La ciudad de Zaragoza, rica en historia y cultura, ha sido testigo del nacimiento y partida de grandes figuras que han marcado la identidad de la región y del país.
Entre ellos destaca José Arsenio Franco Larraz, conocido en el mundo artístico como Pepe Carrol, un mago que combinó inteligencia, humor, ternura e ironía para transformar la magia en un arte lleno de emoción y misterio.
Su vida, aunque breve, dejó una huella imborrable en la magia española y en la memoria de quienes lo conocieron.
Pepe Carrol nació en Calatayud, Zaragoza, el 19 de septiembre de 1957.
Creció en un entorno que le brindó una educación rigurosa, primero en colegios jesuitas y luego en la universidad, donde cursó ingeniería industrial.
Sin embargo, a pesar de su brillante formación académica, Pepe decidió abandonar la ingeniería para seguir su verdadera pasión: la magia.
Desde muy joven, ya destacaba con sus juegos de cartas y una sonrisa inteligente que cautivaba a quienes lo rodeaban.
Su nombre artístico, Pepe Carrol, fue un homenaje al autor Lewis Carroll, creador de “Alicia en el País de las Maravillas”, un guiño a ese universo donde la lógica se rompe y los sueños se mezclan con lo absurdo, muy acorde con la esencia de la magia que Pepe buscaba transmitir.
Pepe Carrol se especializó en la magia de cerca, un tipo de ilusionismo que se realiza con objetos pequeños como cartas o monedas, y que requiere una gran destreza técnica y una conexión íntima con el público.
No necesitaba grandes espectáculos ni efectos especiales; su voz suave, su ironía inteligente y su mirada fija en los ojos del espectador eran suficientes para llenar cualquier escenario.
Fue alumno destacado de la Escuela de Magia de Zaragoza y también de la Escuela de Magia de Madrid, donde pulió su técnica y ganó premios nacionales e internacionales.
Su talento lo llevó a actuar en Las Vegas, Europa y casi toda Hispanoamérica, consolidándose como uno de los grandes renovadores de la magia en España.
A mediados de los años 90, Pepe Carrol se convirtió en un rostro habitual en los hogares españoles gracias a su participación en programas de televisión como *Genio y Figura* en Antena 3, donde su estilo elegante y su humor suave conquistaron al público.
En este espacio también debutaron figuras como Chiquito de la Calzada y Paz Padilla.
Posteriormente colaboró en otros programas como *Aquí no hay quien duerma* y *Vaya Nochecita*, siempre manteniendo su esencia discreta y su habilidad para hacer reír sin levantar la voz.
A pesar del éxito televisivo, Pepe nunca abandonó los escenarios, donde podía mantener ese contacto cercano con su audiencia que tanto valoraba.
Más allá de su faceta artística, Pepe Carrol fue un estudioso y teórico de la magia.
Su obra maestra, *52 Amantes*, publicada en los años 90, es una recopilación de sus mejores trucos, técnicas y reflexiones sobre el ilusionismo.
Este libro no solo enseñaba trucos, sino que transmitía su filosofía y su forma de entender la magia como un arte para emocionar y conectar con el público.
En 2010, la editorial Páginas publicó una edición ampliada titulada *52 Amantes a través del espejo*, que incluyó material inédito, como diarios de viaje, rutinas premiadas y su humor característico.
Este legado es un referente para generaciones de magos y amantes de la cartomagia.
A pesar de su éxito y talento, Pepe Carrol enfrentó profundas heridas personales que marcaron su vida y su carrera.
La muerte de su madre Mercedes, quien fue su pilar y refugio, fue un golpe devastador que lo cambió para siempre.
Aunque nunca habló abiertamente de su dolor, sus amigos notaron un cambio: se volvió más reservado, frágil y solitario.
Poco tiempo después, la tragedia volvió a golpearlo con la enfermedad y posterior fallecimiento de su pareja Laura, a quien cuidó con dedicación, incluso llevándola a Estados Unidos en busca de tratamiento.
La pérdida de Laura fue otro golpe que apagó lentamente la luz de Pepe.
Este duelo silencioso se reflejó en su alejamiento de los platós y la televisión, prefiriendo refugiarse en espacios pequeños y alejados del foco mediático.
Aunque siguió haciendo magia, ya no era el mismo: había un cansancio profundo en su mirada, un duelo sin palabras que solo los más cercanos pudieron percibir.
Pepe Carrol falleció el 5 de enero de 2004, a la edad de 46 años, en Zaragoza, la ciudad que vio nacer su vocación y donde hoy descansa en el cementerio de Torrero.
Su muerte en la noche de Reyes pareció un símbolo poético para un hombre que vivió rodeado de cartas, ilusiones y fantasía.
El cementerio de Torrero, inaugurado en 1834 y considerado un museo al aire libre, alberga las tumbas de numerosas personalidades destacadas de Aragón, como Joaquín Costa y Miguel Fleta, y entre ellas la de Pepe Carrol.
Este lugar, con su historia y belleza, es testigo silencioso del legado de un mago que supo convertir la magia en un arte lleno de elegancia y humanidad.
Pepe Carrol fue discípulo y admirador de Juan Tamariz, una de las figuras más importantes de la magia española, quien estuvo presente en su entierro, mostrando la profunda hermandad y respeto que une a los magos más allá del éxito y la fama.
Su legado no solo está en sus actuaciones y libros, sino en la influencia que dejó en la magia contemporánea.
Fue un renovador que combinó técnica impecable con humor, elegancia y cercanía, haciendo que la magia fuera accesible y emocionante para todos.
La historia de Pepe Carrol es la de un hombre que unió talento, inteligencia y sensibilidad para crear magia verdadera, pero que también sufrió en silencio las pérdidas que la vida le impuso.
Su vida breve pero intensa nos recuerda que detrás del brillo y el aplauso hay historias humanas complejas, y que el arte puede ser tanto un refugio como un espejo de nuestras emociones más profundas.
Hoy, recordar a Pepe Carrol es mantener viva la magia que él tanto amó y que sigue inspirando a nuevas generaciones.
En Zaragoza, su tumba es un lugar de homenaje y memoria, un recordatorio de que la magia no muere mientras alguien la recuerde.
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