, Manuel Mijares decidió llamar a su exesposa Lucero, desatando una serie de revelaciones que sorprendieron a ambos y a sus seguidores.

A través de lágrimas y vulnerabilidad, Mijares expresó su profundo agotamiento emocional, lo que llevó a Lucero a correr a su lado.

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Esta llamada no solo marcó un reencuentro entre dos grandes figuras de la música mexicana, sino que también se convirtió en un viaje hacia la autenticidad y el redescubrimiento personal.

 

La historia comienza cuando Lucero recibe una llamada de Manuel en un momento que parecía ordinario.

Sin embargo, al ver su nombre en la pantalla, su corazón dio un vuelco.

La voz de Manuel, quebrada y llena de angustia, resonó en su mente: “Lucero, ya no soporto más”.

Estas palabras helaron la sangre de Lucero, quien nunca había escuchado a Manuel de esa manera.

A lo largo de su amistad, él siempre había sido el fuerte, el optimista.

Su cambio repentino la llevó a actuar rápidamente, y en cuestión de minutos, estaba en camino hacia él.

 

Al llegar al estudio, Lucero encontró a Manuel sentado frente a su piano, perdido en sus pensamientos.

A pesar de que no había estado bebiendo, su mirada reflejaba un cansancio profundo.

Durante la conversación, Manuel compartió sus sentimientos de vacío y ansiedad, a pesar de tener una carrera exitosa y una familia que lo apoyaba.

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Lucero, con su presencia calmada, escuchó sin interrumpir, brindándole el espacio necesario para desahogarse.

 

“Es como si hubiera estado corriendo sin parar durante años y de repente me hubiera dado cuenta de que no sé hacia dónde voy”, confesó Manuel.

Lucero asintió, reconociendo la presión constante que ambos enfrentaban en el mundo del espectáculo.

La conversación se tornó más íntima, y juntos recordaron momentos pasados, riendo y llorando mientras compartían sus anhelos y temores.

 

Después de una comida en un pequeño restaurante, donde revivieron recuerdos de su infancia, Lucero propuso una escapada.

“Mañana pasaré por ti temprano. Prepara una mochila con lo básico. Nos vamos a escapar un par de días”, le dijo.

Manuel dudó al principio, preocupado por sus compromisos, pero la determinación en la mirada de Lucero lo convenció.

Aceptó, sintiendo que necesitaba ese tiempo para reconectar consigo mismo.

 

El viaje hacia la cabaña en el bosque fue liberador. A medida que se alejaban del bullicio de la Ciudad de México, Manuel comenzó a sentirse más ligero.

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La naturaleza los envolvió, y por primera vez en mucho tiempo, pudo respirar sin la presión de ser una figura pública.

 

Al llegar a la cabaña, Manuel se sintió como en un refugio. Lucero le mostró el lugar, y mientras exploraban, Manuel se encontró con un viejo piano cubierto de polvo.

Al tocarlo, las notas comenzaron a fluir, y con cada acorde, redescubrió su amor por la música.

“No es solo un instrumento, es un alma”, dijo Lucero, mientras se sentaba a su lado.

 

Juntos, comenzaron a crear una nueva melodía, una que reflejaba sus emociones y experiencias compartidas.

La música se convirtió en un medio para expresar lo que llevaban dentro, un lenguaje que iba más allá de las palabras.

En ese momento, Manuel comprendió que la música no solo era un trabajo; era su esencia, su refugio.

 

Durante su estancia en la cabaña, Manuel y Lucero exploraron la naturaleza, compartieron risas y recuerdos, y se permitieron ser simplemente ellos mismos, lejos de las expectativas del mundo exterior.

En una caminata hacia una cascada, Manuel reflexionó sobre la presión de mantener una imagen perfecta.

“A veces siento que ya no disfruto nada”, confesó. Lucero lo animó a tomar un descanso, a permitirse el tiempo para redescubrir lo que realmente quería.

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“¿Has pensado en lo que realmente deseas?”, le preguntó Lucero. Esa simple pregunta resonó en Manuel como un eco de su propia lucha interna.

A lo largo de los años, había estado siguiendo una inercia, pero ahora se encontraba en un punto crucial de su vida, donde necesitaba tomar decisiones desde el corazón.

 

A medida que los días pasaban, Manuel comenzó a darse cuenta de que había estado viviendo en una “jaula de oro”.

Aunque su vida parecía envidiable desde afuera, sentía que estaba atrapado en un ciclo de expectativas y presiones.

Lucero, con su sabiduría y empatía, lo ayudó a ver que la autenticidad era la clave para su felicidad.

 

“Necesitamos perdernos para recordar lo que realmente importa”, dijo Lucero, y esas palabras resonaron profundamente en Manuel.

Comprendió que no se trataba de renunciar a su carrera, sino de encontrar un nuevo equilibrio, uno que le permitiera ser fiel a sí mismo.

 

Al regresar a la ciudad, Manuel estaba decidido a implementar los cambios que había considerado durante su escapada.

La llamada a Lucero había sido un punto de inflexión en su vida, y estaba listo para enfrentar los desafíos que vendrían.

Habló con su representante y su equipo sobre su decisión de tomarse un tiempo, y aunque no fue fácil, se mantuvo firme.

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La respuesta del público fue variada; algunos se mostraron preocupados, mientras que otros ofrecieron su apoyo.

Sin embargo, Manuel se sintió fortalecido por el amor y la comprensión de sus hijos, quienes lo alentaron a seguir su corazón.

 

Con el tiempo, Manuel redescubrió su pasión por la música.

Comenzó a componer de nuevo, pero esta vez desde un lugar de autenticidad.

La figura de madera que había comprado en el pueblo se convirtió en un símbolo de su viaje, recordándole que debía tocar no para ser escuchado, sino porque no podía vivir sin música.

 

A medida que el tiempo pasaba, Manuel encontró un nuevo propósito en su vida.

La música dejó de ser solo un trabajo y se convirtió en un acto de amor, una forma de expresión genuina que lo conectaba con su verdadero ser.

La llamada de Mijares a Lucero no solo fue un momento de vulnerabilidad, sino el inicio de un viaje hacia la autenticidad.

A través de la música, la amistad y el redescubrimiento personal, Manuel Mijares aprendió que a veces es necesario detenerse, respirar y recordar por qué comenzamos en primer lugar.

Su historia nos recuerda que detrás de las figuras públicas que admiramos hay seres humanos que, como todos nosotros, buscan su camino hacia la paz interior y la autenticidad.

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