En las últimas horas, el reconocido actor colombiano Diego Trujillo se convirtió nuevamente en tema de conversación tras realizar unas declaraciones que dejaron a sus seguidores sorprendidos y preocupados.
Durante una entrevista informal, el intérprete habló de manera abierta sobre su hijo menor, Simón Trujillo, conocido en el mundo artístico como Sai, y reveló aspectos de su vida personal que rápidamente se viralizaron en redes sociales.

Sus palabras, calificadas por muchos como “aterradoras”, no solo mostraron la complejidad de la relación entre padre e hijo, sino también dejaron entrever las heridas emocionales que aún acompañan al actor por su pasado sentimental.
Diego Trujillo, quien ha sido uno de los rostros más destacados de la televisión colombiana gracias a su participación en exitosas producciones como Los Caballeros las Prefieren Brutas y Perro Amor, sorprendió al referirse con dureza al tipo de personas con las que su hijo suele relacionarse.
En un video compartido por el creador de contenido Andresito, el actor expresó que le resulta inquietante el patrón que su hijo repite en sus relaciones amorosas.
“El gusto de mi hijo es aterrador porque se consigue unas grillas aterradoras, sobre todo la última”, afirmó sin rodeos, despertando inmediatamente todo tipo de reacciones entre los internautas.
Las declaraciones fueron interpretadas de diversas maneras.
Algunos las consideraron un comentario de humor negro característico del estilo irónico del actor, mientras que otros las vieron como una muestra de preocupación genuina de un padre que teme por las decisiones sentimentales de su hijo.
Lo cierto es que Trujillo no evitó el tema y decidió enfrentar públicamente los cuestionamientos, asegurando que su intención nunca fue ofender, sino expresar su inquietud por los caminos que ha tomado Simón en su vida personal y profesional.
Simón, quien ha decidido abrirse paso en el mundo de la música urbana bajo el nombre artístico Sai, ha demostrado talento y determinación en géneros como el rap y el reguetón.
Sin embargo, su estilo rebelde y su personalidad libre han generado controversia incluso dentro de su propio círculo familiar.
Para Diego Trujillo, que proviene de una generación más conservadora, resulta difícil comprender algunas de las decisiones de su hijo, aunque siempre ha manifestado su orgullo por su independencia y su talento artístico.
La polémica confesión del actor coincidió con la reaparición mediática de Tatiana Rentería, expareja de Trujillo y madre de Simón.
En una entrevista para La Red de Caracol Televisión, Tatiana rompió el silencio sobre el final de su relación con el actor, con quien compartió seis años de convivencia.
Con un tono nostálgico, la mujer confesó que su historia terminó por la aparición de una tercera persona.
“Debo contar que sí se atravesó una tercera persona entre nuestra relación.
Desde mi mirada, eso terminó con todo lo que habíamos construido”, reveló con sinceridad.
Estas palabras arrojaron luz sobre una etapa difícil en la vida del actor, marcada por la ruptura y el intento fallido de mantener una familia unida.
Según Rentería, Trujillo intentó salvar la relación, pero las heridas ya eran demasiado profundas.
“Pese a eso, Diego trató de mantener la relación, pero nunca se dio esa reconciliación entre ambos para volver a rescatar lo que habíamos construido muchos años atrás”, añadió.
La separación, sin embargo, tuvo un impacto significativo en la vida de su hijo Simón, quien creció entre los compromisos profesionales de su padre y la ausencia de su madre.
Este contexto familiar podría ayudar a entender parte de la tensión emocional que existe entre Diego y su hijo.
Aunque el actor siempre se ha mostrado como un hombre racional y de carácter fuerte, sus declaraciones dejan entrever un lado más vulnerable, uno que refleja las preocupaciones de un padre que teme ver a su hijo repetir errores del pasado.
Para muchos fanáticos, lo que Trujillo expresó como una “confesión aterradora” podría no ser más que el desahogo de un hombre que, tras décadas de fama, aún enfrenta los retos más humanos: los del amor y la familia.
Las redes sociales, como es habitual, no tardaron en dividirse.
Algunos usuarios criticaron duramente el tono del actor, considerándolo despectivo hacia las exparejas de su hijo, mientras que otros defendieron su derecho a expresar su opinión como padre preocupado.
Varios colegas del medio artístico también reaccionaron.
Algunos recordaron que Trujillo siempre ha mantenido una postura frontal y sin filtros ante la prensa, mientras que otros lo instaron a ser más cuidadoso con sus palabras, especialmente cuando se trata de temas tan íntimos.
Más allá del escándalo, la historia de Diego y Simón Trujillo abre una reflexión sobre las complejas dinámicas familiares en el mundo del espectáculo.
Las presiones de la fama, las diferencias generacionales y la exposición mediática suelen amplificar los conflictos personales, convirtiéndolos en asuntos de dominio público.
En este caso, la mezcla de amor paternal, orgullo y frustración se hizo evidente en una confesión que, aunque polémica, también revela el lado más humano del actor.

Hoy, mientras Simón continúa desarrollando su carrera musical, Diego Trujillo enfrenta el escrutinio público con la serenidad de quien ha vivido suficientes tormentas mediáticas.
En varias ocasiones, el actor ha confesado que la paternidad le cambió la vida, y que aunque no siempre entiende a su hijo, lo apoya incondicionalmente.
Sin embargo, su reciente declaración demuestra que la relación entre ambos aún atraviesa momentos de tensión y desencuentro, tal como sucede en muchas familias fuera del mundo del espectáculo.
El tiempo dirá si estas palabras afectarán la relación entre padre e hijo o si, por el contrario, servirán para acercarlos.
Lo que resulta innegable es que Diego Trujillo, una figura respetada del arte y la televisión colombiana, continúa generando titulares no solo por su carrera, sino también por su honestidad brutal y su manera directa de enfrentar la vida.
En medio de la controversia, una cosa queda clara: detrás del actor consagrado hay un padre que, entre el orgullo y el miedo, busca lo mejor para su hijo, aunque sus palabras resuenen con el eco inquietante de una confesión “aterradora”.