Sus compañeros no querían trabajar con el porque tenia un terrible vicio que lo llevo a la muerte

Manuel Ojeda fue uno de los actores más reconocidos y respetados en la historia del cine, la televisión y el teatro mexicano.

Su presencia imponente, su talento natural y su compromiso con cada papel lo convirtieron en una figura emblemática dentro del medio artístico.

Manuel Ojeda dead at 81: Legendary Mexican actor passes away as fans lead  tributes | The US Sun
Sin embargo, detrás de esa imagen pública de éxito y profesionalismo, se escondía una lucha personal profunda y dolorosa: el alcoholismo.

Esta adicción silenciosa fue minando su salud, su carrera y sus relaciones personales, hasta llevarlo a un final trágico y solitario.

 

Manuel Ojeda nació en La Paz, Baja California Sur, en 1940.

Desde muy joven mostró un carácter fuerte y una determinación que lo llevaron a estudiar en el Instituto Nacional de Bellas Artes, donde destacó por su talento actoral.

Sin embargo, quienes lo conocieron en esa etapa temprana también notaron algo inquietante: episodios de ira descontrolada, momentos de euforia y ausencias inexplicables.

Estos comportamientos eran indicios de la batalla interna que Manuel comenzaba a librar contra un “demonio” que más tarde se identificaría como el alcoholismo.

 

Durante la década de los setenta, Manuel Ojeda comenzó a consolidar su carrera con papeles en cine y televisión que lo posicionaron como uno de los actores más serios y respetados de México.

Participó en telenovelas icónicas como “La antorcha encendida” y “El vuelo del águila”, donde su talento y presencia escénica fueron ampliamente reconocidos.

Manuel Ojeda: Telenovelas en las que participó el actor mexicano - Fama
Su público lo admiraba por su intensidad y profesionalismo, pero detrás de cámaras la realidad era muy distinta.

 

Desde esos años comenzaron a circular rumores sobre su problema con el alcohol.

En Televisa, donde trabajaba regularmente, se comentaba que Manuel debía grabar sus escenas antes del mediodía porque después de las dos de la tarde ya no podía concentrarse ni seguir instrucciones debido a su estado de ebriedad.

Esta situación generaba un ambiente tenso en los sets de filmación, ya que sus compañeros y directores no sabían cómo manejar el problema sin afectar la producción ni la imagen pública del actor.

 

Los testimonios de quienes trabajaron con Manuel en las décadas de los ochenta y noventa revelan un panorama desolador.

Muchos actores confesaron en voz baja que era casi imposible ensayar o grabar con él por las tardes.

Un productor anónimo describió la experiencia como un “infierno”: Manuel llegaba con aliento a ron desde temprano, repetía frases, se equivocaba constantemente, se enojaba y gritaba sin control.

Fallece Manuel Ojeda

Uno de los episodios más humillantes ocurrió durante un ensayo, cuando Manuel se orinó encima.

Sus compañeros lo cubrieron con mantas y fingieron que estaba enfermo para evitar que la situación se hiciera pública, pero todos sabían la verdad.

Las giras teatrales, que suelen ser exigentes, se convirtieron en una pesadilla, especialmente cuando se realizaban fuera de la Ciudad de México, donde no había nadie que pudiera contener sus episodios de alcoholismo.

 

En una gira en Veracruz, fue encontrado desmayado en el baño de un restaurante, con una botella de ron en la mano y la camisa empapada en licor.

Los testigos pensaron que había sufrido un infarto, pero un médico local confirmó que simplemente estaba completamente alcoholizado.

Estos episodios deterioraron no solo su salud física sino también su reputación profesional.

 

Televisa, consciente del valor de Manuel Ojeda como figura emblemática, decidió mantener en secreto su problema con el alcohol.

No fue censurado ni despedido; al contrario, se le permitió continuar trabajando mientras su imagen pública no se viera afectada.

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Para ello, se le diseñó una agenda especial que le permitía filmar solo en las mañanas y retirarse temprano.

 

Este arreglo secreto era conocido solo por algunos guionistas y directores, quienes en tono de broma lo apodaban “el actor de las 11 a las 12”, haciendo referencia a las pocas horas en las que Manuel podía rendir en el set.

Sin embargo, esta solución temporal no resolvía el problema de fondo ni ayudaba a Manuel a superar su adicción.

 

En 2004, la carrera de Manuel tocó fondo cuando estuvo a punto de protagonizar una película independiente en Guadalajara.

El proyecto fue cancelado porque nunca llegó sobrio a una sola llamada de ensayo.

En una ocasión, apareció con los ojos enrojecidos, las manos temblorosas y un frasco de alcohol en el bolsillo de su saco.

Cuando le reclamaron, justificó su estado diciendo que era parte del personaje, pero la productora no le creyó y lo despidió esa misma semana.

 

A partir de ese momento, su carrera comenzó un declive irreversible.

Causas del fallecimiento del actor Manuel Ojeda
La salud de Manuel se deterioraba rápidamente: presentaba temblores involuntarios, pérdida de memoria y una piel amarillenta que evidenciaba un hígado gravemente dañado por años de abuso.

A pesar de ello, Manuel continuaba negando públicamente su problema, afirmando que solo bebía socialmente y que los rumores eran calumnias de personas envidiosas.

 

El alcoholismo crónico llevó a Manuel a sufrir múltiples ingresos hospitalarios por complicaciones hepáticas graves.

Cada vez que salía del hospital, recaía en el consumo, atrapado en un círculo vicioso del que no pudo escapar.

Finalmente, en 2022 se anunció su muerte, atribuida oficialmente a complicaciones hepáticas.

 

La verdadera causa fue la cirrosis hepática, una enfermedad irreversible causada por el daño prolongado al hígado debido al consumo excesivo de alcohol.

Las últimas fotografías de Manuel mostraban un rostro irreconocible: ojos hundidos, piel amarilla y una expresión perdida que reflejaba el sufrimiento físico y emocional de un hombre consumido por su adicción.

A Manuel Ojeda Casares, con una sonrisa

Tras su fallecimiento, llamó la atención el silencio y la distancia de sus colegas.

A pesar de haber compartido años de trabajo y amistad, ninguno de sus compañeros ofreció declaraciones extensas ni homenajes públicos.

Solo se limitaron a palabras genéricas como “gran actor” o “figura inolvidable”.

 

Este distanciamiento refleja el dolor y la impotencia que generaba la situación de Manuel, así como el estigma que aún pesa sobre las adicciones en el medio artístico.

Muchos prefirieron recordar solo la imagen pública y profesional, evitando abordar el tema de su enfermedad y las dificultades que enfrentó en privado.

 

La historia de Manuel Ojeda es un ejemplo trágico de cómo el talento y el éxito pueden verse eclipsados por demonios internos difíciles de enfrentar.

Su lucha contra el alcoholismo fue larga y solitaria, marcada por la negación, el aislamiento y la pérdida de oportunidades tanto profesionales como personales.

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Aunque su legado artístico permanece intacto, su vida personal deja una lección importante sobre la importancia de reconocer y tratar las adicciones a tiempo, y sobre el valor de la empatía y el apoyo en los momentos más oscuros.

La industria del entretenimiento, que tantas veces celebra a sus estrellas, también debe aprender a acompañar y proteger a quienes enfrentan estas batallas silenciosas.

 

Manuel Ojeda será recordado no solo por su poderosa presencia en pantalla, sino también como un hombre que enfrentó una batalla interna que tristemente lo consumió hasta el final, dejando una huella imborrable en el cine y la televisión mexicana.

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