Sergio Vargas, conocido como el “Negrito de Villa”, es un ícono del merengue dominicano que ha dejado una huella imborrable en la música latina.
A lo largo de su carrera, ha enfrentado numerosos desafíos personales y profesionales, y recientemente, en una entrevista reveladora, compartió detalles de su vida que muchos sospechaban, pero pocos conocían.

Nacido el 15 de marzo de 1960 en Villa Altagracia, República Dominicana, Sergio creció en un ambiente de escasos recursos, rodeado de plantaciones de caña de azúcar.
Desde pequeño, mostró un talento innato para la música, utilizando un machete como guitarra para tocar melodías.
A pesar de las adversidades, su pasión por la música lo llevó a buscar oportunidades que cambiarían su vida.
Sergio trabajó desde joven, llevando agua a las vecinas y luego como portador de caña, lo que le permitió ayudar a su familia.
Su talento fue reconocido cuando alcanzó el segundo lugar en el festival de la voz organizado por Rafael Solano en los años 1981 y 1982, lo que lo llevó a unirse a la orquesta de Dionis Fernández.
En 1986, Sergio Vargas se unió a “Los Hijos del Rey”, donde grabó su primer disco y lanzó la exitosa “La quiero a morir”, que lo catapultó a la fama.
Durante los años 80 y 90, se convirtió en una figura emblemática del merengue, conquistando audiencias no solo en República Dominicana, sino también en Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos.
Sin embargo, la fama trajo consigo una serie de tentaciones y desafíos.
Vargas reveló que en el ambiente artístico había una cultura de consumo de sustancias y promiscuidad, lo que lo llevó a tomar la difícil decisión de alejarse de “Los Hijos del Rey”.
Su fe y discernimiento lo ayudaron a evitar caer en situaciones perjudiciales que pudieron haber afectado su carrera.

A lo largo de su trayectoria, Sergio Vargas también ha estado en el centro de rumores y controversias.
Se mencionó que tuvo relaciones con mujeres casadas, incluyendo la esposa de Sami Sosa, aunque él mismo desmintió estas afirmaciones, asegurando que nunca se involucraría con alguien comprometido.
Además, Vargas abordó la homosexualidad en la industria, señalando que había mucha especulación sobre las inclinaciones de algunos de sus colegas.
A pesar de estos rumores, él mantuvo su enfoque en la música y su carrera, evitando distracciones que pudieran perjudicar su imagen.
La vida de Sergio Vargas no ha estado exenta de tragedias.
La muerte de su madre, debido a un error médico, lo afectó profundamente.
A pesar de ser muy joven en ese momento, la pérdida marcó su vida y su música.
También ha enfrentado problemas de salud, incluyendo hepatitis viral y complicaciones graves por COVID-19, que lo llevaron a una lucha por su vida en cuidados intensivos.
Vargas ha expresado su deseo de encontrar el amor y no envejecer solo, reflexionando sobre su divorcio y las dificultades de construir una relación duradera.
Reconoce que su experiencia en el amor ha sido complicada, pero sigue buscando una compañera con quien compartir su vida.

Aparte de su carrera musical, Sergio Vargas ha incursionado en la política, siendo diputado por Villa Altagracia.
Su compromiso con su comunidad es evidente, habiendo contribuido a proyectos de infraestructura y servicios médicos.
Fundó la Fundación Sergio Vargas en Nueva York, enfocándose en ayudar a los más necesitados.
Su postura durante una protesta política, donde decidió no cortarse el pelo hasta que se repararan las calles de su pueblo, demuestra su dedicación a su tierra natal.
Vargas ha sido un ejemplo de cómo los artistas pueden utilizar su plataforma para generar un impacto positivo en la sociedad.
Con más de 40 años de carrera, Sergio Vargas ha dejado un legado en la música latina que sigue inspirando a nuevas generaciones.
En su mensaje a los jóvenes artistas, enfatiza la importancia de la autenticidad y de dejar que la música hable por ellos.
Les anima a aprovechar los recursos modernos, como internet y plataformas digitales, para alcanzar sus sueños.
A medida que Sergio continúa su trayectoria, su historia es un testimonio de resiliencia, pasión y compromiso con la verdad.
Su vida y carrera son un reflejo de las complejidades del mundo del espectáculo y de la lucha constante por superarse y hacer una diferencia.
Sergio Vargas es más que un artista; es un símbolo de superación y autenticidad en la música latina.
Sus confesiones sobre su vida personal y profesional ofrecen una visión única de los retos que enfrentan los artistas en la industria, así como de su compromiso con su comunidad y su legado musical.
Con su voz y su historia, continúa resonando en el corazón de sus seguidores y en la historia del merengue dominicano.
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