Sergio Goyri, conocido por interpretar a algunos de los villanos más emblemáticos de las telenovelas mexicanas, fue durante décadas un rostro familiar en la televisión.
Sin embargo, hoy, con casi 70 años, su vida ha dado un giro inesperado, alejado de los reflectores y marcado por polémicas que han afectado su carrera y reputación.
Esta es la historia de un hombre que pasó de soñar con ser futbolista profesional a convertirse en uno de los actores más reconocidos de México, para luego enfrentar la caída que pocos anticiparon.
Antes de brillar en la pantalla chica, Sergio Goyri tenía otro sueño: convertirse en futbolista profesional.
Su tío, Aarón Padilla, fue jugador del equipo Pumas, y Sergio intentó seguir sus pasos.
Incluso llegó a compartir cancha con figuras como Hugo Sánchez.
Sin embargo, un obstáculo inesperado truncó su carrera deportiva: no era estudiante universitario, requisito indispensable para jugar en Pumas, y por ello fue rechazado.
Intentó también con el Club América, pero sin éxito.
Ante la imposibilidad de cumplir su sueño deportivo, Sergio tomó un camino poco común para un futuro actor: vendía ropa interior femenina de puerta en puerta.
A sus 17 años, vivió momentos incómodos y divertidos, como cuando accidentalmente dejó caer su mercancía en una oficina, ganándose el apodo de “el de DVD D”.
Aunque esta etapa parecía alejada del mundo del espectáculo, fue el inicio de una vida llena de sorpresas.
Gracias a una conexión familiar, Sergio tuvo la oportunidad de incursionar en las fotonovelas, un formato popular en aquella época.
Su madre era prima de algunos productores, quienes le abrieron puertas en la industria.
Así comenzó a relacionarse con figuras influyentes como Valentín Trujillo y Lucía Méndez.
Su debut en cine llegó en 1979 con la película “Disco Weekend”, y poco a poco fue ganando terreno en televisión.
Su perseverancia lo llevó a buscar directamente a Ernesto Alonso, el legendario productor conocido como “el señor telenovela”.
Tras insistir una y otra vez, obtuvo un papel en la telenovela “Mundos Opuestos” y luego un rol importante en “La Maldición” en 1983, donde interpretó a César de Martino.
Aunque nunca estudió actuación formalmente, Sergio logró consolidarse como un actor con gran presencia en pantalla.
Sin embargo, su carrera no estuvo exenta de conflictos, incluyendo una tensión inicial con Ernesto Alonso que terminó en una fuerte amistad y compadrazgo.
Durante su apogeo, Sergio fue conocido como el galán clásico de las telenovelas.
Sin embargo, enfrentó críticas por la diferencia de edad con sus coprotagonistas, como en “El Precio de la Fama” junto a Sonia Infante.
Sin inmutarse, respondió con la frase: “No importa lo que diga el mundo”.
En los años 90, incursionó en el cine de acción y comedia, aunque con resultados mixtos.
Su papel en “El Premio Mayor” en 1995 marcó un punto de inflexión, cuando los personajes secundarios ganaron más popularidad que los protagonistas, lo que llevó a su salida de la producción junto con su coprotagonista.
Un giro decisivo en su carrera llegó con el papel de villano en “Te Sigo Amando” (1996-1997), ofrecido por Carla Estrada.
Aunque inicialmente dudó por miedo a ser odiado, el papel le abrió nuevas puertas y lo consolidó como un antagonista memorable.
Paralelamente, intentó una carrera musical, que no tuvo el éxito esperado y terminó siendo un experimento fallido.
Sergio Goyri se ganó fama no solo por su talento, sino también por su carácter fuerte y explosivo, similar al de Eduardo Yáñez.
En entrevistas, a menudo perdía la paciencia con los reporteros, lo que generó una imagen de hombre difícil.
Además, enfrentó señalamientos relacionados con el alcohol y acusaciones de violencia doméstica, y fue calificado por algunos como arrogante.
En cuanto a su vida personal, ha tenido tres relaciones importantes.
Con Luisa Álvarez tuvo tres hijos, luego estuvo casado más de 20 años con Ty Filipini, con quien tuvo dos hijos más.
Tras su divorcio, mantuvo una relación con Noemí Aroda y finalmente con Lupita Arreola, a quien describe como el amor de su vida, aunque esta relación también estuvo envuelta en controversias.
El declive profesional de Sergio comenzó en 2018, cuando su pareja Lupita Arreola filtró una grabación en la que Sergio hacía comentarios ofensivos y discriminatorios sobre Yalitza Aparicio, la actriz oaxaqueña nominada al Óscar por “Roma”.
Sus palabras generaron una ola de críticas y cancelaciones en redes sociales, afectando gravemente su carrera.
A pesar de que Sergio intentó disculparse públicamente, el daño ya estaba hecho.
Fue vetado de Televisa, la televisora que lo había impulsado, y perdió gran parte del cariño del público.
Este episodio desató una conversación más amplia sobre racismo, clasismo y la resistencia que enfrentan los nuevos talentos en la industria.
Con la carrera actoral en pausa, Sergio Goyri se ha enfocado en otras pasiones, especialmente en la restauración de autos clásicos.
Posee un taller donde trabaja en vehículos como un Charger del 69, buscando construir una reputación sólida en este ámbito.
Aunque mantiene un perfil bajo, sigue planeando su boda con Lupita Arreola, con quien lleva una relación que ha resistido la tormenta mediática.
Su fortuna, estimada en 8 millones de dólares, le permite vivir con cierta estabilidad, aunque muchos fans aún esperan verlo regresar a la pantalla.
La historia de Sergio Goyri es un relato de éxito, caída y reinvención.
Su talento y presencia en la televisión mexicana fueron indiscutibles, pero las controversias y su carácter explosivo complicaron su trayectoria.
Hoy, con casi 70 años, enfrenta un retiro que pocos imaginaron y un legado que mezcla admiración y polémica.
¿Debería la industria y el público darle una segunda oportunidad? ¿Podrá Sergio Goyri reconciliarse con su pasado y retomar su lugar en el entretenimiento? Estas preguntas quedan abiertas, mientras la vida del actor continúa escribiendo capítulos lejos de los reflectores, entre autos clásicos y proyectos personales.
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