En la historia de la televisión mexicana, pocos nombres han sido tan reconocidos y controversiales como el de Jacobo Sabludowsky.

Figura emblemática del periodismo, con una carrera que abarcó décadas y que lo llevó a convertirse en uno de los comunicadores más influyentes del país, Sabludowsky también vivió una vida privada llena de secretos, pasiones y escándalos que, según diversas investigaciones y testimonios, lo llevaron a la ruina económica y personal en sus últimos años.

Durante muchos años, Jacobo Sabludowsky fue considerado uno de los hombres más poderosos de la televisión mexicana.

Su trabajo en Televisa le permitió amasar una fortuna considerable, al punto de que algunos afirmaban que, con el dinero que llegó a ganar, fácilmente pudo haber comprado la misma empresa donde trabajaba.

Sin embargo, detrás de esa imagen pública de éxito y poder, existía un lado oscuro marcado por relaciones amorosas turbulentas y costosas, muchas de ellas con figuras del espectáculo mexicano.

 

Desde hace décadas, la vida privada de Sabludowsky fue objeto de especulación.

Se llegó a hablar abiertamente sobre su orientación sexual, y no faltaron los rumores que lo vinculaban sentimentalmente con jóvenes actores de la época.

Algunas investigaciones periodísticas serias aseguraron que existían pruebas fotográficas y testimonios que confirmaban estos romances.

Incluso se dice que Televisión Azteca, en sus primeros años, intentó comprar dichas pruebas para exhibirlas y golpear mediáticamente a Televisa, aunque, por órdenes presidenciales, muchas de estas evidencias fueron destruidas.

Aun así, algunas copias sobrevivieron, alimentando la leyenda.

 

Entre las historias más conocidas está la relación de Jacobo Sabludowsky con Juan Miranda, un joven galán de teatro que deslumbró al periodista desde la primera vez que lo vio actuar en el teatro Fru Fru.

Miranda, con apenas 23 años y un físico envidiable, se convirtió en el deseo oculto de muchos, pero fue Jacobo quien logró conquistar su atención.

La relación, aunque secreta, fue intensa.

Jacobo no escatimó en gastos: le compró un auto, le rentó un departamento en la colonia Roma y hasta financió una película de bajo presupuesto con Miranda como protagonista.

 

Durante tres años, Jacobo vivió por y para Juan, introduciéndolo en el mundo de las fiestas con productores, artistas y políticos.

Sin embargo, la historia tuvo un final abrupto cuando Miranda desapareció sin despedirse, huyendo a Acapulco con una productora rica que le prometió mejores oportunidades.

Jacobo quedó devastado, con deudas y el corazón roto.

 

Después de la dolorosa experiencia con Miranda, Sabludowsky juró no volver a enamorarse.

Sin embargo, el destino le presentó a Roberto Cobo, un actor conocido por su mirada intensa y su actitud provocadora.

Se conocieron en una fiesta en casa de un famoso director, y pronto iniciaron una relación marcada por la exigencia y la pasión.

A diferencia de Juan, Roberto no pedía, exigía: dinero en efectivo, relojes caros, drogas, whisky importado y hasta una estancia en París, supuestamente para estudiar cine.

 

La relación era tan intensa como destructiva.

Una noche, Cobo llegó borracho al departamento que compartían y, tras una fuerte discusión, le robó un maletín lleno de dólares antes de desaparecer para siempre.

Jacobo, nuevamente, quedó solo y herido, sumido en una profunda tristeza.

Buscando olvidar sus penas, Sabludowsky viajó a Guadalajara, donde conoció a Milton Rodríguez, un actor brasileño que llegó a México en busca de fama.

Alto, atractivo y con un acento seductor, Milton se insinuó desde el primer momento.

Jacobo, aunque cansado emocionalmente, cayó nuevamente en la trampa del amor.

Lo llevó a vivir a la Ciudad de México, le consiguió papeles en telenovelas y hasta le compró una casa en Coyoacán.

 

Pero Milton era ambicioso y cada vez pedía más: coches, trajes italianos, viajes internacionales.

Todo terminó de manera violenta cuando Jacobo descubrió que Milton lo estaba engañando con una famosa actriz brasileña.

Tras enfrentarlo, Milton lo agredió físicamente, dejándole una herida grave en la cabeza.

Sin apoyo de amigos ni colegas, Sabludowsky tuvo que vender propiedades y liquidar cuentas para sobrevivir.

A estos problemas personales se sumaron los conflictos con Emilio Azcárraga, el poderoso dueño de Televisa.

Azcárraga, al enterarse de los escándalos, amenazó a Jacobo con quitarle la barra de noticias.

Como último intento de salvar su carrera, Jacobo propuso el proyecto de noticias “ECO”, que resultó ser un fracaso rotundo.

Su reputación y fortuna se desmoronaron rápidamente.

 

En el año 2000, Sabludowsky salió de Televisa por la puerta de atrás, con un sueldo reducido y viviendo apenas de una modesta pensión que la empresa le otorgó.

Así, el hombre que alguna vez lo tuvo todo, terminó sus días en la austeridad, lejos del brillo y el poder que lo caracterizaron.

La historia de Jacobo Sabludowsky es un claro ejemplo de cómo las pasiones y los excesos pueden llevar incluso a los más poderosos a la ruina.

Detrás de la imagen de éxito, se esconden historias de amor, traición y soledad que marcaron el destino de uno de los comunicadores más influyentes de México.

Su legado en la televisión es innegable, pero su vida privada, llena de secretos y escándalos, sigue siendo materia de conversación y reflexión para quienes buscan entender el precio real de la fama y el poder.

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