La polémica en torno a Rubby Pérez, reconocido cantante dominicano, ha explotado con una fuerza inesperada.
Lo que comenzó como una denuncia valiente de su propia hija, Zulinka, ha desencadenado una ola de testimonios de mujeres que durante años guardaron silencio por miedo y vergüenza.
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Estas revelaciones no solo han sacudido la imagen pública del artista, sino que han abierto una conversación urgente sobre abuso, manipulación y el poder oculto detrás del éxito.
El caso salió a la luz cuando Zulinka, hija de Rubby Pérez, denunció públicamente haber sido víctima de un trato inapropiado por parte de su padre.
Su valiente confesión fue el detonante para que Adriana, una mujer que trabajó más de cinco años en la residencia del cantante, decidiera contar su experiencia.
Adriana relató cómo desde el primer día en aquella casa se sintió atrapada en un ambiente lleno de miedo y secretos.
Adriana describió una casa lujosa y una familia aparentemente tranquila, pero con puertas que no podían abrirse, horarios extraños y cámaras ubicadas en lugares inapropiados.
Lo más perturbador fue observar el cambio en Zulinka: una niña triste, aislada y temerosa, que evitaba cruzarse con su padre y lloraba en silencio.
Adriana contó cómo, por accidente, encontró el estudio privado de Rubby abierto y descubrió dispositivos electrónicos con fotos y videos personales que le causaron una profunda angustia.

El testimonio de Adriana fue solo el comienzo.
En cuestión de días, otras mujeres que trabajaron como asistentes, maquilladoras y encargadas de limpieza comenzaron a relatar experiencias similares.
Todas coincidían en un patrón de aislamiento, control, miradas incómodas, palabras fuera de lugar y situaciones límite dentro de un entorno donde el nombre de Rubby Pérez era sinónimo de respeto público, pero que detrás de las paredes se perdía ese respeto.
Estas mujeres no buscaban fama ni dinero, sino justicia emocional y la oportunidad de sanar.
Muchas tardaron años en hablar por miedo a las represalias y al estigma social.
Sin embargo, el apoyo masivo en redes sociales y la cobertura mediática les dieron la fuerza para romper el silencio.
Entre los relatos más impactantes está el de Laura, estilista que acompañó a Rubby en su última gira internacional.
Laura narró cómo en un hotel de Panamá, tras un evento privado, el cantante la invitó a revisar el vestuario en un cuarto cerrado con seguro.
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Allí, con palabras manipuladoras y gestos intimidantes, le hizo sentir miedo y la obligó a guardar silencio.
Otra víctima, Daniela, contó que durante un ensayo, Rubby la hizo quedarse sola para “corregir” su tono de voz, pero lo que escuchó fueron insinuaciones que la hicieron huir inmediatamente.
Reina, hija de una cocinera de la familia, también relató que siendo apenas una adolescente fue víctima de conductas inapropiadas que la llevaron a no volver jamás a la residencia.
Ante la creciente presión pública, un equipo de investigadores privados, respaldados por una orden judicial y en coordinación con la familia, ingresó a la antigua residencia de Rubby Pérez para revisar documentos y pertenencias.
En el sótano, encontraron una caja metálica con fotos, anotaciones y un disco externo sellado con cinta negra.
El contenido del disco fue entregado a la unidad especializada en delitos digitales.
Allí se encontraron videos sin editar, grabaciones de voz y fotografías personales.

Aunque no había evidencia directa de delitos, sí mostraban un patrón de manipulación emocional y control.
En uno de los audios, Rubby hablaba con una voz calmada pero inquietante, justificando su comportamiento como un acto de “amor” y protección hacia su hija.
Otro archivo contenía una conversación donde se ordenaba sacar del país a Zulinka si ella volvía a hablar, minimizando sus denuncias como exageraciones.
Estas grabaciones confirmaron el testimonio de las víctimas y desataron una ola de indignación en la opinión pública.
La difusión de estos testimonios y pruebas ha generado un debate profundo en la sociedad dominicana y más allá.
Psicólogos, defensores de derechos humanos y especialistas en abuso de poder han participado en programas especiales para analizar el caso y sus implicaciones.
Aunque legalmente no se puede proceder por la muerte del artista, la investigación postmortem busca establecer responsabilidades éticas y garantizar que las víctimas reciban el apoyo necesario.

Zulinka ha dejado claro que no busca odio hacia su padre, sino que la verdad salga a la luz para evitar que otros sufran en silencio.
El caso de Rubby Pérez ha trascendido lo personal para convertirse en un fenómeno social que cuestiona la impunidad y el poder que a menudo esconden las figuras públicas.
Las historias de Adriana, Laura, Daniela, Reina y muchas otras reflejan una realidad dolorosa donde el abuso se oculta tras el prestigio y la fama.
Las autoridades continúan recibiendo testimonios y documentos, mientras la sociedad exige mayor protección para las víctimas y cambios en los sistemas que perpetúan el silencio y la impunidad.

La historia de Rubby Pérez es un llamado urgente a escuchar a las víctimas y a reconocer que detrás de una imagen pública puede esconderse una realidad oscura y dolorosa.
La valentía de quienes han hablado abre la puerta a la justicia emocional y a la sanación colectiva.
Aunque la justicia legal pueda ser limitada en este caso, la memoria y la verdad son poderosas herramientas para evitar que estos abusos se repitan.
El legado de Rubby Pérez ya no será solo su música, sino también la conciencia que su historia ha despertado en miles de personas.
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