Hace apenas tres meses, el mundo del merengue se vistió de luto tras la partida de Rubby Pérez, uno de los artistas más emblemáticos del género.
Lo que debía ser una celebración de vida y ritmo terminó transformándose en un silencio doloroso que aún retumba en el corazón de miles de seguidores.
Pero hoy, no solo recordamos la leyenda musical que fue Rubby, sino que su hermana ha decidido romper el silencio para contar la verdad detrás de su muerte, las dificultades que enfrentó la familia y los secretos que quedaron tras su última gira.
La partida de Rubby Pérez no solo dejó un vacío en la música, sino también en su familia, quienes vivieron momentos de gran dolor y confusión.
Su hermana recuerda cómo, tras el fallecimiento, los preparativos para un homenaje estuvieron a punto de cancelarse.
Ensayos suspendidos, músicos desmotivados, y una atmósfera de incertidumbre hicieron temer que el tributo al artista quedara archivado.
Sin embargo, un gesto cambió todo. La familia y los amigos de Rubby se unieron con un solo propósito: honrar su legado.
Así comenzaron a organizar un evento que no sería un simple concierto, sino una declaración de amor, respeto y hermandad.
Más de 25 artistas se sumaron voluntariamente, sin contratos, sin pagos, movidos por la lealtad y el cariño hacia Rubby Pérez.
Este homenaje contó con la participación de 36 músicos, la sinfónica nacional y una producción de alto calibre, diseñada para reflejar la grandeza del artista y su entrega durante 50 años de carrera.
Para su hermana, Rubby no era solo el alma del merengue, sino también el alma de su familia.
Con la voz quebrada por el dolor, relata que siempre estuvo pendiente de sus seres queridos, enviando mensajes de amor y apoyo.
“Siempre me llamaba y me decía, ‘Mi hermana, te amo’”, recuerda.
A pesar de la fama y la presión del éxito, mantenía una relación cercana y afectuosa con sus familiares, especialmente con sus sobrinos, quienes quedaron huérfanos de padre y madre en solo dos años.
La familia ha mantenido una comunicación constante con los hijos de Rubby, apoyándolos y acompañándolos en este difícil proceso.
La hermana enfatiza que Rubby fue muy organizado y pragmático, dejando todo en orden: su música, sus derechos y su herencia estaban preparados para que su legado no se perdiera.
Ahora, la responsabilidad recae en la familia para proteger su nombre y obra, y continuar con la misión que Rubby entregó con tanto amor al merengue [1].
Lo que más ha marcado a la familia es la convicción firme de que la muerte de Rubby Pérez no fue un accidente común ni un destino inevitable.
Su hermana, quien también es diputada, habla con determinación sobre la negligencia que rodeó los hechos que llevaron a su fallecimiento.
Describe la escena como una “zona de combate” o “zona de guerra”, y denuncia que quienes debían velar por la seguridad y el bienestar del artista fallaron gravemente.
“A mi hermano no se lo llevó el destino. A mi hermano lo mató la negligencia. Lo mataron los que sabían que algo estaba mal y no hicieron nada”, afirma con contundencia.
Esta tragedia ha impulsado a la familia y a la diputada a trabajar en reformas legales que permitan una mejor supervisión de infraestructuras y que el código penal contemple sanciones adecuadas para quienes cometan negligencias que pongan en riesgo vidas humanas.
No se trata de venganza, sino de justicia y prevención para que casos similares no vuelvan a ocurrir.
La familia de Rubby Pérez no está dispuesta a dejar pasar esta tragedia sin consecuencias.
Sus hijos, Ana Beatriz y Kiilin, han decidido emprender acciones legales contra los responsables, con el apoyo de abogados que ya están organizando pruebas para presentar una demanda sólida.
La hermana de Rubby asegura que no descansarán hasta que se haga justicia y que este proceso legal será una bomba que explotará con fuerza en la mesa de los responsables.
Además, la familia se mantiene unida y firme en su propósito, acompañando a los hijos en cada paso y enfrentando juntos el dolor y la búsqueda de verdad.
A pesar de la tristeza y la lucha, la familia también habla del legado musical que Rubby Pérez dejó.
Antes de partir, Rubby grabó un disco cristiano inédito, un proyecto que refleja su fe y su pasión por la música.
Este álbum está guardado con cariño y respeto, y se tiene previsto lanzarlo el próximo año.
La hermana explica que han respetado la decisión de los hijos respecto a cuándo y cómo sacar este disco, porque entienden que el duelo no tiene manual y que cada paso debe darse con cuidado y amor.
Aunque la voz física de Rubby ya no está, su música y su espíritu permanecen vivos, y su familia cree firmemente en la resurrección y en que su justicia llegará.
El testimonio de la hermana de Rubby Pérez es un relato crudo y sincero que va más allá del homenaje a un ícono del merengue.
Es una denuncia pública, un llamado a la justicia y a la responsabilidad, y un ejemplo de cómo el amor familiar puede transformar el dolor en lucha y esperanza.
Ella concluye con una frase que resume la esencia de Rubby: “Rubby era un hombre fuerte, disciplinado, organizado.
Y si alguien tenía que partir, al menos merecía que lo cuidaran como él cuidó a todos.
Pero no lo hicieron y por eso esto no va a quedar así”.
La historia de Rubby Pérez no termina con su muerte.
Continúa en la verdad que su familia está decidida a revelar, en la música que dejó y en la justicia que buscan.
Su voz sigue viva en cada nota, y su memoria inspira a quienes lo amaron y a quienes creen que la justicia debe prevalecer.
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